Presentación y traducción

La otra mitad de Isaac Bashevis Singer

Nacido en Polonia aunque emigrado a Estados Unidos a los 31 años, Isaac Bashevis Singer obtuvo el Nobel de Literatura en 1978. Recreó tanto personajes como la vida en los villorrios judíos, pero destacó aún más por enriquecer decididamente su tradición literaria. Hijo y nieto de rabinos, en El Cultural 182 revisamos el influjo que ejerció en la revaloración del yiddish, considerado hasta entonces una lengua marginal. Un volumen reciente, publicado en inglés, reúne otro aspecto en la obra del autor —la vena del ensayista—, que refrenda su singularidad creadora. Antonio Saborit lo revisa y traduce.

Isaac Bashevis Singer (1904-1991). FFoto: commons.wikimedia.org

En un memorándum con fecha de junio de 1963, Roger Straus consignó el propósito de recopilar y traducir del yiddish al inglés una amplia selección de los ensayos publicados en los últimos treinta años por Isaac Bashevis Singer (1904-1991). Entonces, cuando firmó con Farrar, Straus & Giroux, no quedaba nada de los caseríos de Frampol ni de los falsos callejones del barrio judío de Varsovia, la matria literaria de Singer, y sin embargo sus novelas y cuentos, extraídos precisamente de tales ambientes, construían día a día un público cada vez más amplio en el mundo de habla inglesa.

Singer colaboró en diversas publicaciones periódicas polacas, como Globus, Literarische Bleter —fundada por su hermano, Israel Joshua Singer—, Parizer haynt y Radio, y antes de cumplir treinta años tradujo al yiddish a Knut Hamsun (Vagabundos, 1928, Pan, 1928, y Victoria, 1929), a Erich Maria Remarque (Sin novedad en el frente, 1929, El camino de vuelta, 1931), Stefan Zweig (Romain Rolland, el hombre y su obra, 1929) y Thomas Mann (La montaña mágica, 1930); también publicó ensayos como “¿Palabras o imágenes?” (1927) o “Hacia la pregunta de la poética y la política” (1932) y narraciones como “En la vejez” (1925), “En días recientes” (1931) y Satán en Goray (1935). Así que al emigrar en 1935 no sólo su vocación literaria estaba ligada a una lengua, el yiddish, sino que en la ciudad de Nueva York encontró cuatro diarios bien consolidados, los cuales representaban, según anotó Irving Howe, cuatro importantes líneas de opinión en la cultura yiddish: Morgen Freiheit o sólo Freiheit (Libertad de la mañana), comunista, fundado en 1922; Der Tog (El Día), sionista socialista, fundado en 1914; Der Morgen Zhurnal (El diario de la mañana), conservador religioso, fundado en 1901 y Forverts (Adelante), socialdemócrata. Este último circulaba desde 1897, tenía oficinas en Nueva York y Filadelfia y lo publicaba la Federación de la Prensa Judía Socialista; a este diario se sumó Singer (hoy se puede leer en la Biblioteca Nacional de Israel: nli.org.il/en/newspapers/frw), quien nunca recogió Der zindiker Moshiekh (que se puede traducir como El mesías pecador), la primera novela que entre 1935 y 1936 publicó por entregas en Forverts, como tampoco hizo por los numerosos artículos y ensayos de primera necesidad que ahí mismo sacó durante la mayor parte de su vida.

Esta cantera era la que Straus tenía en mente en el memorándum referido al principio de esta nota. No le faltaba razón: iba en ascenso el interés en la obra de Singer.

Viejas verdades y nuevos clichés presenta a un Singer a tal grado desconocido que es fácil imaginar que las doscientas cincuenta páginas introducen a otro escritor

En inglés circulaba desde 1950 La familia Moskat, cuya traducción inició pero no concluyó A. H. Gross, lo que curó de espantos a la editorial Alfred A. Knopf y se desentendió por completo de Singer. La revista Partisan Review le dio portada a “Gimpel the Fool” (“Gimpel, el tonto”), en traducción de Saul Bellow, en el número de mayo-junio de 1953. Elaine Gottlieb tradujo Satán en Goray (1955), Gimpel, el tonto y otros cuentos (1957) y El mago de Lublin (1960) para el sello Noonday. Por su parte, Farrar, Straus & Giroux, si bien publicó El Spinoza de la calle Market y otros cuentos (1961), El esclavo (1962), En el tribunal de mi padre (1966) y la segunda novela épica de Singer: La mansión (1967) y Los herederos (1969), dividida en dos para el mercado estadunidense; Farrar, Straus & Giroux, decía, si bien se encargó de poner en circulación varios títulos de Singer, nunca editó el volumen de ensayos.

David Stromberg, el editor de Old Truths and New Clichés (Princeton, 2022; se puede traducir como Viejas verdades y nuevos clichés), así como autor del muy completo estudio que aparece al final del libro, se las arregló para formar la primera reunión de ensayos de Singer y para sugerir algo de gran interés sobre lo que volveré más adelante. No se trata de una antología, no puede serlo, si bien Stromberg conoce muy bien el archivo personal de Singer y las distintas publicaciones en las que prodigó su escritura.

Las tres partes en que se divide el material reunido en Viejas verdades y nuevos clichés —artes literarias, yiddish y vida judía, escritos y filosofía personales— trazan el derrotero de un asedio a Singer como ensayista y rescatan diecinueve escritos, algunos en yiddish, la mayor parte de ellos fechados en los novecientos sesenta, para Forverts, o para dar una conferencia, o para ser reescritos en inglés y publicados en Cavalier Magazine, Esquire, Harper’s, Judaica Book News o The New York Times, o bien como prólogo a alguna de sus obras. Singer firmaba como Yitskhok Varshavsky (Isaac, el de Varsovia), Yitskhok Bashevis y D. Segal, y lo mismo usaba estos nombres para rubricar bocetos literarios que diálogos, reseñas críticas o escritos satíricos, notas de viaje y relatos y memorias, géneros que Stromberg dejó fuera de este volumen.

El proceso creativo de Yitskhok Varshavsky empezaba por lo general en yiddish, a mano, en cuadernillos o en hojas sueltas, dice Stromberg al describir el minucioso trabajo de Singer como editor y traductor. Muchas veces estos manuscritos así se iban a Forverts para su transcripción, formato e impresión. Más adelante, para traducirlos, Singer usaba los recortes de sus artículos para sentarse junto a alguien que debía mecanografiar lo que el autor traducía oralmente, palabra por palabra, a partir del original en yiddish. Singer pulía los borradores directamente en inglés, ya fuera que los reescribiera, cortara o ampliara de su puño y letra. Alguien más volvía a pasar en limpio el borrador corregido, que luego era revisado de nueva cuenta por el mismo Singer. El proceso se repetía cuantas veces hiciera falta hasta tener una versión final. Una vez en este punto, Singer leía en voz alta sus páginas o las enviaba a la imprenta, en donde volvía a trabajar con un editor y aguardaba las llamadas pruebas finas, sobre las que no era extraño que añadiera un último toque. Este proceso, dice Stromberg, llevó a Singer a llamar “segundos originales” a las versiones en inglés de sus escritos. En contraste con la obra narrativa, la mayoría de los ensayos sobreviven en yiddish en esas mismas publicaciones que les dieron abrigo originalmente.

Viejas verdades y nuevos clichés presenta a un Singer a tal grado desconocido que es fácil imaginar que las cerca de doscientas cincuenta páginas del libro introducen a otro escritor. El número de materiales aún dispersos en infinidad de publicaciones periódicas y en el "cuarto del caos" que Singer gastaba en su departamento, así como la calidad de estos mismos materiales, tal vez explique la hipérbole, pero no justifica su uso puesto que deja intacto lo esencial. ¿De veras hay otro Singer? Tal vez no, y mucho menos por necesidad.

Al reunir una selección de ensayos bajo el título La otra mitad, Álvaro Uribe postuló algo más que un nombre. Apoyada en Platón, pero sobre todo en el apunte del filósofo Eduardo Nicol que dice que el “yo es el símbolo del tú, o sea la otra mitad del tú que permite al yo reconocerse a sí mismo en el otro”, la opción de Uribe invita aquí a descubrir al Singer que habita en las páginas de Viejas verdades y nuevos clichés y en su desbalagada y vastísima obra en prosa —la misma que el día menos pensado permitirá al narrador Singer reconocerse en su otra mitad.

EL SATÁN DE NUESTRO TIEMPO

Un escritor en yiddish en América es una entidad invisible, un fantasma casi. Tal vez por esto me interesan tanto las historias de fantasmas y lo sobrenatural. En todos mis escritos tiendo a buscar lo que se oculta al ojo. Alguna parte de mí cree que todo ser humano está poseído y los verdaderos escritores, para mí, son quienes tienen la habilidad del exorcismo.

Mi primer libro, Satán en Goray, se publicó en Varsovia, Polonia, en 1935, el año en que llegué a Estados Unidos, y desde entonces lucho en mi obra contra demonios y diablillos. Soy tan anticuado que hasta creo en Dios.

Además de escribir narrativa, trabajo como periodista para el Jewish Daily Forward. Estoy casado y tengo un hijo.

Creo que la actual generación está poseída por el peor de los demonios que nos haya enviado el más allá para extraviarnos. El Satán de nuestro tiempo representa el papel de un humanista y tiene un solo deseo: salvar el mundo. El exorcismo de este demonio es el más difícil, pero estoy listo para hacer lo que me toca.

Isaac Bashevis Singer, Old Truths and New Clichés (Princeton, 1922). Nota autobiográfica, sin fecha, a lápiz. El tema y los rasgos de la letra de Singer sugieren que la escribió para un acto público en algún momento de los novecientos sesenta.