I can't get no

Ojos de perra azul

I CAN´T GET NO Foto cortesía de la autora

Mi manera de relacionarme es voraz. Apenas nací, me le prendí a mi madre del pecho y le succioné las vitaminas, los nutrientes y el alma. Después, me terminaba el biberón de leche con miel, no dejaba ni una gota y, sin excepción, pedía más. Más. ¿Qué era lo que exigía con llantos y pataletas? Dicen que toda demanda es de amor.

Con la lengua y las papilas probé lo que tenía al alcance, y así fue como mi idea del mundo se empezó a formar. Me llevaba a la boca las manos con todos sus dedos, la tela de la ropa, los peluches. Cataba la forma y la textura, los diferentes sabores. Lamí las paredes y los cristales, mordí a mi perro, mastiqué el pasto, saboreé algodón, papel y demás delicias que encontraba en casa. De esta forma creía incorporar los objetos que me rodeaban, lograr el dominio, poseerlos, saber todo de ellos. Lo mismo me pasó con las personas. Se me antojaban pero, por cuestiones de ingestión y digestión, no podía devorarlas a mi gusto. Entonces suplía mis antojos con frutas, verduras, proteínas y uno que otro caramelo. Quedaba insatisfecha. Entendí que no se trataba de ese tipo de hambre.

Mi desayuno diario es un plato bien colmado de fantasías, también endulzadas. Cuando el sol se asoma y le doy el primer trago al café, imagino comerme a mordidas tu condición de ser, beber tu elixir de vida, apropiarme de tu sombra oscura. La mesa se convierte en una nave que me desplaza a otra dimensión donde soñamos a dúo.

A mediodía empiezo a inquietarme y vuelvo a sentir algo en el centro del estómago, un remolino que marea, revuelve las emociones. Lo entretengo con bocadillos aderezados de los recuerdos que compartimos. Trago ansias, fracasos, delirios, me desespero porque no te asimilo. Un bocado de ilusión me calma por momentos, pronto las entrañas reclaman estar deshabitadas, vacías. El estómago protesta. Hacia la tarde, intento controlar el impulso por satisfacerme de ti, por la urgencia impostergable frente a mis deseos de tenerte. Sabes que soy incapaz de extasiarme de realidades y sueños, no me colmo con nada. El pozo nunca se llena y nadie, ni tú, me son suficientes. Me faltan siempre tus pasiones, tus ideas, la presciencia de lo que será.

Esta noche, la cena será un festín de remembranzas. Tendré insomnios y pesadillas. Mañana cuando amanezca, sentiré más apetito de ti, insaciable que soy.

*** Fuiste prueba y horror.