La mona virtual

El corrido del eterno retorno

La vieja mona Fuente: urbytus.com

Vamos a conocer a don Suerte, me dijo Lalo al tiempo que me vaciaba un vaso de agua en la jeta para despertarme.

Él no había dormido. Yo había caído a las 5 am, después de tremenda gotiza de mota. Lo ignoré. Me di la vuelta y volví a taparme con la cobija. Un segundo vaso de agua me impidió retomar el sueño. Como ya sabía lo que me aguardaba: más vasos de agua, me metí a bañar.

Concedí sumarme al plan porque me prometieron que sólo serían un par de chelas. Pero ya sabemos que son puras charras. Aquello se alargaría toda la tarde. Y yo tenía plan con la Wencesloca a las 4. Iríamos a ver a los Diablos Rojos.

Minutos después iba montado en el Uber con Lalo, Güili y Artur. Nos bajamos en Santo Domingo. La unidad habitacional no lucía para nada en decadencia. Había varios coches de modelo reciente estacionados. Nos abrió la reja el mismísimo don Suerte. No podría determinar su edad. Pero tenía el aspecto que tuvo William Burroughs durante los noventa.

Güili y Artur habían conocido a don Suerte cuando estudiaban la carrera. Rentaba una habitación de su minúsculo departamento a estudiantes. Pronto convirtieron el dormitorio en sala de ensayos y jameaban ahí con otros músicos hasta las diez de la noche.

Nos sentamos en dos camas individuales y destapamos las cervezas. Las paredes estaban decoradas con motivos religiosos. Había una pintura de Jesús en el Monte de los Olivos. El lugar donde realizaba sus oraciones. Don Suerte hizo hincapié en que el momento correspondía a la noche antes de que fuera crucificado. Había una cruz de madera. Y varios cuadros con fotografías. En una de ella se ve a don Suerte en sus años dorados, cuando era un hombre próspero, lo que sea que eso signifique. Una imagen que contrasta con su look actual: calvo, delgadísimo y de lentes. Insisto: como una réplica de Burroughs. En todos los sentidos, también como adicto hardcore.

La pandemia ha traído reveses para don Suerte, araña varo
de donde puede

Don Suerte tiene buen gusto musical. Es fan de los Doors. Pero también está abierto a la world music. Le interrumpimos la siesta pero nos recibió amablemente. Encendió la televisión y puso en YouTube algunas canciones de música tradicional griega. La música y la cerveza siempre rompen el hielo. Y a la segunda Victoria de lata don Suerte entró en confianza y sacó su mona y se puso a monear a gusto. Y procedió a contarnos su vida.Había sido uno de los pesados en los seguros. No pude retener el nombre de la compañía. Pero lo perdió todo por su adicción. Y también porque le pegaba a la swingereada. Se tardó tres años en convencer a su esposa de que le entrara a la onda. Lo que trajo una de broncas que lo hizo caer en el típico círculo vicioso del adicto. Comenzó a drogarse más. Entonces lo despidieron de su chamba y su esposa lo dejó para casarse con su mejor amigo.

La pandemia ha traído algunos reveses para don Suerte, que ha tenido que bajar la renta a 2000 pesos mensuales. Pero araña varo de donde puede. Nos vendió un par de caguamas a 80 lanas cada una. La razón por la que hay tanta parafernalia religiosa en su morada es porque sufrió, así fue el diagnóstico dado por el psiquiatra, de esquizofrenia religiosa. Se le metía el diablo dentro. Y sufría. El diablo lo instaba a hacerse daño. Pero esto sólo le ocurría cuando fumaba piedra.

Nunca fui fan de los solventes, por mucho popper que me haya metido en la vida. Y tampoco me asusto. Alguna vez probé en los 90 con el Pájaro la pintura en aerosol. Pero nunca fue lo mío. Quiso la suerte, o Dios mismo, con tanta estampa religiosa ahí, que me tocara sentarme junto a la ventana. Pero aun así de repente me sorprendí soltando tremendas carcajadas. Todos estábamos risa y risa.

Aunque nosotros no estuviéramos pegados a la mona era imposible que ahí en esa habitación de cuatro por cuatro no alcanzáramos a darle el toque. Estábamos bajo el efecto de lo que podríamos llamar la mona virtual.

Me tenía que marchar pero la neta no quería. Alargué mi estancia lo más que pude y después salí del depa de este Burroughs de Santo Domingo. Caminé hacia Copilco pero luego tomé un Uber al metro Taxqueña. No sé si fue porque no comí pero creo que la mona virtual me puso un buen patadón porque tuve jaqueca todo el santo día.

Al día siguiente, Lalo me contó que habían hangueado con don Suerte hasta las siete de la tarde. Y que en vista de lo caras que están las rentas en CDMX está considerando rentarle un cuarto.

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