ECOBICI. Estaba con Mariana H en la cantina La Montejo. No podíamos con más cervezas, así que pedimos vodka Ricky. Según yo no bebí más de diez. Cuando nos despedimos, trepé a la Ecobici para trasladarme hasta el Parque México. No sé si me pegó el aire o qué ocurrió, pero al esquivar un bache perdí el control y me caí. Me puse semejante putazo, en ese momento no lo sentí, que al día siguiente desperté con un moretón del tamaño de una tortilla en el pecho. Me había encajado el manubrio. Al verme en el piso, un coche se detuvo y el copiloto bajó a ayudarme. Cuando se percató de que iba bien pedo dio media vuelta y se fue. Me dolieron las rodillas y los hombros varios días.
Nunca se suban pedos a una bici.
FERNANDO NACHÓN. Fui amenazado de muerte en mi TL de Twitter. Un supuesto “sobrino” de Nachón arremetió contra varios escritores y editores mexicanos. En el hilo en que despotricaba por la falta de reconocimiento que la República de las Letras le había negado a su “difunto tío”, no dejó títere con cabeza. Insultó a su antojo a figuras de la talla de Juan Villoro, a editores hípsters y autores de poca monta como yo. Varios de los aludidos se alarmaron a tal grado que deslizaron la idea de interponer una denuncia. Imaginen que cada vez que un tuitero malacopa se pone a decir pendejadas en la madrugada llamáramos a la policía cibernética. El pánico cundió unos minutos pero después todo quedó atrás, como millones de tuits que se suben segundo a segundo. Es obvio que el supuesto sobrino es Nachón mismo. Tengo que reconocerle algo, que pese a todo, no ha perdido su habilidad para escandalizar.
LAS BOTELLAS ME LA PELAN. Una noche en un bar, después de doce bacachos, una fan me pidió que le firmara las bubis. Le estampé unos garabatos con un marcador Sharpie. El novio estaba presente, pero no protestó. La velada continuó y, ahora lo interpreto, el enojo del galán fue en aumento, hasta que me estrelló una botella de chela en la jeta de manera cobarde.
Yo estaba descuidado. El dueño del lugar no permitió que nos trenzáramos a madrazos. Y el novio ofendido se negó a salir a partirse la madre. Sangré profusamente, pero a la mañana siguiente amanecí con sólo unos pocos arañazos en la nariz. Ventajas de tanto ver las películas de Wolverine. Mientras yo dormía como un bebé, mi fan dormía junto a su novio con mis garabatos en sus teclas. Seguro la tinta indeleble le duraría unos días. Por mis lectoras, lo que sea.
No sé si me pegó el aire, pero al esquivar
un bache me caí. Me puse semejante putazo .
BANCOMER. Nueve llamadas perdidas. Nadie insiste tanto, a menos que se trate de un novio o de una novia tóxicos. A la décima vez que sonó el celular decidí responder.
Quizá se trataba de una emergencia. Qué bobo fui. Era un ejecutivo de Bancomer para ofrecerme un crédito. Tenía entendido que el acoso sólo era utilizado para cobrar. Qué equivocado estaba. No sé si será uno de los efectos de la pandemia, pero me parece insólito que quieran otorgarme un préstamo. Cómo han cambiado las cosas. De Indeseable Number One he pasado a ser sujeto de crédito. Armado de la paciencia que no poseo, le expliqué al ejecutivo por qué no deseaba el crédito. Aceptó mis puntos de vista mansamente. Nos deseamos la mejor de las suertes.
Media hora después recibí otra llamada de Bancomer, esta vez de una morra, para ofrecerme el mismo crédito. Pero por qué no lo quiere, me preguntó azorada. Porque no lo necesito, respondí. Y qué importa lo que yo necesite. La única necesidad apremiante es la del banco. Estoy seguro de que si yo hubiera acudido por mi propio pie a una sucursal a solicitar un préstamo, me lo habrían negado de manera rotunda.
FANS DE FOO FIGHTERS. Hace unas semanas publiqué en este espacio una diatriba contra Dave Grohl. Al periódico llegó un correo que invitaba a moderar mis opiniones o de lo contrario podría amanecer muerto un día de éstos. No son nuevas para mí las ternezas de este tipo. Cuando publiqué mi crónica contra The Cure recibí cientos. Lo que más realmente me dejó chiva fue que Foo Fighters tuviera fans tan pasionales. ¿En serio Dave Grohl ya goza de un nivel de fanatismo tan exacerbado que haga a sus seguidores saborear el asesinato?
No lo negaré, de vez en cuando hace falta una amenaza de muerte para hacerte sentir vivo.