"Diamante ll" y otros poemas

A mediados de julio se anunció al ganador del Premio de Poesía de la Asociación Portuguesa de Escritores (equivalente, quizá, al Xavier Villaurrutia, en México): António Carlos Cortez (Lisboa, 1976), poeta, ensayista y crítico literario. Su trabajo incluye A Sombra no Limite – 58 sonetos (2004), A Dor Concreta – Antologia 1999-2015 (Premio de la Asociación Portuguesa de Escritores) y Jaguar (2019, Premio Ruy Belo); libros suyos han aparecido en Brasil, México y Francia. La poeta Blanca Luz Pulido traduce aquí tres piezas del volumen Diamante (2021).

"Diamante ll" y otros poemas Foto: Pixabay

VERSIONES DE BLANCA LUZ PULIDO

QUE NADA SE SABE

El arte implica una cierta rudeza

MATIAS AIRES

¿Qué dirás después

cuando más tarde

mires hacia atrás

y veas que todo

cuanto queda es ya

otro tiempo que nos duele?

Palabras que dijimos

fueron vastas

olas desengaño

escenas múltiples de otro mundo

imposible querer

tal vez rescatar del mar

lo que todavía nos queda

una mirada que me dispersa

Sobrevive la ausencia

una cuerda de dolor un océano

atando el cuerpo

al error que lo atraviesa

y así es como todo queda

por destruir lo que tenemos

de año en año

de prisa en prisa

LECCIÓN DE POESÍA

Ganar, perder todo nos jugamos

día con día. Importa vivir,

olvidar lo que es preciso, recordar

cuanto fue dicho entre nosotros, reescrito,

desmentido... No nos dijeron

que, cerrada cualquier puerta, el sentido

llega, noche tras noche, terminado su plazo,

derrotando lo que creías haber vencido

y regresa entre pérdidas, entre piedras,

como un dardo un ensordecedor sonido mudo

—el amor que al vivir se agota

exactamente como se agota todo

DIAMANTE II

1. Funcionamiento del poema:

“sé que el sufrimiento puede, / claro, arder; y conozco / la puerta de la caricia”

(António Franco Alexandre)

Y diré: cuando escribo hay un corazón bombeando hacia adentro, de forma

figurada, una escritura que enloquece, una especie de silencio de dientes

cerrados, una boca cerrada que, al abrirse, se alimenta del mundo que conoce: ciudades, cuerpos, el fuego dentro del fuego, la iluminada visión de los mapas ancestrales. Diré: procuro la profundidad de un lugar que me sirva de morada. Soy un animal enjaulado.

2. Funcionamiento de la existencia:

“Y sabed que, si tuviereis amor, / Tendréis el entendimiento de mis versos” (Camões)

Una obra, todas y cualquiera, no se concluye jamás. Leo en António Ramos

Rosa: “la posibilidad de la construcción tiene como condición necesaria la

energía vital del constructor. [...] El constructor es consciente de la precariedad de la existencia, de su finitud insuperable, de su negatividad intrínseca. En sus actos y movimientos, el hombre es un ser tenso y cuidadoso, porque la

realidad implica la contingencia de la adversidad y la inminencia de una

posible catástrofe que puede ocurrir tanto en el mundo exterior como en el

dominio subjetivo”.

3. La escritura

Siendo así, juntando las tres palabras, los tres órdenes del saber, este libro que ahora cierras, lector, podrá releerse de acuerdo con el amor que tuvieras y, si

por casualidad te sientes identificado con el pathos de sus imágenes, también

tú arderás claramente y tendrás la llave para abrir conmigo las puertas de la

caricia. Pero fíjate bien, lector: si te dejas envolver en la obra, no olvides las

homofonías y las homografías: obra – sobra – cobra. En otras palabras: toda la

escritura puede, como un diamante, brillar, hacer estallar su luz, y puede ser

un objeto cortante. Una arista es suficiente. Diré por último: todo hombre que crea tiene la absoluta claridad de que trabaja para que la catástrofe no llegue al

final de los tiempos. Por eso el poeta, el artista, el arquitecto, el pintor, el

bailarín, el músico, el actor, buscan el fulgor de las presencias reales e

infunden, en aquellos con quienes se cruzan, tocando sus párpados e iris en

llamas, el don más alto: dar a cada obra de arte su propia medida —su poder

de irradiación. De dicción.