Novo, Villaurrutia y Usigli

Una visión del teatro en México

Una de las recompensas que reserva el trabajo de un investigador consiste en el hallazgo. Es el caso de estos documentos que provienen de una revista estadunidense de 1938, sobre el teatro mexicano de la época. La entrega fue coordinada por Miguel Covarrubias, el talentoso pintor, ilustrador, caricaturista y antropólogo que entonces vivía sus años de gloria co-mo colaborador en prestigiosas publicaciones de aquel país. Convocó a Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Rodolfo Usigli —entre otros— y los textos, desde luego, aparecieron en inglés. Antonio Saborit los presenta y traduce a nuestro idioma con toda naturalidad. Por cierto que no encontramos rastro de estos escritos en los diversos títulos que reúnen la obra de sus autores; aprovechamos la ocasión para ilustrar nuestras páginas con algunas obras del formidable Chamaco Covarrubias.

Miguel Covarrubias, Rangda (Reina de las Brujas en Bali), grafito, carbón y tinta sobre papel, 1937.
Miguel Covarrubias, Rangda (Reina de las Brujas en Bali), grafito, carbón y tinta sobre papel, 1937. Foto: Fuente: pinterest.ru

Edith J. R. Isaacs, decana en las páginas de Theatre Arts Monthly, invitó a Miguel Covarrubias a reunir y organizar los materiales necesarios para integrar un número de esta revista sobre el teatro en México. La entrega se publicó en agosto de 1938, bajo un esquema parecido al que ensayó la revista a propósito del teatro soviético, editado dos años antes por Jay Leyda, y aún destaca entre los más completos.

Theatre Arts Monthly empezó en 1916 como Theatre Arts Magazine, se imprimía en la ciudad de Nueva York, aunque llegó a gastar oficinas en Londres y París. Sus páginas, desde un principio, explotaron los tan diversos materiales gráficos derivados de la actividad teatral, desde los mismos planos arquitectónicos hasta los diseños escenográficos, pasando por carteles y retratos. Por lo mismo, Covarrubias cuidó especialmente este aspecto de su edición e incorporó dibujos a línea de Jean Charlot y Carlos Mérida, un cuadro de Rosa Rolanda, algunas caricaturas propias, además de numerosas fotos de códices, fachadas de carpas, puestas en escena, artistas callejeros, stills, así como ciertos detalles en murales de José Clemente Orozco y Diego Rivera. El propio Mérida escribió sobre “La danza y el teatro prehispánicos”, Adolfo Best Maugard acerca de “El cine en el camino de la verdad”, Covarrubias de las carpas y el teatro de revista, Francisco Monterde sobre el teatro en la época virreinal (“Pastorelas y representaciones populares”). A su vez, Luis Sandi entregó una crónica sobre el teatro en México (“El cuento vuelto a contar”), mientras que Salvador Novo ensayó sobre el teatro comercial en la ciudad de México, en tanto que Xavier Villaurrutia y Rodolfo Usigli abordaron el corto episodio del teatro experimental y el inicio de las clases de teatro a nivel universitario.

Isaacs tenía años de observar con simpatía cuanto ocurría en materia teatral en México y de incorporar a la revista a escritores y artistas del sur de la frontera capaces de apreciar y reconocer la vital e inestable singularidad del teatro moderno y sus profundas raíces en el mundo entero. En agosto de 1927, Matías Santoyo aportó una caricatura de la bailarina polaca Gilda Gray y José Juan Tablada escribió sobre las danzas en México en un número dedicado a diversas formas del baile, desde las nativas y folclóricas hasta el ballet y la danza moderna. En febrero de 1928, Carleton Beals ensayó sobre las carpas en la Ciudad de México, tema sobre el que Covarrubias escribió en 1938. Acuarelas y murales de Charlot ilustraron colaboraciones de Dorothy Hirsh-field (diciembre, 1928) y Mary Austin (abril, 1929). En enero de 1930, Luis Hidalgo se coló en las páginas de la revista en una foto de su escultura en cera de Charles Chaplin, la cual era parte de su exposición en 55 St. Art Gallery de la ciudad de Nueva York. En noviembre de 1932, Best Maugard escribió sobre S. M. Eisenstein y ¡Que viva México! (“Mexico Into Cinema”); en enero de 1935, Usigli envió a Theatre Arts Monthly una presunta carta del Teatro Nacional (“From the Mexican Theatre”) y en septiembre Villaurrutia participó en el número dedicado a Lope de Vega al cumplirse trescientos años de su muerte (“Lope de Vega and the Mexican, Ruiz de Alarcón”). En agosto de 1936 el propio Covarrubias, como estudioso de Bali, aportó un amplio ensayo sobre el teatro en esa isla, con lo que Theatre Arts Monthly refrendó su interés en este tema, y en febrero de 1926 vio en esta revista una recensión muy favorable a su primer libro de caricaturas, The Prince of Wales and Other Famous Americans.

Covarrubias, como editor especial en Theatre Arts Monthly, integró una útil, minuciosa e informada entrega y al mismo tiempo un número para guardar, el cual permite formarse una idea muy completa de las actividades escénicas en México en el momento en que la modernidad conducía en nuestro caso a “una reubicación del arte en la sociedad, y de manera muy especial, a la marginación del teatro como entretenimiento y como manifestación estética”, según apunta Eduardo Contreras Soto en su Historia mínima. El teatro en México (El Colegio de México, 2021).

Isaacs expresó su satisfacción ante el desempeño editorial de Covarrubias y reconoció que en este artista mexicano la historia y el arte, la educación y la economía, eran las partes de una sola historia de vida. “México es un país que es todo teatro, por lo cual tal vez aún no se haya dado un teatro que lo exprese en conjunto”, añadió Isaacs en la presentación general de este número. “Pero es significativo que algo del teatro primitivo aún exista en las danzas indígenas regionales, al tiempo que un nuevo teatro del pueblo surge de la tierra de las carpas y que el teatro experimental empiece a afianzar sus cimientos y a alimentar en una forma más moderna lo mejor del teatro mundial”. Isaacs era consciente de que México vivía las secuelas de una convulsión revolucionaria, y si no estaba para prodigar bemoles en su presentación, en cambio sí podía ofrecer un apunte más bien optimista ante el dossier que preparó Covarrubias. Y así lo hizo.

Aunque al llegar aquí se debe señalar que cuando Isaacs se refirió a México como “un país que es todo teatro” no sólo construyó una frase de la que otros se apropiarían, sino que en principio parafraseó el testimonio de Babette Deutsch sobre el teatro que vio en Moscú y Leningrado. En su testimonio, esta escritora y traductora afirmó que “ahí donde el mundo todo es teatro, y los hombres y las mujeres todas representan un tremendo drama social, el teatro, tal como lo conocemos, es probable que no florezca”. O que más bien florezca en la vida pública. Consciente o no de la paráfrasis, pues Isaacs editó las páginas que compuso Deutsch a su regreso de la Unión Soviética en 1925, el encomio de la editora decana de Theatre Arts Monthly al teatro en México fue con lo que se quedaron sus lectores.