Ana Luísa Amaral: tres poemas inéditos

“Cuando lees, no sólo creas imágenes mentales, también generas imágenes emocionales. La lectura nos mueve y conmueve", declaró la escritora lusa Ana Luísa Amaral al enterarse de que este año obtuvo uno de los galardones literarios más prestigiosos de Hispanoamérica: el Reina Sofía. Los poemas que presentamos —inéditos en español y con el beneplácito de la autora por la traducción— cumplen con ese cometido: despliegan instantáneas de la vida diaria que adoptan una espesura particular. Sus versos traen a la luz asombros y emociones añejadas.

Ana Luísa Amaral
Ana Luísa Amaral Foto: Cortesía: Pascual Borzelli Iglesias

En este 2020 la poeta, narradora y dramaturga portuguesa Ana Luísa Amaral (Lisboa, 1956) ha obtenido el XXX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Se suma a otros reconocimientos, entre los que se encuentran el Premio Giuseppe Acerbi, en Italia (2007); el Gran Premio de la Asociación de Escritores Portugueses (2008), y el Premio del Gremio de Libreros en Madrid (2020), por su poemario What’s in a Name, publicado en México (Sexto Piso, 2020, traducido por Paula Abramo).

En palabras del crítico y poeta Luis María Marina, los poemas de Amaral “son una continua y vibrante demostración de que ese mundo de la evidencia, lejos de ser simple y reiterativo, está lleno de dobleces y, por lo tanto, de hallazgos para ojos que sepan interrogarlo, para palabras que puedan nombrarlo”. En efecto, desde su primer libro son las cosas comunes las que solicitan su atención, nuestra atención: se trata de una autora que nos deslumbra con los sucesos más nimios, que en sus poemas son mirados desde una visión nueva, con alcances imprevistos.

En los poemas inéditos que aquí se presentan, un ciempiés y su muerte en el lavabo nos remiten a la Biblia; una mesa nos habla desde su misma materia, que es la nuestra, y la visión de un par de caballos de trabajo muestra el antiguo pozo de la crueldad humana. En una entrevista reciente la poeta declaró: “En la poesía cabe todo, porque todo está en todo. [...] Todo puede caber en la poesía, porque el poema es el espacio mismo de la posibilidad. [...] La poesía es el antídoto de la barbarie y del odio. [...] Es el arte de la condensación”.

Es de esperar que con este reconocimiento se origine un mayor interés de parte de los editores mexicanos por traducir a esta poeta, de la cual sólo se conocen aquí dos títulos: el referido What’s in a Name, y Oscuro, traducido por mí y publicado en 2017, en la colección “El oro de los tigres”, de la Capilla Alfonsina, de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

EL  CIEMPIÉS: ESCENA  CASI  BÍBLICA

Una larga y esforzada

ascensión en mil patas,

el lavabo como un Everest

Yo, como Dios,

descubriendo

la llave

El diluvio se instaló

Faltaba el Arca,

sus miles de parejas

de primos y parientes:

criaturas sin nombre

ni tamaño

de gente

Y de repente

las puertas del Infierno allí

[se abrieron

frente a él,

que se deslizó

—múltiple y solo—

en ese pozo profundo

ya renunciando hoy a esta vida,

después, ya en otro mundo,

y después, ya eterno

DOS  CABALLOS:  PAISAJE

Están lado a lado,

en aquella plaza frente a la iglesia,

en ese calor de cuando el mundo oscila

en la línea del horizonte,

y el río casi enfrente:

un espejismo

Están lado a lado,

sucios de polvo, sus cabezas caídas hacia adelante,

unidos por el yugo desigual, la carreta apoyada en el muro

pero lista para ser unida a sus cuerpos

¿Así habrán sido hechos: viejos amigos,

sus cuerpos juntos incluso en este calor,

por su alianza muda?

Arreos, cabezadas, todos los instrumentos

de lo que parece ser una mansa tortura

y el freno, o bridón,

parecido al que se colocaba en la boca de las mujeres

que desobedecían,

y era hace mucho tiempo,

por lo menos cuatro siglos,

o semejante al que se usaba

en los esclavos, cubriéndoles la boca

para que no se envenenaran,

porque se negaban a vivir

esclavos

y era casi hoy, en el siglo pasado

Mas ellos no crean caos ni desobediencia,

no se rebelan ni tratan de envenenarse

si el agudo freno hiere, cortante,

encías, lengua, hueso

Sólo se juntan quietos, uno al otro,

sus cabezas caídas hacia enfrente,

esperando el látigo

que llegará después con la carreta, lista

para la entrega de las cosas

humanas, el comercio

Y ésta es la más perfecta

de las colonizaciones

LA  MESA

Mi patria

es este cuarto que da a la terraza,

y es también la terraza con sus flores

que están ahí meses y meses, y son para mí luminosas

incluso cuando toman el color

del viento triste

Mi patria

es el mantel blanco que me cubre, son los platos

que sostengo cada día, los brazos

que se acercan a mí,

hasta el agua donde casi me ahogué,

por culpa distraída de la mano que en mi cuerpo

la colocó, mano insensata

que se olvidó de proteger

Muy pronto empecé a conocer

a mi patria.

Cuando aún era el paisaje perfumado

de las maderas, hermanas de nacimiento, el aserradero,

el aire cubierto de minúsculas fibras y polvo

que olía tan bien, los dedos que después me tomaron,

tabla ancha, me acariciaron

con cepillos, el barniz, el brillo

todo eso fue ya mi patria: pradería de insectos,

vientos blancos, la savia viva que corría

en mis venas, el agua que yo bebía para sobrevivir,

y que me protegía

Que la mano que ahora aquí y sobre mí

se extiende

recuerde esta intacta condición común:

venimos del mismo reino, al mismo reino

vamos, ella y yo

los átomos que me forman y me hicieron

pueden haber sido los suyos

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