El consultorio está pintado de blanco marfil, es de otra época pero tiene un teléfono antiguo, armatoste de bocina y auricular negros para comunicarme contigo sin el ruido del tiempo. Hay afiches con imágenes extrañas de seres con barba, bigotes, cuernos y pezuñas. El diván es una tina dorada donde yazco en trance, enfardelada, murmuro palabras en lengua muerta. Me analizas en asociación libre hasta que confieso el tormento de mi pasado maldito. Entramos al sueño, llueve a cántaros. Estás atrás de mí y hablas, me escondo entre los pliegues de la memoria. La escena cambia, viajamos en un coche café tirado por dos cabras pardas cuya marcha acelero a latigazos. Llegamos al festín, frutas, cordero, vino rosado y pasteles, largos cubiertos de plata que impiden llevarnos los manjares a la boca. Entonces despierto, no te encuentro entre la tenue luz del atardecer.
Sueño a colores, pero la realidad es en blanco y negro. El prisma de mis ojos refracta el espectro claroscuro que soy.
El diván es una tina dorada donde yazco en trance, murmuro en lengua muerta .
Te deseo en rojo, lo sé no por el pigmento del corazón, sino porque así se siente, intenso y febril. Quema, arde la piel, incendia la razón con su alta temperatura. Roja también es la sangre brava que derrama mi eterna guerra interior. Naranja es el hambre que en mis entrañas despiertas. Celeste es la ternura, amarilla la felicidad y las sonrisas del mundo. Tus celos son verdes, monstruo codicioso, en rabia al suponerme con otro. Escarlata, mi locura y las fantasías que forjamos. Negro es el pecado inconfesable de entregarme al placer de la carne y los sentidos. Violeta es mi lado oscuro que te asusta y atrae por inaccesible, violento y desenfrenado. Azul es la melancolía que me dejas al marcharte, un halo pálido y apagado impregna tu recuerdo. El blanco no es puro, impoluto, tiene manchas transgresoras, no calma angustias ni la ansiedad por tenerte. Ocre es el miedo a que te vayas y no volver a soñarnos.
Necesito la intensidad de los tonos, matices, pinceladas de éxtasis, el cromo de tus besos. Vivir a colores los días y las noches, pintar las experiencias con acuarelas e ilusiones.
Sin ti me desdibujo, estoy desteñida, no hay brillo, me apago. No hay fuegos artificiales, arcoíris ni soles ni lunas, agujeros opacos tragan los impulsos de existir. Necesito la explosión variopinta del universo. Porque la vida, a veces, es gris.
* Mi tercer ojo necesita lentes.