El álbum 1984, de Van Halen, cumple 40 años este mes y suena tan vital como cuando se lanzó. Fue el punto de equilibrio entre el rock duro, el metal y el pop; el sonido proteico lo obtuvieron al enfrentar la guitarra con el sintetizador. También es una pista sonora personal cargada de emociones, porque apareció cuando llegué a vivir con los primos de California aquel año orwelliano. Más tardé yo en saludar, que ellos en poner 1984 y prender lo que sería mi primer toque. El arranque con el sintetizador polifónico Oberheim OB-Xa todavía me causa el flashback de salir disparado por la ventana y elevarme hacia el sol.
Van Halen se distinguía por contar con un guitarrista virtuoso y un trío de soporte espectacular: un cantante acróbata/bailarín y una sección rítmica funcional, porque el rock en California es un deporte. Eddie Van Halen fue un músico innovador que perfeccionó las técnicas del tapping y el slapping, creando un sonido que balanceaba la melodía con una velocidad vertiginosa. Lo que hizo distinto a 1984 en su discografía fue colocar el sintetizador al nivel de la guitarra, el sello del pop y el rock en los 80.
El sonido proteico lo obtuvieron al enfrentar la guitarra con el sintetizador
Según su productor, Ted Templeman, el teclado sólo era un pasatiempo del guitarrista y existía en su ecuación desde los discos anteriores hasta colocarse en primer plano sonoro. Si el arranque de su debut, Van Halen, era una declaración de sonido guitarrero con el binomio “Runnin' with the Devil/Eruption”, el de 1984 fue la declaración de synth rock con “1984/Jump”: una colisión de la guitarra y el sintetizador ejecutados por el genial músico. Los sencillos son inolvidables: “Panama”, “I’ll Wait” y la metálica “Hot for Teacher”. Aunque tiene piezas más progresivas, “Drop Dead Legs” y “Girl Gone Bad”, como extraídas del 2112 de Rush. Fue la cima creativa y comercial de Van Halen, un parteaguas del rock en los 80 y el último gran disco con el vocalista David Lee Roth. Enseguida empezó el declive pop con Sammy Hagar y Gary Cherone, conforme la salud de Eddie Van Halen se iba a pique por el cáncer de garganta que lo mató en 2020. Así se apagó el sonido californiano, híbrido y deportivo de su célebre guitarra construida por él mismo, la Frankenstrat.
1984 es un clásico ochentero desde la portada de Margo Nahas, el espíritu desmadroso y lúdico de Van Halen que transgrede con la inocencia de un querubín fumando. Sin duda fue el disco adecuado para iniciarme en la marihuana.