Un taco de cochinita con el Uyuyuy

El corrido del eterno retorno

Mariana H, El Uyuyuy y Carlos Velázquez Foto: Cortesía del autor

La irresponsabilidad es un valor, dijo Sergio Arau frente a su mezcal.

Estaba en la Ciudad de México por un propósito que nos pidió, a Mariana H y a mí, no revelar. Quedamos en el Xel-Ha. Sergio nació en el 51, tiene 69, este año cumple los 70 y está lleno de proyectos. El mito del rock como fuente de la eterna juventud posee algo de verdad, pensé mientras trataba de desentrañar el secreto de Sergio para lucir en forma. No lo imagino corriendo 16 kilómetros diarios como Mick Jagger. No con esas botas negras estilo Chiss, ni con esa chamarra de cuero que pesa como mínimo tres kilos.

Pero la vitalidad del Uyuyuy va más allá de su sempiterno look rockero. Está atento a la escena underground del rock mexicano. Nos recomienda las bandas que lo traen entusiasmado últimamente: Nunca Jamás y Ampersan. Sabe que para no oxidarse se deben mantener los oídos bien abiertos, no importa si eres uno de los músicos que participó en el mítico Festival de Avándaro, que este año cumple cincuenta de haberse realizado. Es imposible no comentar el cartel (real o fake, no se sabe) que circula y anuncia un concierto de aniversario encabezado por El Tri, Caifanes, Molotov, Café Tacuba, Julieta Venegas y Natalia Lafourcade.

No me invitaron, dijo El Uyuyuy sin dejo de dolo.

La polémica que ha desatado este cartel, mucho forever encabronado, ya tuvo una respuesta, la promoción de un contrafestival: Avándaro All Stars, con músicos que sí participaron en el festival. A diferencia de quienes conforman tanto un cartel como el otro, El Uyuyuy no vive de la nostalgia. La única saudade que manifiesta es por volver a vivir a la Ciudad de México. Lo cual confiesa es un tanto remoto, su vida en Los Ángeles es a prueba de todo. Incluso de asaltos. Procedió entonces a contarnos un intento de robo que sufrió hace unas semanas.

Su vitalidad va más allá de su sempiterno look rockero. Está atento a la escena underground 

Ocurrió en la puerta de su departamento. Estaba con un cuate cuando un par de negros llegaron a amagarlos.

Su esposa cerró por dentro y ellos se quedaron en la banqueta. Sergio trató de tranquilizar a los ratas. Pero fue hasta que se escucharon las sirenas de la patrulla, huyeron y apareció el helicóptero que se percató de que todo el tiempo le estuvo hablando en español a los malandros. Saltar la barrera idiomática lo salvó de que le birlaran la cartera. Sólo a un ex-Botellita le pasa algo así.

Podría ser una escena de una película del mismo Sergio. Quien otra de las tantas cosas que quiere hacer en estos días (además de su disco, la expo y reeditar su libro de caricatura), es realizar un documental sobre la campaña política que hizo para lanzarse a la Presidencia.

La charla, irremediablemente, viró hacia allá, a su derrota como candidato. Después de eso me han propuesto lanzarme para diputado, pero no. La presidencia o nada, dijo categórico.

El Uyuyuy es un baúl de anécdotas. Y cualquier cosa puede disparar una historia. Pedimos otra ronda y el mezcal que le sirve el mesero le trae a la cabeza una de sus pedas más memorables.

Fui a tocar al Imperial y pedí un mezcal. Pinche mezcal nunca se vaciaba. De repente, cuando me di cuenta me pegó durísimo. Dije, uta ya me voy a mi casa. Me salgo, todavía me eché un hot dog a ver si se me bajaba, pero no. Pedí un taxi a la casa. Al llegar me di cuenta de que dejé todo en el Imperial. Mi mochila. Le hablé a mi hija y le dije ¿me abres? Estaba en el Imperial. Me puse a dar vueltas a la manzana a ver si se me bajaba. Y en una de ésas me tropiezo y suelo. Mientras trataba de levantarme escuché la patrulla y dije, bueno, no es delito estar pedo. Los policías se bajan y me dicen qué pasó, Uyuyuy. Entonces me levantan, en eso llega mi hija y ya me meten a la casa.

Días después, voy al ensayo con Botellita y me llega El Mastuerzo cagado de risa y dice no mames, iba yo a las tres de la mañana en el Eje Central, saco mi toque y en el momento que me estoy prendiendo la pinche patrulla se posa junto a mí, se bajan los dos tiras y dije ya me chingué, y que me dicen, ¿qué crees, Mastuerzo?, el otro día metimos bien pedo al Uyuyuy a su casa.

Estas anécdotas dejan entrever que para ser un grupo que se separó hace varias décadas la presencia cultural de estos tipos sigue intacta.

Pedimos la antepenúltima y El Uyuyuy nos dice como disculpándose, como no queriendo incomodar: Está mejor el taco de cochinita de la Montejo.