Joseph Beuys

Maestro del juego infinito

“Todo ser humano es un artista”, afirmaba, porque su concepción totalizadora partía del principio de que la vida cotidiana puede expresar una manifestación creativa y única, ya se trate de cocinar, ejercer la medicina o cultivar la tierra. Al celebrarse en 2021 el centenario del nacimiento del alemán Joseph Beuys, Otto Cázares revisa tanto su obra como la noción de arte ampliado, que al cuestionar la tradición de manera frontal hizo posible una de las propuestas más fecundas y disruptivas del siglo pasado.

Infiltración homogénea para piano de cola, piel, fieltro y piano, 1966.
Infiltración homogénea para piano de cola, piel, fieltro y piano, 1966. Fuente: revistacodigo.com

Este año se cumplió el centenario del nacimiento de Joseph Beuys, artista carismático y chamánico. Su leyenda lo hace aparecer como un encantador, mago o charlatán; en realidad se trata del maestro de un juego simbólico infinito.

1.THEODOR ADORNO DECÍA que el arte es “magia liberada de la mentira de ser verdad”.1 Esta definición puede asociarse al artista alemán Joseph Beuys (1921-1986), quien deseó “hablar el lenguaje de la hermandad del ser”, como escribió Ernst Jünger en la Carta siciliana al hombre de la luna.2

Siempre he sostenido que si Jünger hubiera sido artista visual, habría querido ser Beuys. Ambos sostuvieron la exigencia de arribar a una “dimensión especial” para dirigirse a los demás a través de signos, metáforas y claves. Beuys osciló entre la charlatanería, la patraña, la genialidad y el ámbito redentor, esa obligatoriedad (autoimpuesta) de cambiar el horizonte real con acciones artísticas.

Fabricó su personaje —desde la Introducción hasta el Epílogo, como escribió Simón Marchán Fiz—, su mito personal,3 hablando siempre desde un idiolecto propio. Quien se acerque a su obra encontrará su mundo cifrado: objetos como vía autoconocimiento (sombreros, fieltros, pocillos con grasa, animales disecados, palanganas, panales de abeja), más objetos recogidos en peregrinaciones en un ejercicio de bricolage.4

A los 23 años, Beuys era piloto del ejército alemán. En la Batalla de Crimea, su avión fue derribado aunque sobrevivió con numerosas fracturas y quemaduras; fue recogido por tártaros, quienes lo llevaron al interior de una caverna y lo salvaron con ungüentos y grasas. Cubrieron su cuerpo con ese fieltro que aparece en sus instalaciones: con Beuys no sabemos qué es verdad y qué es autoficción.

Silla cubierta de grasa, 1964.
Silla cubierta de grasa, 1964.

2. FUNDÓ, JUNTO con el escritor Heinrich Böll, la Universidad Libre Internacional de Creatividad e Investigación Interdisciplinar, donde tuvo lugar la concentración utópica de sus andanzas como pedagogo. Su proyecto en esta área estribó en que ninguna situación de la vida fuera percibida como ajena a una actividad creativa (incluido el arte, porque es verdad que existe el arte no-creativo). En su pedagogía, la idea puesta en acción empuja a las sendas de la autoformación. Se trataba de una educación estética con obligación de “construir otro mundo”.

En 1973, la Universidad Libre dio a conocer un Manifiesto en el que se lee (la traducción es mía, de modo que me responsabilizo por su aridez):

... La creatividad no se limita a aquellos que practican las formas tradicionales de arte e, incluso en el caso de artistas profesionales, la creatividad no se limita al ejercicio de sus propias actividades artísticas. Cada uno de nosotros posee un potencial creativo oculto [...] Reconocer, explorar y desarrollar ese potencial es la búsqueda de esta Escuela.

Más adelante se lee: “Con esta nueva definición de creatividad, los términos de profesional o diletante aficionado han sido superados”.5

Su Universidad enseñaba el derecho a ver la vida como un experimento artístico; a través de la noción de trabajo y actividad, hallaba desembocadura en el ámbito de lo social. Al día de hoy la institución no tiene una sede fija, no expide certificados ni hace exámenes. No tiene vinculación alguna con el Estado, es autogestiva y puede replicar-se donde sea, señala el Manifiesto.

En la primavera de 1967, el Sha de Persia visitó Alemania y en una manifestación en contra de su presencia, el estudiante Benno Ohnesorg recibió un disparo. En consecuencia, el 22 de junio Beuys fundó el Partido de los Estudiantes; significó el gran giro político de sus actividades. El partido tuvo muchos nombres: originalmente Partido de la Educación, fue después Partido de los Estudiantes y Zona Fluxus Occidental. Éste fue el destacado movimiento antiartístico que, fundado en 1961 por Georges Maciunas, declaró que la realidad es una obra de arte. No declaró el realismo como obra de arte: éste y la vida quedan indisolublemente unidos. Se extendió a la música, el teatro, las artes plásticas. En Alemania, Beuys parecía concentrar Fluxus en su persona, causando no pocas tensiones entre los otros integrantes del movimiento.

La muerte del sentido —o la falta del mismo— y la explicación de sus dibujos transformaban la galería en un universo donde se revelaba el sentido de su propia alma 

De vuelta con el Partido de los Estudiantes, en éste se dio por hecho la absoluta igualdad entre estudiantes y profesores. Usaban técnicas de participación en eventos, happenings y acciones políticas. Una de ellas fue detener, en 1971, la ampliación de un club que invadiría el terreno de un bosque: el Partido se presentó en el área para plantar árboles y gritar la consigna “si alguien intenta talar algún día estos árboles nos sentaremos en las cimas”.

3. COMO DIBUJANTE, Beuys era una especie de chamán. A veces, en sus hojas de papel aparecen grafismos y automatismos que dan buena cuenta de la pérdida y la toma de control del flujo de conciencia. En sus dibujos a la acuarela puede verse ese chamanismo o primitivismo esenciado. Es el habla gráfica del animal, cuando el ser humano no se distinguía de aquél porque sí, era cazador, pero también presa, como escribió Roberto Calasso.6 Se trata de dibujos que parecen pronunciar algo por primera vez: el viento, la niebla, el fuego.

Una de sus célebres acciones rituales fue “Cómo se explican los cuadros a una liebre muerta”, de 1965. En ella, sentado en una silla de la galería, con la cara cubierta de miel y oro, llevaba en los brazos una liebre muerta y le bisbiseaba al oído explicaciones de sus dibujos. La muerte del sentido —o la falta del mismo— y la explicación de sus dibujos transformaban la galería en un universo donde se revelaba el sentido de su propia alma. Walter Muschg afirmó que “el arte occidental es parcialmente magia interiorizada”7 y dijo que el arte sólo está separado de la superstición por su meta: la forma. Se puede estar en desacuerdo: la meta del arte no es sólo forma sino la historia registrada de su reencantamiento.

En 1974 tuvo lugar la más célebre de sus acciones, “Me gusta América y a América le gusto yo”. El artista llegó a la galería René Block, de Nueva York, sin pisar suelo estadunidense, porque fue recibido en una camilla en el aeropuerto, trasladado a la sala de exhibición y confinado por tres días y tres noches con un coyote de nombre Little John. Se trataba de convivir con el animal hasta terminar durmiendo en su montículo de paja y que éste descansara en el fieltro de Beuys, para más tarde volver en camilla al aeropuerto, abordar el avión y que sus pies elevados nunca tocaran suelo de ese país, con excepción del territorio sagrado de la galería. Es forzoso pensarlo como un iluminado o, por qué no, como un gran charlatán.

La manada, instalación, grasa, fieltro, linternas, 1969.
La manada, instalación, grasa, fieltro, linternas, 1969.

“¿NO ERES un maestro que sabe plantear sus enigmas artísticamente?” es una pregunta que hizo Jünger8 y a la cual Joseph Beuys parece responder con su obra. Para ser un mago es necesario que los sentidos se mantengan autointoxicados. A medio camino entre la patraña y la genialidad, Beuys fue un artista que quiso reconocer el alfabeto de la naturaleza.

Como Sumo Pedagogo que fue —pedagogo entendido como conductor de almas— todo en su obra se vuelve una imagen muda que ofrece sus enigmas: el arte es la diversión de la naturaleza y convierte a quien lo practica en maestro de un juego infinito.

Notas

1 Theodor Adorno, Teoría estética, Ediciones Akal, Madrid, 2004.

2 Ernst Jünger, Esgrafiados precedido de Carta siciliana al hombre de la luna, Tusquets Editores, Barcelona, 2005.

3 Simón Marchán Fiz, Del arte objetual al arte de concepto, Ediciones Akal, Madrid, 1986.

4 Claude Lévi-Strauss, El pensamiento salvaje, FCE, México, 1964. Lévi-Strauss describe cómo los cazadores recogen cosas para encontrarles su uso después.

5 https://sites.google.com/site/socialsculptureusa/freeinternationaluniversitymanifesto

6 Roberto Calasso, El ardor, Anagrama, Barcelona, 2016.

7 Walter Muschg, Historia trágica de la literatura, FCE, México, 1948.

8 Ernst Jünger, op. cit.

Cómo se explican los cuadros a una liebre muerta, 1965.
Cómo se explican los cuadros a una liebre muerta, 1965.