VIAJE AL CENTRO DE MI OMBLIGO

OJOS DE PERRA AZUL

VIAJE  AL CENTRO  DE MI OMBLIGO
VIAJE AL CENTRO DE MI OMBLIGO Foto: Cortesía de la autora

Mi ombligo es el centro de todo, de mi universo personal, del organismo que soy.

Es una cicatriz que no cierra, expuesta. Coronilla en medio del vientre, profunda, señal de mi procedencia. Serpiente con hambre que se devora a sí misma, apetito perenne. Un ojo abierto que siempre está atento, no parpadea, lo ve todo, pupila insomne. Alberca vacía, caverna, un abismo hipnótico que convoca y magnetiza mi atención. Lo contemplo con detenimiento, indago, ansío saber qué hay allá dentro. Deseo entender si lo habito o me habita.

Me encorvo, las vértebras crujen, me reacomodo hasta tener el ombligo muy cerca, de frente, quedamos cara a cara. Mis ojos clavados en el cíclope, jugamos a ver quién sostiene más la mirada. Me inclino para olfatearlo, meto la punta de la nariz hasta el fondo. Reconozco mi olor penetrante, huele a mar, a planta seca, a limón. Me detengo en su forma espiral, se engrosa y contrae. Respira, expira. Lo beso despacio, introduzco la lengua, rodeo los pliegues, lo pruebo, sabe igual que yo, me reconozco en él. Quiero explorarlo, escondite virgen y mío. Inserto dos dedos, dilato la circunferencia, tres, cuatro, ocho, se abre aún más, es una liga orgánica que jamás va a romperse, se estira, invita a pasar. Hundo la cabeza hasta el cuello, me ahorca en una asfixia casi letal.

Me encorvo, las vértebras crujen, me reacomodo hasta tener el ombligo muy cerca

ESTOY DENTRO EN CONTORSIÓN, incorporo los hombros, avanzan los brazos y el torso. En la dimensión inmensa observable surge un punto brillante que comienza a expandirse, el tiempo pasa en milisegundos, el espacio interno es una galaxia en gran explosión. Me veo, feto de piel transparente, junto a él yacen los muchos hijos que tuve y los que nunca tendré, sobrevivientes en la fantasía. Avanzo, me empuja la inercia. Los pies entran al último.

Mi cuerpo completo se mete por la cavidad. Veo un planeta girando, el sol cegador, la Tierra candente, un anillo de Saturno flota en la región infinita. En las entrañas están mis ancestros, hablan en voz baja, eco de la historia que no me contaron. Entre una masa densa y tibia, me encuentro repleta de estrellas color sangre. Sede de mi lujuria, punto del erotismo salvaje, comienzo y final, sitio donde los cuatro vientos se unen.

Borrascas de eones en un instante, microcosmos soy contigo y mi omphalo, flotando estamos tú y yo.

Me desdoblo de vuelta y comienzo a morir para renacer otra vez.

* Fe de ratas.