Lo natural entre personas que aman la música es analizar la obra de los compositores según su contexto histórico. Lo absolutamente esencial entre rockeros es hacerlos competir. Se trata siempre de darse un tiro con otro sobre quién es el guitarrista más cabrón y cuál, su solo icónico por sobre los demás. Pelear por conocer al baterista más animal y al bajista más importante en la historia del rock. Medirse con el otro no únicamente en conocimientos, sino en argumentación. Y siempre se terminará hablando de lo mismo: los cantantes que cambiaron la historia de la música.
AL FINAL NADIE GANA y a los músicos que hacen rock les importa poco, pero el rockero vive para eso, porque su vida gira alrededor del género que lo apasiona. Así, todo va cayendo en ese vórtice musical que succiona otras disciplinas artísticas: la literatura, la fotografía y, por supuesto, el cine.
También se compite por ver quién ha visto más películas de rock. Otra discusión que se da, con tintes adolescentes pero llena de entusiasmo, es la de elegir la película de rock más rifada de la historia de ese género. La lista de dónde elegir es larga y seguro quien me lee tiene su favorita: Almost Famous, This Is Spinal Tap, Tommy, Yellow Submarine, Purple Rain, La Bamba, The Doors, Rocketman, The Blues Brothers, The Wall, The Decline of the Western Civilization, High Fidelity, Singles, The Rocky Horror Picture Show, Phantom of the Paradise, Jailhouse Rock, Sid and Nancy, A Hard Day’s Night... podría no parar. Hasta existen nacionales: De veras me atrapaste, No tuvo tiempo. La hurbanistoria de Rockdrigo, Seguir siendo, ¿Cómo ves?, Un toke de roc, El rock no tiene la culpa, Todos están muriendo aquí. ¿Cuál será la mejor película mexicana de rock?
School of Rock cumple dos décadas y ha envejecido como la mayoría de las películas de su tipo: un poco mal. Sigue rockeando, pero con ingenuidad
En realidad, no importa cuántos argumentos se utilicen para justificar que Almost Famous y no Purple Rain es la mejor película de rock, siempre existirá una que habita el corazón del rocker a pesar de que sabe que no es la mejor peli y que se despeñaría ante glorias como This Is Spinal Tap. En mi caso, esa película es Escuela de Rock.
A pesar de que no suele tratarse de obras maestras, las películas de este corte se quedan en la mente de los espectadores por distintas razones, ya sea por la música que suena, algunos personajes o ciertos momentos. Quienes seguimos este género también tenemos atrapado en la mente cuándo alguna canción fue usada en una determinada escena o a los personajes rockeros que definen toda una estética o una forma de actuar ante la autoridad. Por ejemplo, no puedo escuchar el tema clásico de Pink Floyd, “Another Brick in the Wall”, sin pensar en el profesor que humillaba a sus alumnos pero era dominado por su esposa. Me es imposible separar cualquier canción de glam metal de Spinal Tap. No puedo dejar de ver a Lou Diamond Phillips en el papel de Ritchie Valens en un bar de Tijuana escuchando a un grupo mexicano cada vez que escucho “La Bamba”. Y eso me pasa cada vez que oigo “It’s a Long Way to the Top (If You Wanna Rock’ n Roll)” de AC/DC. Regresa a mi memoria Jack Black tirado en el suelo cantando incoherencias, mientras los créditos de la película corren.
School of Rock no es la mejor película de rock, por supuesto, pero en lo personal siento una predilección especial por ella porque toca dos vertientes de mi vida: la música y la docencia. Logra conjugar los dos mundos que se supone están uno en contra del otro pero no pueden vivir separados.
SI ALGO DEFINE LA ACTITUD de rock’n roll es la rebeldía contra la autoridad; si algo representa la escuela es justamente la autoridad. Pero sin la segunda no puede existir el rock. Esta dualidad intrínseca aparece en la mayoría de estas películas. Ya sea en la figura de un policía o de un profesor, la autoridad no comprende por qué los jóvenes sólo quieren rockear. En School of Rock el camino se invierte, los jóvenes sí quieren seguir a la autoridad representada en un falso profesor, quien los guía hacia la subversión a través de la música. El personaje de Black es complejo para ser una comedia. Es un tipo manipulador que busca dinero fácil. Todo lo que hace busca su satisfacción y necesidad. Antes de la transformación narrativa no piensa en los niños y cuando por fin lo hace, la sociedad lo devuelve al agujero en el que estaba al principio del filme. Son ellos, los niños, quienes cambian a través de la música y deciden llevar su proyecto escolar de rock hasta el final.
Es ésta la semilla principal de la educación: el conocimiento transforma al estudiante y cuando alcanza la meta ya no necesita del guía para seguir aplicando lo que aprendió. El grupo de niños termina componiendo una canción original sin que nadie los empuje a hacerlo.
ESTE AÑO SCHOOL OF ROCK cumple dos décadas y ha envejecido como lo hacen la mayoría de las películas de su tipo: un poco mal. Sigue rockeando, sin duda, pero con ingenuidad. Se ha convertido también en una franquicia que dio pie a un musical y a montones de músicos, tanto en Estados Unidos como en otros países, que han montado academias con ese nombre. El rock ahora se enseña en las aulas y de cierta forma esa película tiene la culpa. Pareciera que la autoridad ha absorbido la rebeldía, yo prefiero creer que la escuela ha cambiado gracias al rock. Dentro de mí, la película es entrañable y estoy convencido de que rockeando se sirve bien a la sociedad.