FANATISMO
Si las convicciones contemporáneas no generan entusiasmo, lo que sí entusiasma es lo que se encuentra en el extremo opuesto: el fanatismo. A diferencia de la fe en convicciones abstractas, el fanatismo no relativiza nada, tiene claros cuáles son sus fines y qué motiva sus actos –por Alá, por la integridad nacional, contra los herejes.
La duda no entra en sus cálculos ni siquiera para considerar que el medio más eficaz para lograr sus fines es la violencia. El terror (en el que también desembocó la Ilustración francesa, la más emblemática, no hay que olvidarlo) se define porque no pone en cuestión la pertinencia de medios violentos para alcanzar unos fines que, en sí mismos, pueden ser opciones aceptables.
El fanatismo es un proceder que no tiene nada de irracional: los fines están claros y también los medios para llegar a ellos. Pura razón instrumental. Grandes masacres para llamar la atención, mostrar el poder que uno tiene, aterrorizar al adversario y disuadirle de seguir con sus perplejidades. En todo caso, lo irracional estará en los fines, aunque también estos pueden enmascararse con los valores éticos de siempre. […] A diferencia del sujeto de convicciones abstractas, perplejo por tener que elegir cómo las defiende, el fanático no elige nada: la doctrina en la que cree, sus prejuicios y sus ídolos, le indican al detalle cómo debe actuar. El actuar fanático no deja espacio ni para el pensamiento ni para la duda.
Victoria Camps, “Los dogmas de la tribu”, Elogio de la duda, Arpa, 2016.
UN REGALO PARA JOSÉ AGUSTÍN
El 19 de agosto de 1963, día de mi decimonoveno cumpleaños, Arreola me hizo el regalo más maravilloso que he recibido en mi vida. Ya había leído La tumba.
“Es usted un escritor”, me dijo.
“Considérese usted un escritor. Su novela es muy publicable y yo la voy a editar.” No sólo se trataba del regalo de cumpleaños más extraordinario de mi vida, sino que no comprendía cómo, conscientemente, jamás tuve en cuenta que Arreola era uno de los editores más finos y exquisitos del país, por lo que me podía publicar, como a Fuentes, Pacheco, Poniatowska, Elizondo, Del Paso. Por si fuera poco, adujo que el texto requería trabajarse y durante casi medio año me dedicó largas y maravillosas sesiones personales, semanales, en su casa, para limpiar La tumba. A veces revisábamos el texto sobre la mesa y en otras ocasiones él se tumbaba en un catre y me pedía que le leyera. Así corregimos palabra por palabra, línea por línea, coma por coma. […]
José Agustín, Vuelo sobre las profundidades, Lumen, 2008.
LA MISMA SOLEDAD
A veces, queda en cama días enteros: vómitos y calambres del estómago que le hacen perder el sentido, las sienes le duelen como si se las trepanasen, los ojos pierden casi totalmente la vista; pero nadie se aproxima a su lecho, nadie tiende su mano para poner una compresa en su frente, nadie hay que se preste a leerle en alta voz, a conversar con él, a reír con él.
Esa habitación es siempre la misma. La población tiene nombres distintos: Sorrento, Turín, Venecia, Niza, Marienbad, pero la habitación es la misma: una habitación de alquiler, extraña, fría, de muebles descabalados; siempre la misma mesa de trabajo y el mismo lecho de dolor; siempre también la misma soledad. En todos sus años de peregrinación no hay ni un solo descanso en un ambiente alegre y amable; nunca, durante la noche, se aprieta contra él el cuerpo desnudo y tibio de una mujer; nunca hay una aurora de gloria tras de sus miles y miles de noches de trabajo y de soledad. […]
De vez en cuando un huésped, un visitante. Pero la corteza se ha hecho ya demasiado dura alrededor de ese corazón anhelante de compañía; el solitario da un suspiro de alivio cuando se marcha el visitante. No queda ya en él ni rastro de sociabilidad; la conversación fatiga, agota, al que se alimenta de sí mismo y que, por tanto, sólo tiene apetito de sí mismo. A veces, rápido como un destello, pasa aún un rayo de felicidad: esa felicidad se llama música. […]
Stefan Zweig, “Friedrich Nietzsche (Doble retrato)”, La lucha contra el demonio. Hölderlin – Kleist - Nietzsche, trad. Joaquín Verdaguer, Editorial Apolo, 1946.
ARQUITECTURA PERDIDA
La arquitectura preside los destinos de la ciudad. Ordena la estructura de la vivienda, esa célula esencial del trazado urbano, cuya salubridad, alegría y armonía están sometidas a sus decisiones. Agrupa las viviendas en unidades de habitación, cuyo éxito dependerá de la justeza de sus cálculos. Reserva de antemano los espacios libres en medio de los cuales se alzarán volúmenes edificados de armoniosas proporciones. Instala las prolongaciones de la vivienda, los lugares de trabajo, los terrenos consagrados a las distracciones. Establece la red circulatoria que ha de poner en contacto las diversas zonas. La arquitectura es responsable del bienestar y de la belleza de la ciudad. Toma a su cargo su creación y su mejora, y le incumben la selección y la distribución de los diferentes elementos cuya afortunada proporción constituirá una obra armoniosa
y duradera.
Le Corbusier, Principios de urbanismo (La Carta de Atenas), trad. Juan-Ramón Capella, Planeta-Agostini, 1993
ORGULLO NACIONAL
Considerarse mejor que el resto de las personas es malo y es estúpido, eso lo sabemos. Considerar que nuestra familia es mejor que las demás, es aún peor y más estúpido todavía; pero a menudo no sólo no nos damos cuenta, sino que vemos en ello un mérito particular. Considerar a nuestro pueblo como el mejor es lo más estúpido que pueda existir. Y, sin embargo, esto no sólo se considera malo, sino que se considera como una gran virtud.
Lev Tolstoi, Aforismos, selección, trad. y prólogo de Selma Ancira, FCE / Consejo de la Música en México / Institute for Literary Translation (Russia), 2019.
HOMBRES DE JUNCO
En el año 9, Ovidio compuso el Libro I de las Tristes, el navío que por decreto imperial lo conducía al exilio en Tomis. Había embarcado en Brindisi. El Adriático estaba agitado. Era otoño.
Tenía cincuenta y dos años y estaba solo […].
Ovidio escribe que tiene, desenrollado sobre sus rodillas, un volumen, mientras está sentado en el puente del navío. En los márgenes de este volumen anota las impresiones que experimenta. Sin levantar la cabeza. Dice adiós a lo que se aleja. Se estira la túnica y anticipa la desgracia. Llora. […]
Un rito oscuro en Roma consistía en el lanzamiento anual de los hombres de junco al agua. Se llamaban las Argeas. Argei significa “maniquíes de junco”. El 15 de mayo, desde el puente Sublicius, unas mujeres arrojaban veintisiete maniquíes trenzados. Ovidio describió este rito: son las vestales que procedían al lanzamiento de estos argei, de estos scirpea (estos juncos), de estos stramineos quirites (de estos padres de paja). Estas palabras se encuentran en la página de Ovidio. Las vestales desordenaban sus moños en signo de luto y depositaban en el aire estos muñecos ligeros después de haberlos atado de pies y manos. Unos recuerdos de hombres arrojados ritualmente desde lo alto de los puentes en dirección a los dioses de los ríos se habían convertido en simulacros de follaje. Un viaje en barco hacia Tomis es un simulacro del hombre que ha sido arrojado. Augusto es la vestal. […]
Pascal Quignard, “Tratado XL. Sobre el meñique”, Pequeños tratados II, trad. Miguel Morey, Sexto Piso, 2016.