Rob Riemen (Países Bajos, 1962), extraordinario pensador neerlandés que aboga por el humanismo, encomia a Thomas Mann, quien habló de la Weltliteratur, la literatura universal. Riemen evoca, de acuerdo con George Steiner, el universalismo del escritor de Lübeck.
El ensayista, fundador y presidente del Nexus Instituut en Ámsterdam —un foro independiente de vocación internacional, creado en 1994 con el propósito de estimular la reflexión intelectual, así como el debate filosófico y cultural— es autor de dos libros fundamentales para comprender nuestra época: Nobleza de espíritu. Una idea olvidada (prólogo de George Steiner, traducción de Goedele de Sterck, Taurus, Barcelona, 2017) y Para combatir esta era. Consideraciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo (traducción de Romeo Tello A., Taurus, Barcelona, 2018).
En una charla publicada en La Maleta de Portbou, Riemen declaró al periodista Josep Maria Martí Font: “Desde el momento en el que hay una democracia, hay un peligro inherente, que es el fascismo. Es lo mismo que sucede con el cuerpo humano y el cáncer; las posibilidades de tener cáncer son enormes, porque es parte de nosotros”.
En entrevista, el escritor conversa sobre la trascendencia de las humanidades, su pasión por Clío, la búsqueda de la verdad, la finitud y el ideal sublime.
En Para combatir esta era escribiste: “El único conocimiento que puede aportar una verdadera comprensión del corazón humano, las complejidades eternas de las sociedades, con sus intereses en conflicto, las causas de los movimientos y levantamientos contemporáneos —y lo que una civilización democrática realmente requiere— es la sabiduría de la poesía y la literatura”.
Es la esfera de las humanidades, de la cultura. También incluyo la filosofía, la historia, la teología y el arte. Se trata del ejercicio de la conciencia. Sin la lectura no se puede acceder al concepto de civilización, al conjunto de ideas y saberes que compone una sociedad. La literatura y las demás disciplinas a las que nos referimos son trascendentes porque narran historias sobre el significado del ser, sobre las complejidades de la identidad, sobre aquello que nos constituye.
En ese libro te refieres a Radim Palouš. Narras un encuentro con el filósofo y disidente de Praga, Wolfgang Waldersee, propietario de un hotel en el que se organizan simposios internacionales, quien no podía resistir el deseo de contarte que Palouš había sido amigo de Václav Havel —autor de piezas teatrales como El comunicado (1965), Audiencia (1978), Largo desolato (1985) y La tentación (1986)—, quien asumió la presidencia de la República de Checoslovaquia en diciembre de 1989, después de haber sido uno de los dirigentes teóricos de la oposición al régimen comunista y líder de la disidencia.
La velocidad se impone cotidianamente. Esa búsqueda o estilo de vida se vincula con nuestro profundo miedo a la muerte
El pasaje que mencionas es un homenaje a Radim Palouš, quien fue extraordinario, como el gran Václav Havel —cuya trayectoria política se desarrolló paralelamente con la creación literaria, en la que destacó como dramaturgo y ensayista. Resultó ser un individuo singular, inigualable, esperanzador. Un día dijo: “Tengo una idea, pero, si no les molesta, ahora voy a fumar mi puro y se las diré mañana”. Se caracterizó por ese tipo de gestos. Radim Palouš esgrimió argumentos contundentes e impresionantes sobre el devenir europeo. La esperanza reside en su despedida: “La de Europa es una historia llena de lágrimas, pero también de hazañas. Es un sueño que no se rinde”.
Yo añadiría: el de Clío, musa de la Historia, también es un relato lleno de lágrimas. Pienso en la conciencia histórica y en el mundo fuera de las fronteras de Europa.
Estoy completamente de acuerdo contigo. Extrapolo Europa a todo Occidente y a muchas otras latitudes. Todo concierne a Clío. Tu aproximación al tema de la historia es acertada.
Defines de manera distinguida: “La cultura significa apertura a lo nuevo, una búsqueda de nuevas formas que puedan resistir la prueba del tiempo”. ¿De qué manera percibes el concepto de verdad vinculado con esta musa que tiene siempre “un libro en las manos”?
Clío es primordial. Cuando se resiste la prueba del tiempo, la esencia de la cultura es la persistente búsqueda de la verdad y el anhelo inherente a su expresión de múltiples maneras. Es el deseo de manifestarla a través de todas las disciplinas concernientes al humanismo sobre las que hablamos al inicio de esta conversación. Sin la historia, la literatura, el arte, la filosofía y la teología, nuestro quehacer es imposible. En nuestra cacería de la verdad debemos estar alertas de su forma cambiante. La búsqueda de la verdad es permanecer atentos a las transformaciones que se manifiestan en el tiempo, ante la mirada siempre atenta de Clío.
Lamentas que la vida espiritual ya no es relevante, que todo consiste en sentirse bien, mejor cuando es cómodo y placentero. Afirmas: “Cuando nada es absoluto, nada es eterno tampoco: todo es finito y transitorio”.
El origen de mi reflexión es nuestra carencia de tiempo. La velocidad se impone cotidianamente en las sociedades. En Para combatir esta era planteo que esa búsqueda o estilo de vida se vincula con nuestro profundo miedo a la muerte. Cada persona debería reflexionar sobre la finitud.
Aseveras que Friedrich Nietzsche sabía cuáles serían las consecuencias del nihilismo para la sociedad europea. ¿Cómo percibes su noción del nihilismo?
Nietzsche escribió: “El peligro de todos los peligros: que nada tenga significado”. La negación de fundamentos en el ámbito del conocimiento y la pérdida de los valores espirituales devienen en la desaparición del sentido, del pensamiento y de la conversación —un arte que implica el intercambio de reflexiones e ideas. Por eso el nihilismo era un peligro para el filósofo alemán.
Viste la partitura de Cantata sinfónica para solo, coro y orquesta. Nobleza de Espíritu. Palabras de Walt Whitman, del compositor Joseph Goodman, según narras en Nobleza de espíritu. Una idea olvidada. La obra está basada en Hojas de hierba, la oda de Whitman a la libertad y a la poesía.
Le pregunté a Joseph Goodman sobre la elección del título. Me respondió que la nobleza de espíritu es el ideal sublime, la única libertad, la búsqueda de la verdad, como la persiguieron Walt Whitman y Thomas Mann. Tras la muerte de Goodman, asumí la tarea de escribir mi libro Nobleza de espíritu.