Cuestionario K-Punk del libro • 15

Entre la comunidad cultural mexicana existen gustos lectores bien asentados, aunque también diferencias individuales: en conjunto dan forma a preferencias del todo únicas. Indagar tanto en los puntos de contacto como en las divergencias es el objetivo de este Cuestionario K-Punk del Libro, que llega a su entrega 15. Laura Sofía Rivero comparte sobre el significado de leer en voz alta con su gente querida, cuál es el título que más ha regalado y qué volumen le recuerda por qué eligió la literatura como su vocación

Portada del libro "El libro de las costumbres rojas" Foto: Especial

1. ¿Cuántos libros puedes contar en tu biblioteca?

No tengo idea. Son muchos. O por lo menos se han sentido muchos cuando me han acompañado en las mudanzas. Siempre necesito más libreros. Hago malabares para que no se desborden, pero resulta imposible contenerlos. Lo que sí sé es que tengo secciones específicas para distintos entrepaños. Al lado de mi escritorio atesoro una sección que he llamado Primeros auxilios, donde están los más preciados, a los que recurro en relecturas, mis salvavidas. Tengo apartados para distintos géneros literarios (ensayo, poesía, cuento, dramaturgia…), pero me gustan particularmente aquellos dedicados a libros raros, a la teoría literaria y a los libros de arte. Entre los raros albergo historias culturales y ejemplares que versan sobre asuntos muy específicos o extravagantes. La teoría literaria —fue una de mis obsesiones cuando comencé a estudiar Letras Hispánicas— ocupa una gran parte de mi librero y siempre recurro a ella porque me resulta sumamente placentera y estimulante. Los libros de arte son gozosos porque invitan a recorrer museos tan sólo con el pasar de las páginas. Sé que muchas personas los consideran decorativos o señal inequívoca de que en casa habitan seres poco afectos a la lectura, pero a mí me fascinan.

2. ¿Cuál es el título del último libro que compraste?

Dos de Elisa Díaz Castelo: Planetas habitables y El libro de las costumbres rojas. Considero que es la mejor escritora de mi generación y por eso siempre la leo con emoción. Particularmente me interesa leer su libro de cuentos porque sólo he escuchado algunas versiones previas de un par de ellos.

3. ¿Cuál es el último libro que leíste?

La Ilíada. Estoy tratando de saldar las deudas que tengo conmigo misma y no me he arrepentido en absoluto. Aunque me preceden más de dos mil años de comentarios elogiosos, siento la necesidad de decirle al mundo que lean este libro como si hubiese sido impreso ayer. Me parece desconcertante que una historia tan antigua se sienta tan cercana. Me encanta el personaje de Diomedes, es quizá de mis favoritos. De los troyanos es inevitable sentir predilección por Héctor, más cuando voltea a buscar a Deífobo y descubre la treta de Atenea. Alguna vez escuché decir que las epopeyas ya no podían significarnos nada. Pero en esta lectura yo no dejé de experimentar una empatía prodigiosa al notar que todos los personajes tienen rasgos que veo en mí y en quienes me rodean.

4. Menciona cinco libros que signifiquen mucho para ti.

Primero que nada, Confabulario, de Juan José Arreola. Me acompañó toda mi infancia y es, quizá, el que más veces he leído en mi vida. Lo conocí por mi padre, quien durante muchos años se desempeñó como maestro de español y literatura. Él solía leer con sus alumnos “Baby H. P.” y “El guardagujas”. A mí me divertía no entender dónde estaban los límites entre un anuncio y un texto literario. Esa edición roja de Joaquín Mortiz me mostró la voluntad lúdica de la literatura y la orfebrería de la prosa capaz de llamar nuestra atención sobre las cosas cotidianas que parecen intrascendentes.

Mi segunda elección es El secreto de la fama, de Gabriel Zaid. Es el libro que más he regalado. Convenientemente es muy barato y suelo comprar tres o cuatro ejemplares de un tirón para tenerlos en el librero y poderlos obsequiar a mis personas favoritas. Creo que es fundamental para cualquiera que se dedique a la literatura. Más en tiempos como los nuestros, en donde todo oficio está supeditado al concurso de popularidad de las redes sociales. Cuando lo leí, me sentí comprendida y menos sola.

Uno de mis intereses más preciados: el ensayo breve que nace de la velocidad de las imprentas, pero que se sublima en forma de libro

Mi tercer elegido es un clásico: Las metamorfosis, de Ovidio. Además de que me parece una verdadera catedral del lenguaje, inauguró una de las actividades que más disfruto en mi vida diaria: las lecturas acompañadas que realizo con mi pareja. Leemos en voz alta y nos regalamos una disciplina que solos sería difícil de alcanzar. Conversamos nuestros fragmentos preferidos, nos sorprendemos de los hallazgos lingüísticos… Ese deleite de leer con la persona amada me ha hecho comprender, con todas las de la ley, por qué Paolo y Francesca se enamoraron hojeando un libro.

Como cuarta opción elijo Muerte sin fin, de José Gorostiza. La primera vez que lo leí no entendí nada. Fue hasta que tuve la guía de las clases de Romeo Tello Garrido cuando por fin logré penetrar en su misterio. Ahora leo el pasaje del reino animal cada vez que pierdo el sentido de la literatura. En esas palabras que no parecen español, que son otra cosa, siempre encuentro las razones de por qué amo los libros.

Finalmente, Alarmas y digresiones, de G. K. Chesterton. Ejemplifica uno de mis intereses más preciados: el ensayo breve que nace de la velocidad de las imprentas, en publicaciones periódicas, pero trasciende, se sublima en forma de libro y no envejece. Chesterton hace de los artículos, poemas.

5. Nomina a cinco personas para responder este cuestionario.

A Didí Mantova, ferviente seguidora de los chismógrafos. A Dora Navarrete, librera generosa. Detesto las cadenas, pero acepto que me da curiosidad qué contestarían Jorge Comensal, Eduardo Huchín o Gabriel Rodríguez Liceaga, lectores siempre excéntricos.