El Salario del Miedo: editorial quinceañera

Este año, Producciones El Salario del Miedo se viste de largo para celebrar su década y media de existencia. Entre un espíritu irreverente, una apuesta por la crónica (mejor aún si es policiaca) y los autores plebeyos que gustan de la deriva, J. M. Servín —su editor— nos cuenta las vicisitudes y los logros de un proyecto así, enraizado en la movida underground de los 80 en la Ciudad de México y, sobre todo, fiel a sus principios, que optan siempre por lo marginal antes que lo institucional. Es un faro único en el panorama literario mexicano

J. M. Servín (1962).
J. M. Servín (1962). Foto: sdemergencia.com

Aveces me siento en medio de ninguna parte. Escribo junto a las ventanas de mi departamento en otra de las ardientes tardes de otoño en la Ciudad de Mé-xico. Es finales de noviembre de 2023. Este calor vuelve aún más absurda la multitud de infelices sobre la avenida. El cambio climático y el Covid nos jodieron; a muchos los dejaron aún pasmados. Le temen más a un virus que a los gobernantes y a la delincuencia que controla el país.

Vivo en Bucareli, encerrado en la peor ciudad del mundo para pensar en el presente sin agobios. Llevo toda una vida así y muchos años editando y planeando proyectos que terminan en el basurero de los recuerdos. Un fracaso. Pero nunca apareceré en un video de redes sociales con cara compungida, pidiendo a los lectores que compren libros. El Covid los asustó a las primeras. Dan pena esos editores dizque independientes. Como si fueran los únicos a los que les afectó.

Pienso, evoco, me preparo un gin tonic. Es complicado hacer un recuento justo de 15 años de Producciones El Salario del Miedo. No somos capitalizables ni solventes, estamos endeudados, no hemos logrado ninguno de los financiamientos editoriales ofrecidos por el Estado y hasta hace poco nuestros títulos no se conseguían en ferias de libro. Rara vez alguien reseña nuestras publicaciones.

Reflexiono, evoco y acabo mi bebida como si fuera agua.

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Por agosto de 2008 hubo una reunión en mi domicilio; fue el nacimiento de un proyecto sin mayores ilusiones. El artista gráfico René Velázquez de León, mi perro Kato y mi exmujer —ella, por un corto tiempo—, apoyaron mi necedad de editar libros con el perfil de autores plebeyos, furiosos, en un formato que rompiera con los cartabones de lo que en este país se entiende como edición: libros repelentes al lector desde su formato, pobremente ilustrados y con aires de haber sido avalados por los grandes pelmazos de la literatura.

Nos propusimos publicar sólo crónica y testimonio. Nuestro perfil estaba muy alejado del lugar común de lo independiente. El país era como es hoy: violento, mafioso, ingobernable. Felipe Calderón era presidente y Marcelo Ebrard, jefe de gobierno de la ciudad donde nadie es inocente. En Oaxaca, terremotos. En Querétaro, unos sujetos facciosos se madrearon a unos emos, parte de una subcultura ñoña y pusilánime, pero inaceptable para las buenas conciencias, incluidas las de ciertos machines punks y rockeros. A fines de junio, en el antro News Divine, al norte de la ciudad, otra tragedia: la policía provocó la estampida de unos 500 jóvenes dentro del local. Murieron aplastadas 13 personas. El jefe de gobierno, uno de los contendientes alternativos a la Silla Mayor de la ciudad, y el jefe de la policía, Joel Ortega, se lavaron las manos. Juventud, represión y ejecuciones hoy siguen vigentes como política social controlada por el narco. Es la mentalidad del tullido de Los olvidados: “Ojalá y los maten a todos”.

Ésa era la situación general. El 16 de agosto en Creel, Chihuahua, fueron asesinadas 17 personas —entre ellas, un bebé de un año—, por un comando armado, mientras celebraban una fiesta. El 30 de agosto a las seis de la tarde, la multitudinaria marcha Iluminemos México, sobre Reforma, en la capital , intentaba hacer conciencia en sociedad y gobierno de los altos índices de inseguridad en el país. En otras ciudades del interior se realizaron marchas con el mismo objeto. La tragedia y la muerte haciéndose presentes. Gobernantes, empresarios y faranduleros capitalizaron su basura de siempre.

No somos capitalizables ni solventes, estamos endeudados, no hemos logrado ninguno de los financiamientos editoriales ofrecidos por el Estado

Vibraban los corazones de millones con Madonna y Diego Boneta, Edith Márquez, Ha*Ash, Julieta Venegas, Kalimba, Luis Miguel, Maná, Marco Antonio Solís, Reik, Thalía, Ximena Sariñana, Enjambre: un enjambre sobado de entretenimiento masivo.

El 28 de agosto entró en vigor, en toda la República, la Ley General para el Control del Tabaco, que prohíbe fumar en espacios públicos. La criminalización de la narcosis se endureció bajo la doble moral y sus correspondientes transgresiones. Así seguimos hasta hoy.

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Por 2012 conocimos en Monterrey a José Garza, director editorial de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Gracias a su apoyo nuestra editorial tomó vuelo.

Al día de hoy hemos publicado 42 títulos y organizamos el Gran Premio Nacional de Periodismo Gonzo, que ya va en su novena edición. Recibimos apoyo de CONARTE para publicar a tres autores locales, hemos hecho coediciones con editorial Oficio, bajo el irreverente apoyo de Arnulfo Vigil, además de financiamientos de particulares y de alguna institución cultural. Sin otro apoyo, nos hemos visto obligados a concursar con los galimatías burocráticos para los apoyos que el Estado ofrece para coediciones. No hemos ganado nada. Nostra culpa.

Hago una digresión luego de meterme una raya: las editoriales pequeñas estamos ahogadas por falta de apoyo financiero, la burocracia es un filtro para deshacerse de quienes no salvan todos los trámites exigidos. En ello entra el tráfico de influencias y las camarillas, aunque nadie lo acepte. Es incosteable la dispareja competencia para vender nuestros títulos en ferias. Nos exigen abaratarlos como si fuéramos libreros de baratillo. Hay que rematar a granel para recuperar parte de lo invertido. Las distribuidoras se hacen majes para distribuir y pagarnos las modestas ventas. Existen pocas librerías independientes y no veo cómo se abran más. Sus ventas son ínfimas. Las de franquicia nos ahogan y tratan con la punta del pie. Vivimos ahogados por los consorcios. Distribuidoras y librerías nos piden de 40 a 45 por ciento por hacer su trabajo. El mentado precio único es inexistente. Así, en este país los mandamases de la Cultura hacen cuentas alegres sobre la lectura en una realidad donde casi nadie lee. Primero los pobres, para desaparecerlos.

Una coedición de Producciones  El Salario del Miedo / UANL, 2022.
Una coedición de Producciones El Salario del Miedo / UANL, 2022. ı Foto: tiendacasadellibro.uanl.mx

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El formato de nuestros libros se inspira en el pocket book, pero con cantos redondeados y pintados, algo innovador. Nuestro director de arte, René Velázquez, entendió hacia dónde ir: estamos dispuestos a escanciar toda la ginebra y las sustancias a nuestro alcance a favor de que nombramos Producciones El Salario del Miedo (PESDM), en honor a la inmortal novela escrita por el francés Georges Arnaud y llevada al cine por H. G. Clouzot (1953). Nitroglicerina llevada en un camión sobre carretera de brecha, por sujetos temerarios, atados al fracaso. Así tendría que ser la personalidad de la editorial. Explosiva, estridente y sin nada que perder.

No somos independientes como se manejan hoy editoriales que dependen de subsidios del Estado, de la iniciativa privada y quién sabe de dónde más. Se oye bonito para embadurnar de dignidad viejas costumbres priistas. Solamente somos independientes en nuestros criterios y gustos de publicación. Venimos de una larga historia de la movida underground chilanga de los años 80. El movimiento punk atraviesa nuestro proyecto. Venimos de cuando la mugre y la furia emergieron como expresión cultural marginal, más la precariedad económica, el desplazamiento involuntario de grandes masas de población destinadas a vivir en periferias y barrios pauperizados. La falta de oportunidades y una educación pública decaída siguen siendo caldo de cultivo de la inconformidad y el resentimiento en todos los niveles sociales.

El presente es adverso y el futuro tiene lo mejor en la nostalgia. Marcamos una postura de resistencia ante un medio manejado por el clasismo criollo y su chulería. El gonzine es nieto del fanzine como medio de expresión radical y urbano. El hazlo-tú-mismo es una reivindicación a nuestra necesidad de resistir las dinámicas literarias y editoriales. Apostamos por el feísmo, por el mestizaje artístico y literario. Convocamos a toda clase de escritores, artistas, hamponcetes y deschavetados, a quienes les atrae lo que hasta hoy convoca una variante de nuestras premisas: la deriva.

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No sé si estoy contando lo que quería. El caso es que en ese 2008, los fundadores de Producciones El Salario del Miedo decidimos recuperar, como nuestra presentación en público, un homenaje en facsímil de A sangre fría. Fueron cuatro únicos números de ese tabloide coordinado por un colectivo variopinto. Invitamos a escribir ensayos periodísticos alrededor de ASF y la nota roja. Era nuestra esencia. Colaboraron Mauricio Bares y dos leyendas del periodismo pop: el editor de El Nuevo Alarma!, Miguel Ángel Rodríguez, José Ramón Garmabella (qepd), además de Delia Martínez y yo. Acordamos una coedición con una editorial oaxaqueña e hicimos nuestros primeros libros en sociedad, hasta que tronamos todos. Como Songo le dio a Borondongo. El pez grande se traga al chico y sabíamos que pasaría. Somos artistas, no empresarios filisteos.

Desde su inicio, PESDM apostó por la crónica; si se podía policiaca, mejor. La idea era hacer de la nota roja la columna de nuestra propuesta. Ahí tienen El Canerousse. Diccionario de la cárcel, prologado por Sergio González Rodríguez, y el Cuaderno Gonzo 01 ¡Nadie es inocente! Periodismo policiaco retro, recopilación de crónicas escritas por José Revueltas, Elena Garro, Luis Spota y Eduardo El Güero Téllez, entre otros.

Llevo años investigando el tema. La nota roja, hasta hoy menospreciada, me parece fascinante en un país donde lo obvio nunca va desnudo. Crimen, morbo y frivolidad. En México nadie es inocente. Lo sabemos desde siempre. ¿Qué íbamos a publicar sino crónica, por su valor testimonial, hibridez en sintonía con nuestra historia llena de mal fario y humor negro? Con A sangre fría ya nos habíamos anticipado a las fake news. Ensayo, novela, cuento y poesía atiborran las editoriales grandes y chicas. Ahí están todos, como placebos. PESDM es la única editorial especializada en este género.

El movimiento punk atraviesa nuestro proyecto. Venimos de cuando la mugre y la furia emergieron como expresión cultural marginal

En aquel 2008 estábamos listos para proponer la crónica como catalizadora de disciplinas distantes entre sí, algunas chacoteras, como las ciencias ocultas y la ufología (¡Maussan tenía razón!), pero que podían converger con el buen ojo del narrador. La inagotable mezcla de ciencias sociales y humanas se nutre de la cultura pop, alta y baja: música, tauromaquia, historia, psicología social, Schopenhauer, esoterismo, magia negra, avistamientos, Kierkegaard, abducciones, rock, Guy Debord, Greil Marcus, Hunter S. Thompson, hip hop, corridos tumbados, deportes, moda, tabloides escandalosos. Gay Talese propone: “Percibo visualmente lo que voy a escribir: veo escenarios, personajes, grupos de personajes, como en una película de Fellini”. Yo pondría en vez de Fellini a Roberto Gavaldón, Sam Peckinpah o David Simon. La crónica es el territorio de la deriva, como la entendieron los Situacionistas.

Todo se vale para contar, sobre todo romper el tiempo lineal. La crónica solía narrar lo que había pasado, ahora contamos lo que pasa. Ya terminó la era donde Carlos Monsiváis y la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano imponían un canon. Han brotado en México decenas de plebeyos que escriben sobre la realidad donde vivimos la mayoría: violencia, desempleo, pobreza, la vida turbulenta en las calles y una cultura pop que se mueve vertiginosamente y refleja el mundo de hoy y siempre. Cronistas comprometidos con el aquí y el ahora, corresponsales de lo inmediato fragmentado por una realidad que se infiltra en pesadillas cotidianas.

Hemos convocado a cientos de lectores en eventos únicos en México, como la Gran Caravana Gonzo, el Premio Nacional de Periodismo Gonzo, el Primer y Segundo Encuentro Intergaláctico de Nueva Crónica Mexicana, que tuvieron un éxito inusitado en la pandemia durante julio, agosto y septiembre de 2021 y 2022, en Ciudad de México y Monterrey, respectivamente.

Hemos publicado a más de 150 cronistas y artistas gráficos. Tenemos una marca de cerveza: Gonzo Hazy Ipa y Gonzo Porter Salvaje. Hacemos presentaciones, conversatorios y spoken crónica, organizados gracias al apoyo de algunos foros y galerías, y el entusiasmo de los autores, listos a unirse a nuestros reventones de Crónica Gonzo y cerveza de calidad.

Así cruzamos tres sexenios que hacen cuentas alegres en un país ensangrentado, ingobernable, confrontado y donde sólo hay dinero para tiburones del oportunismo. Producciones El Salario del Medio ha sobrevivido, a pesar de todo, como la otra crónica. Somos la quinceañera con la que todos quieren bailar.

Esto es un reconocimiento a cinco amigos y consejeros que nos ayudaron a trazar esta deriva editorial: Rafa Saavedra, Sergio González Rodríguez, Carlos Martínez Rentería Eusebio Ruvalcaba, y Roberto Diego Ortega.

Aquí no se rinde nadie.