Abraham Ángel, cien años después

AL MARGEN

Abraham Ángel, cien años después Foto: Google Art Project

“De un extremo a otro de Nueva York me habla Best Maugard, previniéndome que va a darme una mala noticia […] Abraham murió de repente. Cuando Manuel Rodríguez Lozano, de regreso de la Dirección de Dibujo, volvió a la una de la tarde a la casa donde ambos vivían, encontró a la criada deshecha en lágrimas, y a Abraham, su hermano, su hijo, muerto en la recámara donde colgaban las últimas pinturas del pintor-niño.”

Con estas palabras, José Juan Tablada narró una noticia que sacudió al mundo cultural y artístico mexicano, el 27 de octubre de 1924 para ser exactos. La prematura partida de Abraham Ángel no sólo sorprendió por lo repentina, teniendo el pintor tan sólo 19 años, como el mismo poeta lo describió, sino porque se trataba de una carrera en ascenso. Aún quedan dudas sobre el motivo de La muerte de Ángel, atribuida a un presunto suicidio o sobredosis, pero lo que difícilmente se puede cuestionar es que el suyo fue un talento muy especial.

¿Qué hubiera podido hacer si aquel fatídico día no hubiera llegado nunca? Es difícil evitar hacerse esta pregunta al recorrer la sala dedicada a la obra de Abraham Ángel en el Museo de Arte Moderno, el cual presenta este año una exposición que conmemora este trágico aniversario, en colaboración con el Museo de Arte de Dallas. Se trata de la primera gran retrospectiva de su vida y obra en más de 35 años —y quizá la más exhaustiva. Bajo el título Abraham Ángel: entre el asombro y la seducción, reúne 26 obras, 19 de la autoría del pintor mexiquense, provenientes de colecciones públicas y privadas.

A PESAR DEL VIBRANTE PINCEL DE ÁNGEL, hay un dejo melancólico en el aire en el mam. El recorrido comienza con sus inicios bajo la tutela de Adolfo Best Maugard, donde queda claro que fue uno de sus mejores alumnos en cuanto a la aplicación de su método de trabajo se trata, pues si hay algo que destaca de su obra es su carácter naif, muy propio de la influencia que tuvieron las artes populares en el Arte con mayúscula durante su tiempo. El público puede apreciar después el despegue de su carrera, ahora de la mano de Manuel Rodríguez Lozano, su pareja, con quien compartió la etapa más productiva de su corta vida.

Aquí resulta imprescindible destacar uno de los aspectos más interesantes de la muestra: su narrativa en torno a la homosexualidad del artista, la cual es explorada de manera frontal, sin las veladuras con las que se han contado las historias lgbt en el arte mexicano. En esto, el diálogo con el propio Rodríguez Lozano, así como con otros personajes del ámbito de la diversidad sexual de su época es muy significativo.

Finalmente, se nos lleva de la mano por el ocaso de su vida y las circunstancias de su muerte, donde la tristeza invade la sala. A pesar de ello, queda un guiño de esperanza: una portada diseñada por Ángel para el doctor Fournier. “Sigue adelante” nos dice el personaje trazado por el joven pintor, quizá como un recordatorio a sí mismo. Y lo cumplió: Abraham Ángel sigue adelante a través de su obra.

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