1
Evidente:
todas las cosas tienen sombra.
Pero la sombra de la sombra
es una cosa,
otra y la misma,
transformada desde adentro,
enriquecida
por su propio misterio.
2
Otra, nada evidente:
la cosa enriquecida,
la sombra de esa sombra,
aislada, ignorada, quién sabe dónde y por qué.
Pero de pronto se encuentra al lado, encima,
[abajo
de otras sombras de sombras,
y ante nuestros ojos brilla:
asombra.
3
Una espada amaneció en tu puerta,
un sombrero ritual de plumas se cruzó en tus
[pasos,
y un termómetro descomunal
en bella caja de madera, estuche excéntrico.
Has sido armado “termo-caballero-pájaro”
de la orden celestial del asombro,
acomodador de las sombras de las sombras:
las cosas te han encontrado.
4
Sombra de esta historia, en otros lados:
Una estatua de héroe desarmado,
un chamán huichol que aprendió a volar
[desplumado,
y el cálido Hermogène sin termómetro,
[desorientado.
Ciencia, magia ritual e historia: tres dimensiones
[de un cuadrado
que sólo la cuarta dimensión del arte completa
[y contempla.
Hasta sin pasar por tus manos, cosas antes de su
[causa,
otros asombros se ensamblan a tu espalda.
5
El pájaro tras la flecha
y el eco antes del ruido,
Acteón con cuernos crecidos sin haber visto a
[Diana desnuda,
la risa de imaginar la cosa antes de que la cosa nos sonría,
navegar y naufragar sin conocer el mar ni de oídas,
el universo sostenido desde el tacón de tus zapatos,
pescar sin hilo, sin red, sin siquiera quererlo.
Sí, “la cosecha precede a la siembra”, en este lado del mundo.
6
Las constelaciones abren ventanas
en muros invisibles y calientan camas.
La música de las estrellas está hecha de sombras
y de la luz viajera de astros que ya no existen.
La poesía de las estrellas es barroca y es bovina.
“Hacer de la inmensidad una enorme cama nupcial
que no tiene alcoba ni cortina”.
La vía láctea muge y caga oro, descomunales cantidades.
7
Bicicletas que miran desde el fondo del mar,
desde las quillas de los trasatlánticos
y sobre el humo de sus chimeneas,
que florecen en el invierno de los monasterios cardenalicios
mientras los cristalinos pájaros de Remedios,
tocados por la luz de la música, salen de sus geométricos témpanos.
La torre, el puente, desatan las sombras de los ciclistas suicidas.
Elogio tormentoso de rayos de bicicleta y de sus sombras.
8
Aquí y allá, de pie, reclinadas o sentadas en el aire,
con manos delicadas señalando lo invisible
y piel de porcelana que bajo la luz se multiplica:
un ejército seductor de muñecas de marfil
seguras de su belleza desnuda,
se aventura a anular el laberinto
con mil hilos de Ariadna que le han robado a la luna,
un alambique de vidrio y una brújula de fuego.
9
Ese momento, apresurado y detenido
por el arte de sonreír ante el asombro
cuando la imperfecta espiral del cerebro
hace girar perfectamente el aro de la niña,
y vemos que cruza el Niágara caminando sobre un hilo
y arrincona en la misma mano infantil,
a los dados, al trompo y a la diosa. Catarata y Fortuna de la mano:
equilibrio de lo imposible en cada obra.
10
Diseminador de asombros,
como jugando, como pensando, como si nada y todo.
Ciclón de huesos de chabacano y de ciruela
contagiados por la inquietud de la lengua que los lee en silencio.
Contador de lo secreto que para ti es evidente.
Reproductor del incesante y lúcido placer,
del tiempo elástico y la materia incandescente,
gracias 80 veces también por lo que sigue.