El cerebro en llamas

REDES NEURALES

El cerebro en llamas
El cerebro en llamas Ilustración: Lightspring / shutterstock

En el campo de la neuropsiquiatría clínica, atendemos a personas que padecen una gran diversidad de estados que se caracterizan como problemas de salud mental. Una proporción significativa de los pacientes diagnosticados como portadores de trastornos psiquiátricos tiene antecedentes psicológicos relevantes como historias de negligencia, abuso o maltrato, o enfrenta circunstancias sociales como la explotación laboral, el hostigamiento en el trabajo y situaciones de gran precariedad. En algunos casos, estos factores psicosociales interactúan con factores biológicos, todo lo cual puede llevar a los desenlaces clínicos tipificados como ansiedad, depresión, estrés postraumático y otros trastornos.

En el escenario clínico, debemos tener cuidado para identificar algunos casos en los cuales la explicación neurobiológica ofrece una oportunidad de aliviar el sufrimiento y recuperar la salud. En otras palabras, los problemas de salud mental pueden tener un origen psicológico, social, biológico, o pueden deberse a una combinación de todo lo anterior. Por esa razón, los servicios de salud mental deberían ser otorgados por equipos multidisciplinarios que ofrezcan diversas medidas de tratamiento en función de los aspectos específicos de cada persona que solicite atención.

Es común escuchar debates entre profesionales, científicos y filósofos que se adhieren a una sola explicación para los problemas de la salud mental: algunos piensan que todo tiene su origen en una disfunción cerebral, mientras que para otros la explicación radica siempre en un problema de aprendizaje, en la historia de vida y en la familia, o en una experiencia traumática. Algunas personas consideran que los problemas psiquiátricos no existen realmente sino que son explicaciones culturales falsas, creadas de manera artificial por los médicos o por la industria farmacéutica.

Algunos consideran que los problemas psiquiátricos no existen sino que son explicaciones culturales falsas

En el campo de la filosofía, hay discusiones de gran interés en torno al célebre problema cuerpo-mente. Uno de mis libros favoritos sobre ese tema se titula La naturaleza y la norma (editado por el Fondo de Cultura Económica), y se trata de un debate entre dos grandes pensadores: Jean-Pierre Changeaux y Paul Ricoeur. Ofrece una de las discusiones más rigurosas sobre la naturaleza corporal y psíquica del ser humano, y acerca de las dimensiones éticas y estéticas de nuestra experiencia.

PAUL RICOEUR habla desde las tradiciones filosóficas de la fenomenología, la hermenéutica y el existencialismo, y desde un trasfondo religioso. Como se sabe, a lo largo de su vasta obra se dedicó al análisis obsesivo de temas como el psicoanálisis, la justicia, la memoria y la historia, el discurso metafórico, el tiempo y la narrativa.

A su vez, Jean-Pierre Changeux —uno de los neurocientíficos más brillantes de las últimas décadas— ha adoptado el sentido del humor de Demócrito y su perspectiva materialista, y ha dedicado su vida a estudiar la base neuronal de las representaciones mentales, de la toma de decisiones morales y de la experiencia estética. Changeux destaca las ventajas epistemológicas de la perspectiva científica, que busca la objetividad —es decir, la fidelidad con los hechos— mediante una perspectiva en tercera persona. En ésta, la persona es estudiada como un organismo, se registran los procesos corporales, las funciones mentales y los comportamientos, tratando de eliminar los posibles sesgos en la medición y en el análisis, de manera impersonal, en forma experimental o bajo las condiciones de observación más apropiadas.

Por otra parte, Paul Ricoeur defiende la perspectiva fenomenológica, centrada en lo que se conoce como una perspectiva en primera persona, que pone atención a la propia experiencia consciente, a las vivencias personales a fin de someterlas a un análisis que puede ser psiquiátrico, pero también filosófico, antropológico, literario o incluso espiritual, de acuerdo con el marco de referencia del análisis. Éstas son sus palabras:

Me limitaré con modestia, pero con firmeza, a considerar la semántica de dos discursos distintos, uno de los cuales se refiere al cuerpo y al cerebro; al otro lo llamaré ‘lo mental’. Mi tesis inicial es que estos discursos representan perspectivas heterogéneas, es decir, no pueden reducirse la una a la otra ni derivarse la una de la otra. En un caso, la pregunta se refiere a las neuronas y su conexión en un sistema; en el otro caso, se habla de conocimiento, acción, sentimientos, actos o estados caracterizados por intenciones, motivaciones y valores.

Ricoeur aclara que en su concepción “lo mental” no equivale a algo inmaterial o incorpóreo. Ambos autores rechazan un dualismo de sustancias —es decir, la teoría filosófica según la cual la mente y el cuerpo son sustancias independientes la una de la otra— pues piensan que lo mental está inseparablemente ligado a la vida y la corporalidad, pero coinciden en la necesidad de estudiar con el mayor rigor —científico y filosófico— la vida biológica y la objetividad del comportamiento, así como la experiencia consciente, es decir, la subjetividad humana.

La discusión filosófica entre Ricoeur y Changeux ofrece lecciones importantes para la medicina, la neurociencia y las ciencias psicológicas. Por mi parte, trabajo en un hospital neurológico donde me concentro en el cuidado de personas que experimentan cambios drásticos en el comportamiento. Algunos de estos pacientes sufren alucinaciones, delirios, alteraciones graves del estado cognitivo o estados de catatonia que pueden poner en riesgo la vida. A veces debemos proponer una hospitalización (generalmente breve) al paciente y a su familia, para realizar una evaluación médica más profunda.

Uno de los factores biológicos que han sido identifi-cados en los últimos años en pacientes con estados de psicosis es la condición conocida como encefalitis autoinmune. Lo menciono ahora ya que el día 22 de febrero es el Día Mundial de las Encefalitis. Investigaciones recientes en el campo de las neurociencias clínicas han indicado que estos graves estados de inflamación se deben a la acción de anticuerpos que atacan a las neuronas de nuestro sistema nervioso central. Se trata de un conjunto de enfermedades autoinmunes que afectan el comportamiento y los procesos mentales.

La gran mayoría de los pacientes con encefalitis autoinmune presenta síntomas psiquiátricos graves. Un paciente recibió mensajes de Dios en su celular diciéndole que rebasara imprudentemente un camión en la carretera; otro paciente creía que estaba atrapado dentro de un mundo falso creado por unos enemigos, por lo que intentó suicidarse. Por fortuna, los tratamientos inmunológicos actuales reducen la mortalidad y provocan una recuperación significativa de los problemas neurológicos y psiquiátricos. Existe incluso un estupendo libro de la periodista Susannah Cahalan, titulado Mi cerebro en llamas, donde narra su estado “de locura” durante el proceso de inflamación cerebral. El Día Mundial de las Encefalitis es una buena ocasión para empezar la lectura de esa extraña novela científica y autobiográfica.