Visión cumplida

Ojos de perra azul

Visión cumplida Foto: Cortesía de la autora

Se fue la luz. La casa se quedó en penumbras, negra como boca de lobo, igual que las eternas noches de los tiempos, más oscuras que mi alma. Se fundió un fusible, otro y otro, una explosión me dejó a ciegas. Era invierno, el sol no salía, permaneció escondido, temeroso de mostrarse. Abrir puertas y ventanas no sirvió de mucho, sólo entraba el viento frío de principios de año que presagiaba bajas temperaturas antes de la primavera. Se acabó la batería del celular y de la computadora portátil; nunca antes valoré tanto mi lámpara de mesa, ya no sirvió. Experimenté una vida sin enchufes, sin calefacción ni wifi, no pude leer, escuchar música o hacer café. Éramos sólo mi respiración, yo y yo. Encendí un par de velas. La llama creaba formas que intenté descifrar, algo querían comunicarme. Sombras y figuras alargadas sobre las paredes simulaban seres y objetos distorsionados pero reales, se movían, gesticulaban, traté de atraparlos, no pude. Se difuminaron, eran sólo ilusión, engaño de los sentidos.

ESCUCHÉ RUIDOS EXTRAÑOS, sonidos que no eran palabras, ecos del vacío. Mi piel se erizó cuando percibí algo raro; alguien pasó junto a mí, exhaló en mi nuca su gélido aliento y sobrevino un escalofrío. Estaba atrapada en esa otra atmósfera siniestra, dimensión desconocida. Nada era cierto, sino reflejo en la prisión de las falsas percepciones. En la larga oscuridad, con el último temblor de una vieja linterna, pude escribir lo que pasaba. Es esto que ahora lees. Y se hizo la luz, salí de la caverna, miré directamente al cielo. Un resplandor casi me cegó otra vez. Me deslumbraron nuevas sensaciones y pensamientos. Las pupilas dilatadas volvieron a su tamaño original, los iris se cerraron, la visión se agudizó. Me incendié por fuera, me encendí por dentro. El universo de las ideas se abrió ante mí, recordé haber estado antes en ese horizonte de conocimiento que se amplía si lo deseo. Iluminadas, las cosas aparecieron tales como son. Me liberé de las ataduras, imágenes erróneas que antes me abrumaban.

Mi piel se erizó cuando percibí algo raro;
alguien pasó junto a mí, exhaló su gélido aliento

Después de habitar la opacidad y las tinieblas, fuera de la cueva en la que estuve, te busqué. Estabas encarnado de otro modo, no eras la quimera que creía ni la fantasía de mi cabeza trastornada, de mi loco corazón irracional. Con el fulgor de la realidad salí del autoengaño, todo se aclaró.

Ya no me gustas, ya no te quiero.

* Seguiré dando lo peor de mí.

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