NOCHE
Cuando uno vive en una gran ciudad no se preocupa por la noche. Después del ocaso no deben hacerse ciertas cosas –exhibir la billetera, olvidarse de echar llave al coche– y hay que evitar ciertas personas –borrachos, locos, depredadores–; por lo demás, en todas partes hay zonas violentas donde conviene no aventurarse. Pero gran parte de las reglas tiene igual vigencia durante el día y, curiosamente, hay zonas violentas donde conviene no aventurarse. Pero gran parte de las reglas tiene igual vigencia durante el día, y, curiosamente, muchas ciudades son más fáciles por la noche. Las dimensiones –del tiempo, del espacio– parecen más amplias; la multitud merma, el ritmo se aquieta, es más fácil estacionar. Y, más allá de un punto sin retorno, las personas se vuelven más amistosas, quizá porque son menos, quizá porque los insomnes mantienen una fraternidad particular; la logia de los que velan mientras el resto del mundo duerme. […]
Como el cerebro, sin embargo, la ciudad duerme sólo en apariencia. Dispersos por la corteza oscurecida fulguran puntos de actividad. En comisarias, hospitales, periódicos, estudios de televisión y prostíbulos ha comenzado el turno noche. Los bomberos y los médicos de guardia esperan llamadas, los disc-jockeys entran en sus cubículos sellados, los panaderos amasan las hogazas del pan de mañana, los grandes mercados hormiguean, los bares que los rodean están atiborrados, y todo aquel que se gane la vida oyendo u observando está ante su terminal: el controlador aéreo, el funcionario de defensa, la joven tigresa de las finanzas cuyo monitor presenta cifras de Nikkey y Hang Seng mientas ella habla por dos teléfonos a la vez.
Al Alvarez, La noche. Una exploración de la vida nocturna, el lenguaje de la noche, el sueño y los sueños, trad. Marcelo Cohen, Fiordo Editorial, 2022.
ESPELUZNANTE
Adj. Se dice de los sucesos o de los objetos pavorosos, tremendos, terribles y horripilantes.
Ya los latinos utilizaban la voz pilus (pelo) en vez de capilus (cabello). Para señalar que una persona no tiene el pelo bien colocado, o simplemente se está quedando sin pelo porque se lo arrancan o se lo cortan, la lengua primitiva del romance castellano debió partir de pelo y así: despeluzar, acepción admitida aún en el siglo XVIII. Variantes de espeluzar fueron espelurciar (en Asturias), despeluznar y despelunzar. La idea de maraña de pelo o, más bien, de erizamiento de pelo por causa de un susto, acaparó estos vocablos y así: espeluzno, repeluzno, repelús… La causa del espeluzno, según los antiguos médicos, era que la sangre volvía toda al corazón (por causa del miedo) y se erizaban los cabellos, se perdía el color, temblaban las manos y los pies, y apenas podía articularse palabra. Éstos son los efectos de verse impresionado por algo espeluznante, y aunque la palabra haga sólo referencia al erizarse de los cabellos, todo el cuerpo lo sufre.
José Calles Vales, Procedencia de las palabras extravagantes, Editorial Libsa, 2011.
LEONORA CARRINGTON
En las telas de Leonora desfilan las maravillas del mundo antiguo y aparecen bailarinas de túnicas transparentes, jardines flotantes, glifos que recuerdan la escritura cuneiforme. Lectora de la Biblia, y de tratados astrológicos, le fascina el Tarot, vehículo para vislumbrar el futuro; la rosa de los vientos y sus treinta y dos rumbos dividiendo la vuelta del horizonte: la alquimia que tiende líneas geométricas entre los hombres y las cosas, entre lo de arriba y lo de abajo, entre lo que se expresa y se insinúa. Sus hombres no admiten interpretaciones analíticas ni cuentan historias, plasman imágenes inverosímiles. Son manifestaciones de un cielo desquiciado del cual no se puede ni se pretende salir.
Beatriz Espejo, Leonora, Catálogo para Editorial Armonía, 2001.
ANEXOS
Para escribir su nuevo libro, The Way That Leads Among the Lost, Angela García, una antropóloga, pasó años escuchando los testimonios de los clientes de los anexos de la Ciudad de México, centros de tratamiento para drogadictos que han proliferado discretamente en el contexto de la fallida guerra contra las drogas de México y Estados Unidos. […] Son espacios clandestinos –un departamento pequeño en una vecindad, un edificio abandonado cercano a una iglesia– con frecuencia ocultos en barrios pobres. […] Su libro ofrece una visión de la guerra contra las drogas que difiere de la familiar y colorida que presenta narcos con rifles con baño de oro perseguidos por agentes bigotones de la D.E.A. Los personajes que recorren las páginas de García residen en la periferia de la vida urbana, y del conflicto mismo. Los anexos son lugares austeros, brutales. Sus clientes –los anexados– suelen ser golpeados, humillados cotidianamente, a los que se les prohíbe salir, por lo menos hasta que sus familiares se queden sin dinero para pagar su internamiento. […] Uno de los personajes, Hortensia, es madre de un adolescente que es adicto y traficante. Tras pagar para que un anexo lo admita, Hortensia observa cómo el personal del grupo lo saca violentamente de su casa. Lo empujan, lo patean, lo atan de manos y se lo llevan con una capucha sobre el rostro. […] Hay tres libros entrelazados en el libro de García: una memoria personal, una narración basada en un estudio de campo y una etnografía académica centrada en cómo los anexos pretenden ser una “articulación de la comunidad” y “una manera ética de coexistencia” […]
Azam Ahmed, “Inside Mexico’s Brutal Drug Rehabs for the Poor”, The New York Times Review of Books, 28/04/2024. (Traducción del fragmento: D.J.G.)
POESÍA
Los críticos parecen siempre más locos que los poetas. Homero es completamente razonable y sereno; pero sus críticos se han encargado de destrozar su obra y de presentárnosla en girones extravagantes. Shakespeare es una persona normal y única; pero no ha faltado un crítico que nos demuestre que dentro de Shakespeare se disimula alguna otra persona más. Y aunque es verdad que San Juan Evangelista vio en sus visiones extrañísimos monstruos, nunca concibió criatura más horrenda que alguno de sus comentaristas. Y el hecho es bastante fácil de explicar: la poesía es saludable porque flota holgadamente sobre un mar infinito; mientras que la razón, tratando de cruzar ese mar, lo hace finito; y el resultado es el agotamiento mental, semejante agotamiento físico de Mr. Holbein. Aceptarlo todo, es un ejercicio, y robustece; entenderlo todo, es una coerción, y fatiga. El poeta no busca más que la exaltación y la expansión, el desahogo de su personalidad sobre el mundo. El poeta no pide más que tocar el cielo con su frente. Pero el lógico se empeña en meterse el cielo en la cabeza, hasta que la cabeza le estalla.
G. K. Chesterton, Ortodoxia, trad. Alfonso Reyes, FCE, 1997.
AUTONOMÍA
La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón! He aquí el lema de la Ilustración.
La pereza y la cobardía son causa de que una tan gran parte de los hombres continúe a gusto en su estado de pupilo, a pesar de que hace tiempo la Naturaleza los liberó de ajena tutela (naturaliter majorennes); también lo son de que se haga tan fácil para otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo no estar emancipado!
Immanuel Kant, “¿Qué es la Ilustración?” en Filosofía de la historia, trad. Eugenio Ímaz, FCE, 2004.