Coño, Micky

LA CANCIÓN #6

Luis Miguel durante una de sus presentaciones Foto: wikipedia.org

Ticketgángster no terminaba de introducirle al respetable su triple preventa, cuando lo empaló con la novedad de la sala de espera antes de la fila virtual. Es un registro con los datos personales que condiciona la entrada a la cola. En esa sala se filtra a los que pueden formarse para intentar comprar sus boletos y reciben un código de acceso. Registrarse no garantiza la compra y la compra no garantiza que el boleto sea válido, pero esa información vale oro. Los que no lograron formarse reciben el aviso de agotados, es decir, condenados a la reventa. Y los códigos se venden hasta en cinco mil pesos en redes. Nunca imaginamos que comprar un boleto para un concierto sería tan irregular, impagable y complicado. Que lo digan los miles que se quedaron con las ganas de ir al Corona Capital, el fest que se lleva las palmas del gandallismo boletero con sus prácticas y precios. Y, sin embargo, se llena.

ENTONCES, EL RETORNO DE LUIS MIGUEL sacudió la venta de boletos. Una gira de cuarentaicinco fechas. Para empezar, le dijo que no a Ticketgángster y Ocesa. Si Robert Smith dobló a la mafia boletera en otros países, aquí fue Luismi. Al fin, alguien se atrevió a hacerlo. En vez de la mierda de Citibanamex fue con la mierda de Santander, en lugar del Auditorio eligió sedes como la Arena CDMX y el Estadio Banorte, con la producción de Fenix Entertainment y Cardenas Marketing Network (CMN). La venta de entradas fue en su página oficial y se alió con Súper Boletos, FunTicket y E Ticket. Se creyó, ingenuamente, que Micky iba a ser la competencia. Que el respetable dejaría de ser víctima del robo, el engaño, la especulación, la manipulación, la preventa, la reventa, la sobreventa y la discriminación. Pero el negocio sólo cambió de garras, los abusos seguirán igual.

Sin campaña publicitaria, sin disco nuevo y sin apariciones públicas, la gira fue sold out

Es que coño, Micky, siempre se puede empeorar. Sin campaña publicitaria, sin entrevistas, sin disco nuevo y sin apariciones públicas, la gira fue sold out. Muy rey cucaracho y todo, pero el Sol prevendió, agotó y cada boleto se revendió. Pese a que los seguidores desquiciaron el sistema y su página oficial se cayó varias veces, a los fraudes desde una página falsa —y el precio en la reventa que alcanzó los cien mil pesos—; pese a los tumultos y disturbios en las taquillas, a los revendedores que acapararon con violencia, a las taquilleras que estaban coludidas con los de la seguridad y a la policía que no hizo nada ante las denuncias. Y todo eso seguirá existiendo mientras haya quien pague ciento doce mil pesos por un boleto, cifra histórica del Corona, y cargos por más de ochocientos pesos.