Como cada año, en este mes instituciones culturales alrededor del mundo se están preparando para conmemorar el Día Internacional de los Museos, fecha que, desde 1977, se celebra el 18 de mayo. El tema en torno al cual se centra la conmemoración de este 2022 es El poder de los museos, entendido éste como la posibilidad de cambiar el mundo. “Los museos tienen el poder de transformar lo que nos rodea. Como lugares incomparables de descubrimiento, nos enseñan nuestro pasado y abren nuestras mentes a nuevas ideas, dos pasos esenciales para construir un futuro mejor,” se lee en la página del ICOM (Consejo Internacional de Museos). El concepto y su justificación son muy pertinentes, y es una frase que tiene la capacidad de resonar con fuerza entre el público, pero si no se aborda desde una postura crítica corre el riesgo de ser sólo eso: un eslogan para redes sociales, de poca consecuencia para atender las discusiones que como sociedades necesitamos tener de modo urgente.
SI SE LE VE desde una perspectiva histórica, el poder de los museos ha sido el poder mismo. Para explicarlo habría que enunciar una realidad innegable: el museo como institución se fundó y sostuvo sobre el sistema colonial. Su origen se encuentra en los gabinetes de curiosidades que, desde el siglo XVI, se popularizaron entre las élites europeas.
En el siglo XVIII cobraron mucha mayor importancia y, con el paso del tiempo, dejaron de ser simples vitrinas en residencias señoriales que unos cuantos compartieran; luego fueron donadas a espacios donde un público más amplio pudiera observarlas. Esto se debió, por un lado, al pensamiento ilustrado que fomentaba una mirada científica pero, por el otro, a un espíritu de aventura impulsado por la expansión colonialista. Por lo tanto, la figura del explorador que descubre maravillas tanto del pasado como naturales, y el coleccionista que reúne antigüedades y objetos que registran la historia humana y natural para exhibirlas, no pueden disociarse de la dominación territorial de los imperios europeos sobre otros pueblos. Es decir, a medida que se iban conquistando nuevas tierras, los aventureros llegaban a ellas a expoliar su patrimonio.
Tampoco podemos negar que muchas exploraciones en las que se hicieron hallazgos de piezas significativas de la antigüedad —o la compra de las mismas para integrarse a gabinetes y museos en ciernes— se financiaron con dinero esclavista, práctica que además iba de la mano no sólo de la explotación de personas, sino también de los recursos naturales. Es el caso del Museo Británico, uno de los recintos museales más emblemáticos del mundo: se formó gracias a la colección de sir Hans Sloane, reunida con el dinero de su esposa, Elizabeth Langley, hija del dueño de plantaciones de azúcar en Jamaica, en las cuales la fuerza de trabajo estaba conformada por esclavos afrodescendientes.
Muchas exploraciones en las que se hicieron hallazgos
de piezas significativas se financiaron con dinero esclavista
PARA MUCHOS, retomar estos antecedentes históricos podría parecer una discusión estéril. Así eran las cosas entonces y no debemos juzgarlas con valores del presente, argumentan. Desde luego que es importante siempre pensar históricamente y situar los fenómenos del pasado en su contexto, pero resulta innegable que la historia de los museos está ligada a la del colonialismo y, por lo tanto, de la esclavitud.
Asimismo, muchas de las piezas que se exhiben son producto del saqueo; el hecho de que lo llevaran a cabo con fines de estudio e investigación no debe justificarlo. Más aún, porque a partir de ese saqueo y su exhibición, se consolidó un discurso sobre el cual se sostuvo un sistema social y político fundamentado en el colonialismo y el racismo, del cual todavía hoy existen consecuencias palpables. También es cierto que durante mucho tiempo, los museos operaron bajo la narrativa de ser espacios civilizatorios que documentaban la barbarie de los Otros para justificar su dominación.
Podríamos decir que esta carga histórica sólo es un lastre para los museos europeos, pero no hay que olvidar que como institución se convirtió en un modelo exportable, observado desde fuera con aspiraciones de modernidad y que, por lo tanto, permeó en todo el mundo.
Pensemos en el caso de los museos mexicanos: la mayoría sigue replicando narrativas de identidad nacional arrastradas desde el México revolucionario y me atrevería a decir que incluso del independiente. No olvidemos que nacen con el Museo Nacional Mexicano de 1825, recién consumada la Independencia y, por lo tanto, en un momento en el que se estaba construyendo un nuevo país, que iba a necesitar de sus propias narrativas históricas para definirse. Al ser espacios que han afianzado, todavía hoy, discursos nacionalistas —sobre todo aquellos que dependen del Estado—, también han jugado un papel en ocultar o abiertamente reprimir cualquier postura que rompa con éstos.
Consideremos, ahora, los ejes que el ICOM ha planteado para las reflexiones y acciones para el Día Internacional de los Museos de 2022: el poder de la innovación en la digitalización y la accesibilidad, el poder de la construcción de la comunidad a través de la educación, y el poder de lograr la sostenibilidad. Los dos últimos, sobre todo, no pueden ser posibles si los museos no hacen un esfuerzo más explícito y profundo por enfrentar su pasado, suscitando reflexiones autocríticas hacia adentro sobre su rol en la consolidación de estados-nación que perpetuaron injusticias sociales.
Únicamente así podrán convertirse en agentes de cambio social, como lo propone el ICOM. Pensemos tan sólo en el tema de sostenibilidad: este eje se plantea a partir de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre los que se encuentran la igualdad de género, la reducción de las desigualdades, el fin de la pobreza, la paz y la justicia. ¿Cómo van a impulsar estos objetivos museos cuyas colecciones carecen de una justa representación de mujeres por su origen patriarcal y que se formaron gracias a prácticas de explotación laboral? Esto, por mencionar dos puntos. La única manera es abordando ese pasado de frente y compartiéndolo con el público desde la franqueza.