El año 1962 fue crucial para los Beatles. A decir verdad, el ciclo de mutaciones había comenzado el 28 de octubre de 1961, cuando un joven preguntó en la tienda NEMS de Whitechapel por el sencillo de un grupo desconocido. El propietario, quien presumía de contar con el mejor catálogo de discos, se intrigó, y al descubrir que era de Liverpool y se presentaba a pocas cuadras de su tienda, decidió conocerlos.
El mediodía del 9 de noviembre, Brian Epstein asistió a The Cavern. Tras escuchar a los escandalosos pero simpáticos barbajanes del cuarteto decidió convertirse en su mánager, y con este fin los convocó a su oficina el 3 de diciembre. Para la Navidad de ese 1961 ya había logrado que Polydor relanzara en Inglaterra “My Bonnie Lies Over the Ocean” con Tony Sheridan, acreditando a la banda acompañante como The Beatles, y la poderosa Decca les había concedido una audición.
EL DÍA DE AÑO NUEVO de 1962, en los estudios de grabación del sello, interpretaron una mezcolanza de rhythm and blues (“Money”), pop edulcorado (“Take Good Care of My Baby”, “To Know Her is To Love Her”) y éxitos vetustos como “Bésame mucho” y “The Sheik of Araby”. Para colmo, George cantó “Three Cool Cats” en clave cómica, secundado por John, imitando a Speedy Gonzales. Al cabo de unas semanas la sentencia fue negativa: “Los grupos con cuatro guitarristas ya pasaron de moda”; se le recuerda como una regada tan monumental como el rechazo de En busca del tiempo perdido, pero lo cierto es que un menú musical tan variopinto como el de la audición, más que apetito, provocaba escepticismo.
Otro cambio decisivo fue la transformación de los gamberros con sucias chamarras de cuero y copetes grasientos en atildados dandis de trajes impecables y cabello a la paje. Mientras Brian Epstein se afanaba por lograr otra audición, ellos regresaron a Hamburgo a fin de inaugurar The Star Club. Sin embargo, la temporada sería aciaga: el 10 de abril, Stu Sutcliffe, exmiembro y el mejor amigo de John, sufrió un ataque en su taller de pintor. Cuando su novia Astrid volvió del trabajo, llamó a la ambulancia, pero fue muy tarde; murió en el trayecto.
Otro cambio decisivo fue la transformación de los gamberros en dandis de trajes impecables y cabello a la paje
Finalmente, el 9 de mayo recibieron un telegrama informándoles que les habían agendado una prueba en EMI. El 6 de junio acudieron a los ahora legendarios estudios Abbey Road, en Londres. Tocaron “Bésame mucho”, “Your Feet’s Too Big”, y tres propias: “Love Me Do”, “P. S. I Love You”, y “Ask Me Why”. El dueto Lennon-McCartney había revisado y remozado sus composiciones, entre ellas una escrita en las lejanas tardes de 1958, en el pórtico de la casa de Paul, en Forthlin Road. “Love Me Do” es un reclamo, casi un conjuro incantatorio —nótese que los versos son isométricos, con cuatro sílabas cada uno—, para retener a la coqueta y rejega novia de Paul entonces, Iris Caldwell.
Conscientes de su gusto por la armónica —en Inglaterra, pocas canciones la incluían, a diferencia de Estados Unidos—, llamaron al productor George Martin para que escuchara al cuarteto. La canción, inicialmente llamada “Love Love Me Do”, había bajado su clave de La a Sol, e incluía a John en la armónica, mientras Paul, a diferencia de la interpretación en vivo —fue la primera composición propia que difundieron—, lo sustituía en la voz principal. Se ha debatido si Lennon toca o no la guitarra, pero el tema se aclara al considerar que, al carecer de un soporte para la armónica, debió sostenerla con las manos, por lo que no podía cantar ni tocar.
EL ESTRIBILLO REMINISCENTE del blues aterciopelado de Arthur Alexander y el riff semejante al de “Hey! Baby” de Bruce Channel otorgaron a la pieza su inconfundible y contagioso sonido, incluso hoy. Estructura, versos y tempo son sencillos, aunque incluía una aceleración antes del coro —Pete Best reclama suya esa sugerencia; su interpretación de la pieza se oye en Anthology 1. George Martin no estaba satisfecho con las tomas y los citó para otra sesión el 4 de septiembre.
En el ínterin sucedió otro cambio: el despido de Pete Best, el 16 de agosto de 1961. Lo reemplazó Ringo Starr, quien formaba parte de Rory Storm & the Hurricanes. Al volver al estudio, Martin les sugirió grabar una canción ajena, que a su juicio sería un éxito. Pese a que “por ese trozo de plástico algunos habrían vendido el alma” (Ringo, Antología), John y Paul insistieron en “Love Me Do” y volvieron a interpretarla, ya con Paul en la voz principal.
Ringo ha recordado que en ésa, su primera sesión, Brian le notificó que Martin prefería un baterista de estudio. Tras discutir qué tema sería el sencillo —consideraron a “P. S. I Love You” y “Please Please Me”—, retomaron la primera propuesta, pero con una nueva toma en la que participó Andy White, un profesional. Requirieron dieciocho tomas, todo para que la versión finalmente acuñada fuera la de Ringo.
No acabaron aquí las peripecias de esta canción. Después de que vendiera casi cien mil copias, situándose en el puesto 17, y entronizara a los Beatles, Martin descartó la cinta monoaural —se rescató en Past Masters, Volume One, 1988— para el primer álbum estadunidense, Please Please Me, recuperando la toma con White. Es la que casi todos conocemos, y además de que Ringo toca la pandereta, instrumento ausente en la versión con él de baterista, el tempo es ligeramente más acelerado.
Desde entonces, ha recibido diversas versiones de los propios Paul y Ringo, la última de las cuales data de 2018 (grabada en los estudios Abbey Road para Spotify). A despecho de que la grabación más conocida sea más acelerada y festiva, considero la de Ringo más interesante, por las inflexiones en los compases —como un traspié— y por el énfasis blusero de la armónica —las notas se alargan por fracciones de segundo. Al celebrar los sesenta años de “Love Me Do”, debemos celebrar también la temprana destreza y el acoplamiento de los Beatles en el instante preciso de la gran explosión que detonó el nuevo universo del rock. “Love Me Do” son los tres primeros minutos.