Museum Week: ¿Qué celebramos en México?

AL MARGEN

Sergei A., Sin título, 2018.
Sergei A., Sin título, 2018. Foto: unsplash.com

La semana del 5 al 11 de junio se lleva a cabo Museum Week, un evento global en línea dedicado a celebrar los museos. Maneja un hashtag temático por día, que no sólo invita a los recintos a compartir sus acervos a través de redes sociales, sino que busca también reflexionar sobre el papel de éstos frente a las grandes problemáticas de nuestras sociedades. En esta ocasión coincidió con el Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de junio, por lo que la emisión se enfocó en esa temática. Muchos museos mexicanos se sumaron a las dinámicas de Museum Week y, si bien es importante participar en ellas y destacar su propio trabajo en estos ámbitos, yo me pregunto qué tenemos que celebrar en nuestro país esta semana.

A PROPÓSITO DEL DÍA INTERNACIONAL de los Museos, el pasado 18 de mayo el INEGI lanzó como cada año su Estadística de Museos. Las cifras publicadas corresponden a 2022, en el cual la mayoría de las instituciones del país pudieron retomar sus tareas, casi con total normalidad. En este sentido, una buena noticia es que el año pasado, los 1,164 museos que participaron en la encuesta reportaron un aumento en el número de visitantes. La cifra total fue de 37.5 millones. Eso significa 21.1 millones más que en 2021, aunque todavía en lo particular varios siguen enfrentándose a muchas dificultades para recuperar la afluencia con la que contaban antes del Covid-19.

En 2019 el número total de visitas fue de 62.2 millones.

En este sentido, a primera vista el reporte del INEGI podría parecer esperanzador. Es cierto que muestra una tendencia hacia la recuperación de las actividades luego de tres años de obstáculos importantes, sin embargo, al ver las cifras con mayor detenimiento encontramos que aún hay retos significativos, sobre todo en el acercamiento al público. Para empezar, consideremos el rubro “Frecuencia de visita”. El 82.1 por ciento de los visitantes que participaron acuden a un museo específico una sola vez. Es decir, solamente el 11.3 por ciento regresa por segunda o tercera ocasión y la cifra se reduce considerablemente, al 6.6 por ciento, si se trata de una cuarta visita o incluso una frecuencia más alta. En otras palabras: la tendencia del público es, en general, ir a un museo para conocerlo, aunque luego tiene poco interés en regresar. Creo que ésta es una de las cifras más reveladoras, la cual debería obligar a cada recinto a hacer un profundo ejercicio de autocrítica sobre su oferta. Es decir, ¿qué se está haciendo para generar públicos recurrentes?

La tendencia del público es, en general, ir a un museo para conocerlo, aunque luego tiene poco interés en regresar

Para mí, la problemática es que muchos parecen enfocarse en el turismo, mientras que otros se centran tan sólo en exposiciones temporales como único punto de interés para atraer visitantes, dejando fuera el vasto universo de sus propias colecciones como detonador de actividades que se vinculen con el público. Esto se ve reflejado en otro número dramático que arroja la estadística del INEGI: el 87.2 por ciento de los museos ofrece visitas guiadas, mientras que menos de la mitad de las instituciones que participaron en la encuesta cuenta con actividades artísticas y culturales o académicas: el 46.5 y el 32.3 por ciento, respectivamente. La realidad que esto muestra es que si se carece de una programación continua de actividades, difícilmente se generan públicos fieles.

LA DIFUSIÓN TAMBIÉN PARECE jugar un papel importante en este sentido, pues al analizar la Estadística de Museos del INEGI encontramos una correlación interesante entre la afluencia a los inmuebles y cómo los visitantes se enteran de que éstos existen. En la mayoría de los casos, los visitantes conocieron un museo por recomendación de amigos, familiares y conocidos —un 26.1 por ciento—, o por maestros, compañeros de estudio y libros de texto —el 15 por ciento. Los índices relacionados con otros medios de difusión son verdaderamente alarmantes: redes sociales, 10.5; folleto, espectacular, anuncio o volante, 2.7; televisión, 1.3; periódico, revista, libro o radio, 0.7 por ciento.

Por un lado, resulta muy natural que el principal acercamiento de los visitantes sea a través de instituciones educativas o docentes, dado que la educación es una de las características inherentes a la vocación de los museos, pero por el otro es muy preocupante ver el nulo interés que hay en los medios de comunicación por ofrecer espacios e informar sobre los museos —y, me atrevería a agregar, para la cultura en general. A esto habría que añadir el poco valor que en el ámbito museal se confiere a la difusión. En muchos casos es considerada una labor no especializada o de poca importancia, por lo que se le asignan pobres o nulos tanto presupuestos como personal; incluso frecuentemente la desarrollan practicantes o jóvenes de servicio social.

Otro aspecto preocupante se presenta al observar los datos demográficos de los asistentes. Encontramos que el 59.6 por ciento corresponde a personas con estudios superiores. Esto tiene correlación con una muy baja afluencia de públicos infantiles: en porcentajes, apenas 0.1 que asiste a preescolar, 3.2, a primaria y 9.8, a secundaria.

Podríamos cuestionar el poco interés en el ámbito escolar y de las propias familias por acercar a las infancias a los museos. Desde luego también habría que considerar el lento regreso a las aulas, pero me parece que la problemática debe atenderse desde otra perspectiva: la nula oferta infantil y juvenil en la mayoría de recintos del país. Es una realidad que, salvo contadas excepciones, son pocos los que verdaderamente se preocupan por generar una programación para niños y jóvenes —usualmente, si existe, reservada para el 30 de abril—, y son todavía menos los que buscan generar en sus salas estrategias o contenidos para ellos. Todo esto resulta muy grave si consideramos que la formación de públicos debe iniciar, precisamente, a edades tempranas.

Las problemáticas de los museos en México son múltiples, como es claro. Aún queda mucho que analizar a profundidad de las estadísticas presentadas al respecto por el INEGI, pero más allá de temas puntuales, lo que hace falta es una verdadera autorreflexión de los museos y de sus equipos, a menudo demasiado ajetreados por la inercia diaria o, me temo, más preocupados por verse el ombligo.