Fauna, de Nicolás Pereda

Filo luminoso

Fauna, de Nicolás Pereda Fuente: imcine.gob.mx

La más reciente cinta de Nicolás Pereda, Fauna, explora las posibilidades de la ficción interpretativa y de la flexibilidad de la construcción de personajes a través de palabras y narrativas tomadas de contextos diversos. Es un fascinante ir y venir entre tramas, un perder el rumbo (como cuando el navegador Waze pierde la señal al inicio del filme) y recuperarlo en territorios híbridos, géneros cambiantes y universos que fluctúan entre lo cotidiano y lo ficticio, en una competencia por la atención del espectador, tanto en la pantalla como en el espacio negativo de la misma.

Luisa (Luisa Pardo), quien es actriz, maneja el auto por la carretera para llevar a su novio, Paco (Francisco Barreiro), también actor, a conocer a sus padres y a su hermano Gabino (Lázaro Gabino Rodríguez). La primera parte de la película es un viaje que da lugar a una mordaz comedia de errores marcada por un humor seco y situaciones absurdas, desde el paradójico y accidental encuentro entre Paco y el papá (José Rodríguez López) de Luisa, en la única miscelánea del pueblo, donde se han acabado los cigarros, hasta la delirante secuencia en una cantina donde el padre y el hermano de Luisa le piden a Paco actuar su papel en la serie Narcos: México.

Esta última escena es el primer entrecruzamiento claro entre la realidad y la ficción, ya que Barreiro protagoniza el papel de Francisco Arellano Félix en esa serie de Netflix (2018-2021). Paco no puede ignorar la presión y lleva a cabo una re-reinterpretación de su papel, pero dado que su personaje no tiene diálogos, lo hace en silencio, únicamente con gestos y miradas de desafío y arrogancia. Eso no satisface a sus interlocutores, por lo que se pone de pie y retoma el papel que Diego Luna interpretó de Miguel Ángel Félix Gallardo en la serie, con lo que añade un nivel más de mitificación a la leyenda del narco y parodia la ilusión de realismo, que cuestiona la manufactura de un consenso sobre una obra de entretenimiento que pretende ofrecer la verdad sobre la historia del narco.

Así, Pereda hace una aguda disección de la realidad impostada por una dramatización televisiva y evoca la reflexión de Oswaldo Zavala en su libro Los cárteles no existen: Narcotráfico y cultura en México, donde el autor y académico de la Universidad de la Ciudad de Nueva York plantea en esencia que el crimen organizado en México es “un dispositivo narrativo” y que son series, películas, música y narconovelas los medios encargados de mantener vivo un mensaje propagandístico. Fauna no es una cinta didáctica ni pretende ofrecer un panorama de la violencia o el impacto del narco, sino más bien confrontarnos con la manera en que estamos condicionados para interpretar la inseguridad, el crimen organizado, las desapariciones forzadas y esos elementos que, de modo trágico, son parte inseparable y normalizada del ambiente.

FAUNA GANÓ EL PREMIO al mejor director en el Festival Internacional de Cine de Morelia en 2020 y ha sido exhibida en varios festivales. Si bien no parece el interés del director, guionista, editor y productor Nicolás Pereda construir una situación familiar creíble, en tan sólo una escena dibuja los vínculos entre Luisa y su madre, Teresa (Teresa Sánchez), con una agudeza formal brillante. Mientras los hombres están en el bar, en la casa Luisa despierta y le pide a su madre que la ayude a ensayar una parte de un diálogo que resulta formar parte de Sonata de otoño (Ingmar Bergman, 1978) y que sintetiza el desprecio y la intolerancia de la madre hacia la hija: “¿Es la desgracia de la hija el triunfo de la madre? ¿Mamá... es mi dolor tu alegría secreta?”. La actitud condescendiente de la madre y su propia lectura del texto, para mostrarle cómo se debe interpretar, dibuja de forma notable la dinámica entre ellas y pone en evidencia las tensiones familiares. Esta escena es un contrapunto al papel de Paco y una suerte de mise en abyme del análisis sobre la interpretación y la actuación.

Ganó el premio al mejor director en el Festival Internacional de Cine de Morelia y ha sido exhibida en varios festivales

LOS PERSONAJES del cine de Nicolás Pereda emergen en gran medida de sus actores de cabecera, con quienes ha colaborado durante más de quince años; sus biografías, personalidades y condición resultan esenciales para imprimir el carácter de las narrativas, del divagar de las historias y las estructuras de lo que se cuenta. Sus actores forman una pequeña compañía (algunos de ellos son parte del grupo teatral Lagartijas tiradas al sol), con ellos ha trabajado en más de una docena de proyectos con enorme confianza y eficiencia.

No es casual que en el viaje de Luisa y Paco, y más tarde el de Gabino, Waze anuncia equivocadamente haber llegado al destino, como si el pueblo minero que buscan simplemente no pudiera ser localizado. Esto nos informa que estamos en un territorio ambiguo, inestable, donde la ficción se antepone a la realidad, donde la violencia y la muerte han puesto en entredicho la existencia misma de una población. La decisión de filmar la secuencia inicial sin mostrar a los protagonistas y, en cambio, centrándose en una discusión alrededor del alcance de sus dispositivos de comunicación y de lo peligrosa que puede ser esa carretera por la noche, es una manera de establecer las reglas de la fluidez de las identidades y el muy asimilado miedo ambiental.

TRAS LA NOCHE DE CERVEZAS, Gabino lee una novela detectivesca. Luisa le pregunta de qué trata el libro y él le describe una interpretación vaga de Fauna, de Mario Levrero. De esa manera arranca la segunda parte del filme, donde se monta en esa historia y los actores súbitamente, con artificiosas pelucas, se desdoblan para interpretar nuevos papeles.

Un hombre (Gabino) llega a un pueblo buscando a un Rosendo Mendieta y se aloja en el hotel Oasis, donde se encuentra en un enredo absurdo con una mujer, quien luego le pide ayuda para rescatar a su hermana Fauna, que vive sometida por la poderosa familia de su pareja. Nuevamente, aquí las interpretaciones de personajes, la flexibilidad y el carácter inasible de la identidad vuelven a ocupar un papel primordial. Gabino cuenta que no ha terminado la lectura pero le regala el libro a su hermana, para marcar que el desenlace no tiene la menor importancia. En la última secuencia los protagonistas en sus papeles alternativos comparten un secreto que no revelan al público.

Fauna recuerda hasta cierto punto a Pirandello y su construcción de personajes en un estira y afloja entre la lógica y el delirio, con la diferencia de que, más que buscar un autor, sus personajes se transforman buscando una narrativa y toman posesión de arquetipos (del film noir, del relato narco, del drama familiar y de la comedia esperpéntica). Con esta entrega, Pereda pone en evidencia nuevamente su talento para elaborar relatos minimalistas de una complejidad extraordinaria y además nos muestra mejor que nunca su humor fulminante: “¿Oye, de verdad se llaman Flora y Fauna?”.