Michelle Garza Cervera llega al café Camino a Comala. Lleva una playera de la banda punk conformada por mujeres, Nekra. Es domingo. Antes estaríamos encontrándonos para desayunar en La Lagunilla, con amigos. Durante la semana nos organizamos para hablar de Huesera, primer largometraje que dirige y que destacó por ganar premios en el Sitges Film Festival y el Tribeca Film Festival.
En septiembre de 2022, Mich, como la llamo, volvía de promocionar en el extranjero la historia que escribió con Abia Castillo, sobre una mujer llamada Valeria, que deconstruye la domesticidad. Huesera se estrenó en febrero de 2023, con su mensaje sobre la vida doméstica que mezcla horror y feminismo. Pienso eso en cuanto traen nuestras bebidas y Mich habla de la locura que vive desde que comenzó a promocionar el film con el cual “quería desafiar el statu quo, la idea clásica de la familia nuclear”, como señaló en los Golden Globes.
VIÉNDOLA HABLAR LE NOTO felicidad y cansancio. Ha cumplido su sueño. Para quienes la conocemos del punk ha sido emocionante encontrarla en la tele, platicando con Adán Jodorowsky sobre Frankenstein. Aquellos que la vimos tocando con sus bandas Especie Fallida y Secreto Público sentimos orgullo, confirmamos que las expresiones juveniles ayudaron a gestar “la película que está cambiando el cine de terror en México”, según señalan medios de comunicación.
En una entrevista que le hice años atrás ella me contaba que de niña quería ser dentista, pero no se le caían los dientes y tenían que inyectarle anestesia para arrancarlos, por lo que empezó a soñar con escribir. La creatividad estaba en ella y siempre quiso plasmar sus ideas por escrito, pero lo suyo era muy visual: empezó a dibujar. En la prepa tomó su primer taller de video. Luego aplicó para entrar al Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), donde en 2016 terminó sus estudios y se tituló como directora y guionista. En esa etapa tuvo un novio, Arturo El Garrocha, quien en 2008 murió en un accidente. Juntos se proponían ver 20 películas a la semana: las conseguían en Tepito, en El Chopo, afuera de la Cineteca o en el Videodrome de Miguel Ángel de Quevedo.
—Gracias al Chopo descubrí películas favoritas, como Mysterious Skin —comenta—. Hacíamos listas y se las dábamos a un señor que tenía pelis sobre punks o skinheads. Si algo me gustaba, me recomendaba parecidas. Afuera de la Cineteca se ponía un metalero y en Tepito había un puesto dividido por directores y cine de arte.
Otro tenía cosas de western y horror.
Acudir a la piratería era una necesidad. Además tenía su colección de The Criterion y compró mucho cine de arte en Blockbuster. “Cuando estaba haciendo mi primer cortometraje, Isósceles (2012), vendí los DVDs para pagar deudas, pero aún conservo mi colección de películas originales y con cajas bonitas”, explica.
En esa etapa tuvo un novio, Arturo el garrocha... se proponían ver 20 películas a la semana: las conseguían en Tepito, en El Chopo
Su inclinación por el horror surgió buscando dejar atrás cierta falsedad que notaba en el CCC. “Me gusta Tarkovski, pero había una tendencia en mí de hacer lo que consideraba menos pretencioso”, apunta. Sin embargo, cree que el horror mexicano no ha avanzado porque casi no hay directoras. Esto lo compara con el punk, donde admira a muchas mujeres desde que compró un CD que traía canciones de Penetration y X-Ray Spex.
—A nivel masivo, la gente asume que es un estilo musical de hombres, cuando yo misma pude comprobar que no. Me influenciaron de morrita John Waters, The Rocky Horror Picture Show y Velvet Goldmine, que tienen identidades queer y van de la mano con el punk —apunta—. Por eso hoy creo que esa música me llevó al cine donde se mezcla el horror con lo queer y con lo femenino. Es lo que siempre me ha gustado. De hecho, me empezaron a apasionar el punk y el horror mientras buscaba dónde sentirme incluida.
HUESERA TOMÓ FORMA tras la muerte de María Constanza Cervera Gómez, madre de Mich. Ocurrió en 2016, cuando desarrollaba La rabia de Clara, su cortometraje de tesis en el CCC:
—También tiene que ver mi abuela paterna, Irene González. Las conversaciones más íntimas que tuve con ella se originaron por la muerte de mi mamá. Me empecé a cuestionar cómo fue crecer en una casa de hombres, con tres hermanos mayores y mi papá, quienes son tradicionales.
En la entrevista anterior que le hice describió a su mamá como alguien de la ciencia ficción, porque sus grabados eran fantásticos. De ella le vinieron ideas para hacer cine. Y es que las mujeres de su familia fueron rebeldes, como Valeria, protagonista de su película.
A un costado de nosotros almuerza una familia. Mientras Michelle me explica el origen de Huesera, voltea a vernos la mamá, quien da de comer a uno de sus hijos. Quizá conozca la cinta, que aborda tanto la maternidad como la vida familiar. “Tengo recuerdos de mi mamá enojada, yéndose de la casa porque le hacíamos gaslighting cuando se quejaba de algo”, afirma.
—Yo me sumaba a lo que decían mis hermanos y mi papá —añade—. La veíamos como una loca. Yo tendría nueve años y me daba risa ir por ella a casa de mi abuela, teníamos que convencerla para que regresara. Ahora me doy cuenta de que debió ser una pesadilla.
Tiempo después de fallecer la señora, una sala estudiantil de la Facultad de Arquitectura de la UNAM tomó su nombre, porque fue la primera mujer egresada de la Licenciatura en Diseño Industrial. Esto también le dio impulso mientras investigaba sobre feminismo, movimiento que abrazó en el punk.
Un gran empuje para su cinta consagratoria fue la beca que obtuvo pa-
ra estar un año en Gran Bretaña, en Goldsmiths, University of London, donde realizó la Maestría en Dirección de Cine. Allí creció entre risas y nostalgia; asumió que estudiando en el CCC era inmadura. “Solía ser un desmadre. Mis compañeros recuerdan ejercicios bien malos que entregué”, apunta. “Una vez proyecté algo porno, ante un maestro como de 80 años”.
En Londres se sintió más clara. Le habían roto el corazón y asimilaba la pérdida de su madre. Se la pasaba en la biblioteca, leyendo análisis de horror, guiones y escribiendo Huesera. Su otro pasatiempo era ensayar con Forra, banda hardcore que formó con dos españolas y una argentina. Juntas grabaron Mostrame lo peor, EP que en 2018 editó La Vida Es Un Mus Discos. “Estoy agradecida con la beca que obtuve. Apliqué con tal de escapar”.
LA DIRECTORA SOÑABA con hacer una película que reflejara a su comunidad punk. Por eso Huesera incluye referencias de gente que conoce. Una escena transcurre en un show donde tocan las chicas de Soga junto a Dani, de Cremalleras; también aparecen Mito del Desierto, Chino (Sankinpankin), Fiona (FZ-10) y sus propios compañeros de banda (Secreto Público), es decir, Edna, Magali y Pablo. Asimismo, en la película figuran los cuadros de Luiso Ponce, un póster de su agrupación (Gamezán), un disco y una playera de Cadenaxo, el libro The Spitboy Rule: Tales of a Xicana in a Female Punk Band, de Michelle Cruz Gonzales, y la canción “Pantera”, de Forra. La ilustradora Abril Márquez se encargó de hacer el libro Para ti, que le da énfasis al tema maternal. La música de la cinta es de Gibran Androide (Malcría) y Cabeza de Vaca (Pura Manía y Fracaso).
Le comento a Mich todo eso que vi en la película, luego de que me invitó a Mórbido Fest 2022, donde se proyectó meses antes del estreno. Pero sobre el personaje de Octavia, comenta que la actriz Mayra Batalla es straight edge (movimiento dentro del punk, cuyos miembros no consumen alcohol ni drogas, tampoco fuman), por lo que se “viajó un chingo”, ya que desconocía ese estilo de vida.
—Fueron muchos regalos que le quise hacer a mi comunidad —puntualiza—. Mis amigas de Forra lloraron al ver la película, porque con ellas tuve conversaciones mientras estaba en Londres; las tres son disidentes en cuestiones domésticas. Creo que maduré en temas de familia nuclear.
Estaba en picada y Mis compas me sacaron del hoyo. Escapé de lo que me hacía daño. Había caminos luminosos que me ayudaron a crear Huesera
Hago hincapié sobre el tema del straight edge porque parte de nuestros amigos, de Mich y míos, crecieron bajo esa consigna. Algunos siguen dentro de esa ala del movimiento, que data de 1980. Recuerdo a Mich con ellos, divirtiéndose en un departamento de Santa María la Ribera.
—Antes me juntaba con banda más destroyer, pero cuando encontré a Frany, Pablito y su comunidad straight edge empecé a sentir el punk de otra forma. Me di cuenta de que no era indispensable la destrucción —afirma—. Yo nunca me consideré straight edge, aunque sí tuve una etapa sobria que me purificó. Venía de un duelo bien cabrón por la muerte de mi exnovio. Estaba en picada y mis compas me sacaron del hoyo. Me escapé de lo que me hacía daño, todo se volvió más político. Dentro de la oscuridad había caminos luminosos que me ayudaron a crear Huesera.
LA CINTA SE IBA A ESTRENAR antes de 2023, pero la pandemia le impuso más tiempo de cocción. En los meses en que estuvo encerrada y sola en casa, Michelle leía ficción y ensayo. Hacía ejercicio, meditaba, escuchaba música, escribía.
—Ese tiempo me permitió tener diálogo con los actores y el crew —recuerda—. Veíamos una película cada semana. A quienes no solían ver mucho cine de horror los fui sacando de esa caja. Lo que me encanta del equipo de Huesera es que el guion les hacía ruido. A algunos les parecía incorrecto y las conversaciones se ponían calientes. Eso estuvo chido porque nos hizo intercambiar opiniones.
La pandemia trajo problemas a la hora de filmar; entre ellos, requirió más presupuesto. Incluso determinó escenas, como la que se grabó en el Santuario de Chalma del Estado de México, donde hay una Virgen de Guadalupe gigante. Mich soñaba con grabar en la Basílica de Guadalupe, pero descubrir la Virgen de Chalma encajó con la historia. Señala que si Huesera hubiera salido antes de la pandemia, probablemente no le hubiera ido tan bien, pero el encierro fortaleció el proyecto, mientras ella seguía su instinto, imaginando y escribiendo con Abia Castillo.
Entre 2011 y 2012, algunos amigos y yo le ayudamos a cargar muebles y pintar una casa de la colonia Roma, donde grabó Isósceles. Al entrar al lugar se sentía una vibra pesada, pues una persona que la habitaba se quitó la vida. Además encontramos en un mueble papeles sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Después de eso nadie quería quedarse solo en una habitación. Desde entonces estaba abandonada. Eso nos dijo ella y ahora se lo recuerdo. Se ríe al pensar en aquel momento, y menciona que Isóceles tiene líneas paralelas con Huesera: los personajes de ambos proyectos están inmersos en una dinámica familiar opresiva y se enfrentan con algo salvaje. Eso lo repitió en La rabia de Clara (2016), por lo que piensa que sus historias exponen una forma de escapar.
Comenta que durante la filmación de Huesera también hubo vibra pesada, como cuando filmaron un ritual. Por otro lado, algunas escenas pueden incomodar, por lo frías que son:
—Creo que esa vibra yo la provoqué porque me emociona —afirma—, pero sin duda sí pasaron cosas de energía. Estábamos abordando algo delicado, como la maternidad, por eso había tensión. Si algo salía mal, era posible que estuviéramos haciendo cosas incorrectas, aunque lo incorrecto no está mal.
LA FAMILIA QUE ESTÁ a un lado de nosotros en donde comemos se pone de pie. Mientras la mamá voltea de nuevo a vernos Mich me enlista su agenda de las próximas semanas; la promoción de su opera prima continúa. Además, este año grabará Palizada, su segundo largometraje, para que de ese modo Huesera “deje de ser mi one hit wonder”, menciona con humor. Después afirma que siente como una suerte de fantasma muy violento hacer otra película.
Ya afuera de la cafetería, antes de despedirnos, bromeo con ella, la invito a tomarnos una foto porque ya es famosa. No le hace gracia, pero también entiendo que está viviendo cosas extrañas; ella pensaba que la cinta se iba a proyectar a nivel más underground. Incluso, antes de que yo comenzara a grabar nuestra charla me comentaba que se siente expues-
ta y que por todo lo que su película está provocando le han llegado ofertas de trabajo que no imaginaba. Quedamos en salir a tomar unas cervezas como antes pero Mich, aun cuando ya no es la misma porque la película la cambió —así lo ha dicho en entrevistas—, sigue teniendo algo de la adolescente punk que se interesó por el horror, sólo que convirtió sus gritos y sus guitarrazos en una obra en que las mujeres se pueden sentir incluidas.
Meses después, antes de que se publique este texto, me entero de que Huesera tiene 17 nominaciones a los premios Ariel 2023.