Agustina Bazterrica: una distopía sobre el canibalismo

Esgrima

Agustina Bazterrica (Buenos Aires, 1974) Foto: Rocío Pedroza

La salud del cuerpo se fragua en la oficina del estómago.

MIGUEL DE CERVANTES

Cadáver exquisito (Alfaguara, Ciudad de México, 2020) ocurre en una distopía caníbal. A causa de un virus mortal que afecta a los animales y contagia a los seres humanos, la sociedad se divide. Se naturaliza el consumo de carne humana. Se faenan —matan y preparan para el consumo— hombres y mujeres y hay carroñeros. En la novela de Agustina Bazterrica (Buenos Aires, 1974), los humanos son criados para ser animales comestibles: “les sacan las cuerdas vocales”. Ocurre el proceso de deshumanización cuando se pierde la voz, el sistema de comunicación, como si de un régimen totalitario se tratase. “Nadie quiere que hablen porque la carne no habla”, escribió. Anulan una parte del lenguaje para ejercer control.

Colige: “Su cerebro le advierte que hay palabras que encubren el mundo. Hay palabras que son convenientes, higiénicas. Legales”. Examina el lenguaje visto como cómplice que encubre el mundo. Bazterrica plantea el dilema de la otredad: hay humanos que comen a otros y hay humanos que serán consumidos, previamente faenados. Jazmín representa a las mujeres silenciadas y maltratadas del mundo. Es una representación del feminicidio. Se convierte en alegoría de la trata de personas y del asesinato sistemático de mujeres como un ejercicio de canibalización.

Ganadora del Premio Clarín Novela 2017, Cadáver exquisito fue seleccionada por un jurado compuesto por los escritores Jorge Fernández Díaz, Pedro Mairal y Juan José Millás. El jurado destacó que “se trata de una novela mayor, que incursiona en los mecanismos siniestros de una sociedad distópica y caníbal, valorable por su atmósfera densa e hipnótica, su trama sorprendente, su lenguaje directo y despojado, y su capacidad para volver visibles algunas prácticas oscuras y normalizadas de la vida cotidiana actual”.

Durante la investigación realizada para el desarrollo de la novela, la escritora argentina conversó sobre la alimentación consciente con Gonzalo Bazterrica, su hermano, un chef dueño de un restaurante a puertas cerradas. Agustina Bazterrica asevera: la alimentación consciente se relaciona con la máxima de Hipócrates: “Que tu alimento sea tu medicina, y tu medicina tu alimento”.

Cadáver exquisito explora la oscuridad que lleva implícita la naturalización de la crueldad. ¿Qué propició el desarrollo de la alegoría —el consumo de carne humana— planteada en la novela?

Naturalizamos la crueldad gracias al sistema capitalista, que considera al otro como un elemento para usar y desechar. Realicé investigaciones sobre la alimentación consciente y dejé de comer carne.

Un personaje, Urlet, afirma: “Después de todo, desde que el mundo es mundo nos comemos los unos a los otros. Si no es de manera simbólica, nos fagocitamos literalmente”. ¿Cuál es el origen de la frase atribuida a Urlet?

El canibalismo es literal en la novela. Pero nos comemos los unos a los otros simbólicamente. El ejemplo más radical es la trata de personas. Se trata de mujeres raptadas, drogadas, en cautiverio. Recientemente leí en los diarios sobre el caso argentino de María de los Ángeles Marita Verón, hija de Susana Trimarco, por su vigésimo aniversario. Hace veinte años, Marita fue secuestrada por una red de trata de personas con fines de explotación sexual. Su madre, Susana Trimarco, hizo de la historia un emblema y puso en primer plano de la agenda nacional el crimen de la trata de personas. Su lucha y persistencia llevaron a rescatar a múltiples víctimas y a allanar prostíbulos. La Fundación María de los Ángeles, creada por Trimarco, ha ayudado enormemente en las labores de rescate. También nos comemos los unos a los otros a través de la guerra, de la esclavitud. Son algunos ejemplos. Cuando se corta la empatía con el otro se genera la violencia.

El canibalismo es literal en la novela. Pero nos comemos simbólicamente. El ejemplo más radical es la trata de personas

El jurado del Premio Clarín Novela 2017 destacó que Cadáver exquisito es “una novela mayor”. En el dictamen, el jurado omitió el silencio, esencial en la novela. “La ausencia de los animales dejó un silencio opresivo, mudo”, escribiste. Posteriormente se lee: “Sale y se queda acostado en el pasto bajo el silencio de esas luces en el cielo, millones, heladas, muertas”. ¿Qué significado le otorgas al silencio?

Es una muy buena pregunta. Realizaste una lectura acertada. Muy pocos lectores se han dado cuenta de la importancia del silencio en la novela. A los humanos que son criados para ser animales comestibles les sacan las cuerdas vocales. Es el detalle más evidente. El virus es parte del silencio. Pero juego con la ambivalencia, con aquello que no se dice. Un silencio grande en el libro es el narrador en tercera persona focalizado en Marcos Tejo. Otro silencio es el de Sergio, uno de los aturdidores, quien dice algo que el lector no sabe. Consideremos el silencio de los animales que ya no están. El silencio construye el clima.

El protagonista dirá: “Este es Marcos Tejo, un tipo al que se le murió un hijo y camina por la vida con un agujero en el pecho. Un tipo que está casado con una mujer rota. Se dedica a faenar humanos porque tiene que mantener a un padre demente que está encerrado en un geriátrico y que no lo reconoce. Está por tener un hijo con una hembra, uno de los actos más ilegales que puede cometer una persona”. ¿Cómo fue el desarrollo de Marcos Tejo?

Lo desarrollé de manera intuitiva. Es la inteligencia que más me interesa porque escapa a lo racional y se vincula con lo intangible. Es una suma de vivencias, lecturas, reflexiones. Investigué sobre la alimentación consciente y otros temas durante muchos meses. Cuando decidí concluir la investigación y me senté a escribir, apareció el personaje. Posee ambivalencias, vive entre claroscuros, tiene dudas que al final se disipan. Convivo con los personajes. Los conozco conforme los imagino.

Escribes: “… el colibrí se mueve rápido y desaparece. Piensa que no hay manera de que algo tan hermoso y pequeño haga daño. Piensa que, quizás, ese colibrí es el espíritu del padre que lo está despidiendo”. ¿Qué significado le das a la orfandad?

Es un vacío irreparable. No hay manera de llenarlo. La orfandad es uno de los tantos dolores que atraviesan la novela. Me permitió trabajar con un personaje tan fragmentado y tan roto, cuya condición mental le permite hacer lo que realiza con Jazmín al final.

El epígrafe de Leopoldo Lugones, de su cuento “Yzur”, condensa la novela y pareciera anunciar el final. Y la ilustración de la portada del diseñador argentino Max Rompo es atractiva y acertada.

De acuerdo. El final está anunciado desde la cita de Lugones: “... y su expresión era tan humana, que me infundió horror...”. Iba a ponerla en la segunda parte, pero finalmente decidí que no. Y cuando recibí la portada de Max Rompo fue un sí directo.