La española Magda Donato es un caso especial. Lo interesante de su trabajo creativo es que todo lo que hizo dentro de la corriente que a partir de la década de los setenta conocemos como nuevo periodismo ocurrió mucho antes de que cientos de escritores buscaran realizar historias de inmersión, como las Hunter S. Thompson en Miedo y asco en Las Vegas, de 1971.
HÁBIL Y AUDAZ
Durante los años del régimen democrático español de la Segunda República (1931-1939), para escribir sus “reportajes vividos”, como ella los llamaba, partía de experiencias obtenidas con astucia y de forma incógnita —siendo una interna más— en una cárcel, un manicomio, una maternidad o un albergue de pordioseras. También se hizo pasar como secretaria de un mago, a fin de dar a conocer el ambiente del ocultismo y fue enfermera de una clínica de operaciones estéticas para mujeres, entre otras. De ese modo, inventando sus propios personajes, relató de forma cruda, audaz y verídica diferentes entornos, algunos de ellos del contexto más arrabalero de la sociedad española de la época.
En el artículo “La vida en la cárcel de mujeres”, para ser recluida cometió un delito menor —insultó "gravemente" a una cómplice, quien la denunció—, por lo que un juez le dio la respectiva condena, mientras para escribir “Un mes entre las locas” consiguió un certificado médico apócrifo: asentaba que la mujer “tenía alteración de las facultades mentales”. De esa manera ingresó al hospital psiquiátrico. “Yo he mirado a mis compañeras sin las gafas de la ciencia y con mirada nada más —y nada menos— que humana. Y así, he adquirido la convicción de que en su desgracia les falta lo que más necesitan: comprensión”, expuso. Su trabajo periodístico le dio reconocimiento en España.
PERIODISTA POR MÉRITO PROPIO
Magda Donato nació en Madrid en 1898. En realidad se llamaba Carmen Eva Nel-ken, pero prefirió usar pseudónimo, con el que podría ser mejor recibida. Libros suyos como Reportajes, publicado por Editorial Renacimiento en 2009, son necesarios para conocer sobre la tradición de la crónica y el reportaje escritos en Hispanoamérica. Sus textos probablemente tomaron como inspiración a su hermana mayor, Margarita Nelken, reconocida escritora feminista y activista política madrileña, quien se convirtió en una de las primeras diputadas del país, en su caso, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE); incluso fue elegida en tres ocasiones (1931, 1933 y 1936) durante la Segunda República Española, antes de que iniciara la dictadura franquista (1939-1975).
Para escribir Un mes entre las locas consiguió un certificado médico apócrifo [e] ingresó al hospital
Quizá queriendo imitar a su hermana salía a las calles en busca de historias, que convertía en crónicas narrativas y reportajes de largo aliento. Gracias a su escritura sin tapujos se convirtió en una voz del feminismo: habló por y sobre las mujeres trabajadoras. Algunas declaraciones causaron mucho revuelo, entre ellas ésta: “Las feministas pueden dividirse en dos categorías: la turba inmensa de las que hablan y el pequeño núcleo de las que obran”.
Venía de una familia acomodada de España, dueña de una joyería en la Puerta Sol, una de las plazas más famosas en la zona centro de Madrid. Comenzó la carrera periodística a los 19 años, en el periódico El Imparcial. En su columna —aparte de tocar temas urbanos— le dio voz al sexo femenino: abordaba problemas que vivían las mujeres y también hablaba de moda. Entre los periódicos y revistas donde publicó destacan El Heraldo de Madrid y Estampa.
Entre otros grupos femeninos vulnerables se interesó por las trabajadoras domésticas. “En pleno siglo XX, la criada, ya transformada en el extranjero en obrera doméstica o en ayuda de casa, social y legalmente dignifica-da y protegida, sigue siendo aquí el ser que ha nacido para servirnos, y nada más”, escribió.
VIAJE A MÉXICO
Al iniciar la Guerra Civil Española en 1936 se dedicó a hacer reportajes sobre los soldados republicanos, alejándose un poco del estilo que la caracterizaba. Pero en cuanto terminó el conflicto y se instauró la dictadura franquista, ella y su hermana tuvieron que salir de España; estuvieron un par de años en Francia, para llegar a México en 1941. Por los conocimientos teatrales y de literatura infantil que tenía, en la Ciudad de México dejó a un lado su etapa como periodista para convertirse en actriz. Con su pareja, el español Salvador Bartolozzi, escribió obras de teatro que se estrenaron aquí.
Fue parte de la llamada Época de Oro del cine mexicano, entre mediados de los treinta y los cincuenta del siglo XX. Apareció en películas como La liga de las muchachas, El amor no es negocio y Curvas peligrosas. En lo personal supe de ella gracias a Tin Tan, mi cómico favorito mexicano, ya que la creadora de "reportajes vividos" formó parte de largometrajes que no me aburro de ver, como Chucho el remendado o El ceniciento. Para 1966 y ya con un reconocimiento dentro de la actuación en el país, falleció en la Ciudad de México. Un premio llevó su nombre hasta 1973; con él se reconocía la mejor obra escrita y era administrado por la Asociación Nacional de Actores (ANDA).
Hoy, al ver la foto de 1952 —año en que se estrenó El ceniciento— donde aparecen Tin Tan, su carnal Marcelo y Magda Donato en el papel de Sirenia, no puedo creer que haya visto tantas veces la película sin saber quién era ella, una pionera dentro del periodismo de inmersión.