1. ¿Cuántos libros puedes contar en tu biblioteca?
No tengo idea, pero, por fortuna, mi biblioteca se ha reducido, se ha hecho más sincera. Tras la pérdida de mi departamento en el sismo del 2017, me deshice de la mitad. Mi vida, de casa en casa, me obligó a una nueva criba y, aun así, podría ser más chica. Mis desplazamientos no han terminado y seguiré arrastrando de lugar en lugar el peso amenazante de una colección pesada, hermosa, odiosa, llena de vida y de muerte, de dolores de espalda que, todos los días, me echa en cara mi desorden. Allí está la paradoja. Detesto lo que amo.
2. ¿Cuál es el título del último libro que compraste?
La novela de Ocean Vuong traducida como En la tierra fugazmente grandiosos y El peso de vivir en la tierra, de David Toscana. Ambas comparten la palabra “tierra” y ambas son magníficas.
A Ocean Vuong sólo lo conocía como poeta. Y, como poeta, deslumbra. Pocas veces se puede testificar en el mundo contemporáneo una irrupción como la suya. Con el poemario Cielo nocturno con heridas de fuego ganó el Whiting Award, el Forward Prize y el Premio T. S. Eliot. Es un migrante vietnamita que llegó a los Estados Unidos de muy niño. Pasados sus treinta años recibió la beca de la Fundación MacArthur. Uno de sus poemas comienza con dos líneas sencillas y devastadoras: "Hace demasiado frío en Brooklyn esta noche / y todos mis amigos están a tres años de distancia". Su novela escrita en forma epistolar, a su madre analfabeta, habla de su condición de migrante, de homosexual. Una sensibilidad nota-ble. Hay personas que se plantan en lo que son, se plantan como un grito.
3. ¿Cuál es el último libro que leíste?
El de David Toscana. Trastoca los límites de la realidad y la imaginación, lleva, hasta la extrema orilla, el amor por la literatura rusa. Tan es así que sus personajes regiomontanos dan la vuelta a sus identidades, nombres, ciudades, comida. Pasan, en un instante, de caminar en la plaza de Monterrey y a la vuelta de la esquina encontrarse en la plaza roja de Moscú. Enseguida pensé que es un Quijote con tintes eslavos, luego me percaté de que decirlo no es nada original porque ya otros habían anotado esa locura quijotesca en la grandeza de esta obra que fue premiada en la Bienal Vargas Llosa 2023. Hubiera sido inconcebible que no ganara, pero de todas formas grité de felicidad.
4. Menciona cinco libros que significan mucho para ti.
a. Las Elegías de Duino de Rainer Maria Rilke. Complejas, inspiradas, filosóficas, terrenas, cambiantes. Lo son porque, a diferencia de otros poemas que no resisten lectura tras lectura, esta obra se ha desplazado con mi edad, junto a mí, me ha puesto distintos juegos de espejos, me ha devuelto imágenes inquietantes no sólo de mí misma sino de la inacabable búsqueda del ser. Mi pasión por Rilke me regaló el único sueño que he tenido con un poeta de otra lengua y la dicha de conocer, cerca de la ciudad de Trieste, el famoso castillo de Duino con vistas al mar casi tan hermosas como las Elegías mismas; b. En busca del tiempo perdido. Proust lo es todo. La música, la belleza de imágenes, la poesía, el conocimiento de la condición humana, nuestras contradicciones, la infancia, el arte, los celos, la familia, la naturaleza, la moda, la comida, el tiempo, la naturaleza del sueño, la memoria, la traición, la enfermedad. Los retratos de una sociedad contradictoria, de la política, de la realeza, de las paradojas y excesos que tal realeza suscita y, más adentro, la mirada extrañada, triste, filosófica que mira, levantado en zancos, desde lo alto, el final, el tiempo transcurrido, lo que somos, lo que pudimos ser; c. Primero sueño de Sor Juana. Mi pasión por este poema es una conquista. No es un libro que leerías bebiéndote un coco con gin en la playa. No, hay que merecerlo, estudiarlo, leer acotaciones, sufrirlo y cuando su cortina se abre, se revela un mundo que no te volverá a dejar. Esa monja lo sabía todo y lo que no sabía, lo llegó a oler y a expresar antes que la ciencia se hiciera cargo de explicarlo. Ese arco de tiempo de doce horas donde el alma viaja, lo abarca todo. Siempre se puede volver y siempre volverá a ponerte encrucijadas junto al enorme goce de su compleja expresión. A veces, al amanecer, me repito el único verso inteligible en su primera intención, "el mundo iluminado, y yo despierta"; d. El Quijote. Durante la pandemia me metí a un curso por Zoom. Mi biblioteca estaba embodegada y como tengo dos ediciones maravillosas no quise comprarme una tercera. Así que fue el primer libro electrónico que leí. Lo gocé muchísimo más que cuando lo mal leí de jovencita. Parece una pedantería eso de que a los clásicos los relees. Nunca dices “estoy leyendo El Quijote” sino “lo estoy releyendo”, aunque no sea verdad. Me hizo carcajearme y lloré a moco tendido. Qué malo fue Borges cuando dijo que Cervantes era un escritor mediocre con una obra maestra; e. El Antiguo Testamento. Allí adentro, casi como en Proust, está todo. Mis pasajes predilectos: La mujer de Lot, El Libro de Job, El Eclesiastés, Judith y Holofernes, la historia de Isaac, la ascensión de Elías. No sabría qué elegir. Cuánto talento literario hay allí.
Mi biblioteca se ha reducido, se ha hecho más sincera.
Tras la pérdida de mi departamento en el sismo del 2017, me deshice de la mitad
5. Nomina a cinco personas para responder este cuestionario.
Cecilia Vázquez (pintora), Maribel Portela (arista visual), Mónica Lavín (escritora), Emiliano Álvarez (escritor), Humberto Musacchio (periodista).