Abdulrazak Gurnah

Pertenencia, colonialismo y llegada

“Lo que me motivó a escribir fue haber perdido mi lugar en el mundo”, dijo recientemente el ganador del Nobel de Literatura en este 2021. Tiene 72 años; nació y creció en Zanzíbar, archipiélago frente a las costas de Tanzania. En 1964, ante un episodio violento, Gurnah emigró a Inglaterra, donde radica; no sorprende que su obra se ocupe del desarraigo y la identidad. Desde 1993, cuando Toni Morrison recibió ese galardón, ningún autor de raza negra lo había obtenido. Alejandro García Abreu se acerca a su pensamiento.

Abdulrazak Gurnah (1948).
Abdulrazak Gurnah (1948). Foto: Fuente: zammagazine.com

Abdulrazak Gurnah (Zanzíbar, 1948) obtuvo el premio Nobel de Literatura 2021. Autor, entre otros libros, de diez novelas, el escritor tanzano fue elegido como miembro de la Royal Society of Literature en 2006 y es integrante del consejo asesor de la revista Wasafiri. International Contemporary Writing —fundada en el Reino Unido en 1984 y convertida en espacio literario primordial. Wasafiri se caracteriza por la cobertura de escritores de origen africano, caribeño, asiático y afrobritánico, que pugnan por obtener la atención adecuada en la prensa convencional. En ella, Gurnah disertó sobre su trayectoria. Razia Iqbal —periodista de la BBC— lo entrevistó para la publicación, cuyo nombre proviene de la palabra “viajeros” en el idioma suajili y refleja el compromiso con los traslados culturales. La voz de Gurnah —de quien se han publicado tres libros en español: Paraíso (Paradise, traducción de Sofía Carlota Noguera, El Aleph Editores, Barcelona, 1997), Precario silencio (Admiring Silence, traducción de Sofía Carlota Noguera, El Aleph Editores, Barcelona, 1998) y En la orilla (By the Sea, traducción de Carmen Aguilar, Poliedro, Barcelona, 2003)— cobra fuerza en la entrevista titulada “Belonging, Colonialism and Arrival” [“Pertenencia, colonialismo y llegada”], de la que presento la siguiente selección.

ZANZÍBAR ESTABA en una situación muy difícil... Hubo mucha violencia. Una revolución ocurrió en 1964. Yo tenía catorce años cuando eso sucedió y fue terrible. Fue impactante. Hubo muchos otros eventos violentos como ése, particularmente en el mundo colonial y postcolonial, pero no creo que estuviera tan extendido entonces. Uganda no había sucedido. Amin no había emergido. Por supuesto, las matanzas en el Congo ya habían ocurrido. Pero en muchos otros lugares aún no habíamos visto semejante violencia.

LA IDEA de ganarme la vida escribiendo simplemente no se me había ocurrido. Creo que fue aquí en Inglaterra donde comencé a sentirlo. Algunas cosas fueron en verdad difíciles. Creo que la soledad tuvo algo que ver con eso.

NO PODÍA REGRESAR, lo sabía. Ése fue el precio que pagué por irme de manera ilegal. Quizá la mayor carga de esos años fue comprender que había abandonado mi hogar, por así decirlo. Pensé mucho en casa. Pero tienes que aprender a sobrellevarlo y seguir adelante. Estas vivencias, la soledad, el alejamiento, se convirtieron en terreno fértil para la reflexión y me llevaron a escribir ficción. Mi primera novela se tituló Memory of Departure (1987) porque, aunque se publicó muchos años después de la época de la que hablo, todavía me estaba yendo.

ESTABA ACOSTUMBRADO a escribir fragmentos. El pequeño cuaderno empezó a crecer y las páginas se llenaban. Fue alrededor de 1970 cuando comencé a cuestionar lo que hacía. Fue entonces cuando empecé a escribir en lugar de simplemente apuntar cosas. Me cues-tioné: “¿Cómo puedo hacer esto? ¿Cómo puedo darle forma?”.

TRATÉ DE INTERESAR a los editores británicos y eso me llevó una eternidad. Siglos. Quizás ese aprendizaje no fue tan malo en la reflexión. Escribí y reescribí el libro. No tuve la suerte de tener un tutor de escritura creativa, pero me enseñé a escribir reelaborando esa maldita cosa. No todo el tiempo, por supuesto, porque simplemente te quedas sin entusiasmo por continuar con un proyecto que parece que no va a ninguna parte. Por último, desesperado, envié el manuscrito —era 1984 o 1985— a Jonathan Cape. En ese momento era la editorial estrella o eso parecía. Había publicado a Salman Rushdie, Ian McEwan, Julian Barnes, Philip Roth. Envié el manuscrito sin agente. Ni siquiera pude conseguir un agente en esos días. Lo envié sabiendo muy bien que probablemente aterrizaría en una pila.

Pero lo aceptaron. En la carta que acompañaba al envío —era casi como una nota de suicidio— dije: “He probado con varias personas. Ustedes siempre han sido a quienes quería enviarlo, pero no lo hice. Así que aquí tienen.

También pueden decir que no”.

ALGUIEN COMO Saul Bellow puede dinamizar su prosa. Hay algunos escritores que puedo leer y releer. Pero ya me es imposible leer a Bellow. Y es extraño, pero algo similar sucedió con V. S. Naipaul. En algún momento algo se registra. Pensé: “No me agrada este hombre”. Aunque había leído a Naipaul durante años y había escrito sobre él, en cierto momento me dije: “No. No puedo continuar. Este tipo quiere decir todas las cosas negativas expresadas sobre las sociedades postcoloniales, sobre Trinidad, su propia isla, África, India. No sólo está planteando algo. Esto viene del corazón”. El lenguaje era desdeñoso y las afirmaciones sobre los afri-canos, sobre el islam, eran insostenibles.

LOS PROBLEMAS que llevaron a la violencia y los disturbios ya existían antes de la década de 1980 y continuaron después, en otras formas, como el frenesí contra los solicitantes de asilo, por ejemplo. Hay una dimensión pública en estos eventos y también la experiencia individual de cómo una persona negocia el dilema del desplazamiento. Escribí sobre esto en Pilgrims Way (1988) y Dottie (1990). He escrito sobre el desplazamiento de una forma u otra en varias de mis novelas: Admiring Silence (1996), The Last Gift (2011) y Gravel Heart (2017). Es un fenómeno complejo para el individuo, una negociación entre memoria, lealtades e ideas de hogar. También escribí sobre refugiados y asilo en By the sea (2001).

ME REFERÍ ANTES a una negociación entre memoria, lealtades e ideas de hogar. Ésta ha sido tanto mi experiencia vivida como una parte importante de mi escritura. Es el mismo terreno al que vuelvo. También me interesa la forma en que el colonialismo europeo se insertó en la vida de las personas que afectó y las consecuencias de esa intrusión. Estos temas son fundamentales en Paradise (1994) y Desertion (2005).

Fuente: “Belonging, Colonialism and Arrival”, entrevista de Razia Iqbal con Abdulrazak Gurnah, Wasafiri, volumen 34, número 4, 2019, pp. 34-40.