Decidimos ir al festival Hipnosis al atardecer porque los astros se habían alineado: Black Angels, Moon Duo y Primus tocarían bajo la luna en el Parque Bicentenario. Ya tenía listo mi ajo de venado. Como siempre, el problema era el dinero. Igual terminé por apretarme el cinturón. Jamás volveríamos a presenciar a estas agrupaciones juntas. El cartel incluyó, además, a El Universo, Parque de Cometas, The Lazy Eyes, Tempers, Psychedelic Porn Crumpets, Babe Rainbow y Osees. Nosotros entramos a las seis, cuando empezaba el quinteto psicodélico japonés Kikagaku Moyo, la revelación del festival que nos sorprendió justo cuando mi tercer ojo se abría y parpadeaba con el eco mágico del sitar.
En seguida aparecieron los Black Angels estrenando su disco Wilderness of Mirrors, miles de watts sabor a psilocibina y tierra. Pero en seguida empezaron las fallas del sonido. No me quejo por los 2 mil 200 pesos, sino por el audio fallido cuando la materia es musical. La voz de Alex Mass se perdía y el bajo de Ramiro Verdooren se desconectaba. Lo normal. Nuestra mágica realidad siempre nos cae encima con estas maldiciones, como la cartereada que quisieron darme. Mejor me dejé ir como astronauta lanzado al espacio: The right stuff, baby.
Ya tenía listo mi ajo de venado. Como siempre, el
problema era el dinero
Después salió Moon Duo, el trío de psych rock sanfranciscano que dio un show más bien techno pop sicodélico. Pero si mal no recuerdo tuvimos que reubicarnos cuatro o cinco veces porque la gente ahora va a platicar a gritos, no a escuchar a los grupos. Van porque los festivales se han convertido en eventos sociales de selfies, tacos y cerveza de a 140 varos. Qué decir de los que van a ver el concierto a través de sus celulares, sólo estorban. Pese a esto, los Moon Duo brillaron entre sus pantallas con los riffs lentos y saturados de Ripley Johnson hasta el final. A esa altura, ignoramos porqué metieron con calzador a Chicano Batman, no hay forma de hacerlos pasar como sicodélicos y en una patada de ahogado se sacaron “Paranoid” de la manga, tan fuera de lugar como cuando la toca Cristian Castro. Eso sí es bizarro. No pudimos ver a Mars Volta ni a Romperayo.
Pero sí fuimos hacia la luz para ver a Primus. Tocaron un set de sus canciones más explosivas y un set de tributo a Rush, el disco Farewell To Kings, con la instrumentación del trío canadiense. En mis diez sentidos podría decir que Primus dio un concierto perfecto. El compromiso de Rush con la música era elevado y la dedicación que exigía interpretarlos como lo hicieron Claypool, Lalonde y Alexander fue una experiencia alucinante.