Diversa Cultural

Diversa Cultural Foto: Freepik, Matador Network, Designa y iStock

EL HUMO COTIDIANO

A veces me alcanza el deseo de hablar un poco, sin poema, con las frases mediocres en que existe esta realidad, del rincón de calle, horizonte y cielo que avizoro al atardecer, desde la alta ventana donde siempre estoy pensando. Deseo, sin ningún sentido universal, atadura primaria que es necesario estirar para sentirse vivo, junto a la más alta ventana, en el solitario atardecer.

Decir, por ejemplo, que la calle polvorienta me parece un canal de tierras inmóviles, sin poder de reflejo, definitivamente taciturno.

Los grandes roces invaden de humo el aire detenido, y la luna asomada de esa orilla gotea gruesas uvas de sangre. […]

Parece que es forzoso poner un poco de música entre esas letras que tiro al azar sobre el papel. Indispensable acordeón, escalera de borrachos que a veces tropiezan. Pero también un organillo haciendo girar sus gruesos valses encima de las techumbres. […]

Carretones pasan tambaleando, resonando, arrastrando. La gente garabatea al andar figuras sobre el sueño. Alumbra una voz detrás de aquella ventana. Cigarros encendidos entre la sombra. ¿Quién golpea con tanta prisa en la casa de abajo? La montaña del fondo, sombrío cinturón que ciñe la noche. Nada más fatal que ese golpe a la puerta, después los pasos que ascienden mi pobre escalera: alguien me viene a ver. Entonces escribo con apuro: la noche como un árbol, tiene en mis raíces, tenebrosas raíces. Enredado de frutas ardiendo, arriba, arriba el follaje, entoldando la luna.

Pablo Neruda, Para nacer he nacido, Seix Barral, Barcelona, 1978.

Nude de humo ı Foto: iStock

SÍMBOLOS Y SUEÑOS

Los diseños del arte indígena surgen de la bruma de la prehistoria. Se encuentran en los ejemplos más antiguos de la danza del ser humano que ha dejado en los utensilios del mundo pre-celta. Marija Gimbutas siguió estas marcas a través de Europa central y descubrió que están universalmente ligadas a la Diosa Pájaro (nuestra imagen más antigua de deidad, que llegó hasta nosotros, dicen algunos, desde los neandertales). Formas como redes, cuadrículas, rombos, nudos, formas en “S” y “C”, y hongos, y otras como espigas, zigzags, meandros, copas y anillos, espirales, cruces, flechas, hachas, mariposas, cuadrados y círculos, resurgen en el arte celta.

Estos glifos geométricos son modelos estilizados de procesos de modos de plasmar el mundo y sus ciclos (como los cálculos lunares sobre piedras de Newgrange). Surgen del interior como símbolos, sueños y visiones, y a través de fenómenos fisiológicos y ópticos, donde el córtex visual manda a la retina los patrones que se ven después de estar en la oscuridad durante un periodo de tiempo prolongado y en ciertos estados de

conciencia alterada, invirtiendo el flujo normal de señales y permitiéndonos ver en la estructura de nuestro propio cerebro.

Adam Tetlow, “Diseño celta. Los ritmos visuales de la mente antigua” en Designa, trad. Luisa María Botella Librero, 2021.

Jeroglíficos mesoamericanos y celtas ı Foto: Designa

LA INFANCIA ES UNA CAJA FUERTE

24 de julio, 2003.

La infancia, fuente ubérrima de historias, de prodigios y equívocos, ha sido la tierra firme de los escritores, lo que advertimos en testimonios de Proust, Conrad, Faulkner, Mann, Tolstoi y tantos otros. La infancia es una caja fuerte que, estimulada por la memoria, se transforma en caja de Pandora. Encapsulados, allí se encuentran todos los registros sensoriales del niño, los mayores miedos, los rencores, la incapacidad de entender la errática conducta de los mayores, su incongruencia. Estoy cada vez más rodeado de la infancia, inserto en ella; me asaltan las imágenes y las voces del pasado, los ecos de esas voces de repente me aturden, pero permito que me lleguen. Me acuerdo, y no dejo de asombrarme, de cada uno de los platos de una comida en el jardín de nuestra casa en el ingenio de Potrero; se me borra el postre, vagamente me viene a la memoria un helado de limón. Yo aún no cumplía los cinco años. Es posible que la memoria haya fijado todo lo ocurrido durante esa comida, porque dos o tres horas más tarde de abandonar la mesa mi madre ya había muerto.

Sergio Pitol, Una autobiografía soterrada, Almadía, 2010.

FIERA MANCHADA

[…] El Felis onca era una fiera temible e intrépida, de un metro ochenta de longitud, que pasaba el día en cuevas y merodeada por la selva de noche, sin inmutarse ante el hombre y despiadada con todo animal que escogiera atacar. Ubicuo pero insidiosamente furtivo, como la serpiente, el jaguar podía hacerse invisible incluso cuando dejaba oír su escalofriante aullido en la época de apareamiento. Sus amenazadoras mandíbulas, como las “grandes fauces” de la serpiente, podían ser fatales. Además de tan inquietantes facultades y a diferencia de otros felinos, le gustaba el agua y podía nadar sin problema por ríos y lagunas.

En las manchas del jaguar, los olmecas veían un reflejo del cielo estrellado, hogar de Venus, el más brillante de los planetas, que aparecía al caer la noche y se iba desvaneciendo con el amanecer, más tarde representado en la iconografía maya mediante un característico glifo circular.

En el jaguar como depredador terrestre, a menudo representado con plumas en el lomo o llamas sobre los ojos en vez de cejas, los olmecas veían a un cazador, el águila real, que aun hoy muchos indios de Sudamérica denominan “jaguar del cielo”. Y en el jaguar como nadador con garras, espíritu de las aguas así como de la tierra, los olmecas veían una serpiente acuática, un mágico dragón que también podía volar, “viajando de su inframundo acuático al reino celestial”. […]

Neil Baldwin, Leyendas de la serpiente emplumada, trad. Luis Murillo Fort, Plaza & Janés, Barcelona, 1999.

Jaguar en el agua ı Foto: Matador Network

LOS PAPÁS DE LOBO ANTUNES

María Luisa Blanco, periodista cultural que fuera directora del suplemento Babelia, de El País, sostuvo una larga conversación con el escritor António Lobo Antunes y una más breve con los padres del autor.

[Madre:] Tenemos unos hijos excepcionales. Hemos tenido seis hijos con cabeza, con carácter. […] Una vez alguien me preguntó, no recuerdo quién: “¿Qué se siente al tener unos hijos así?”. Y añadió: “¿Está satisfecha, contenta, cree que tiene mucha suerte?”. Pero yo le respondí: “No fue suerte, fue educación”.

[Padre:] A mí me dijeron otra cosa. Cuando estaba en la panadería, una señora que también estaba comprando pan, dijo: “Este señor tiene unos hijos muy inteligentes”, y la panadera, que es la que nos ha vendido el pan toda la vida, dijo: “Es por el pan”.

María Luisa Blanco, Conversaciones con Lobo Antunes, Siruela, 2001.

EL ARTISTA ES UN “DISTRAÍDO”

Un hombre dedicado a la acción es como un caballo con anteojeras, avanza en línea recta, viendo tan sólo el camino que tiene enfrente. Parecería, ciertamente, que nuestro cerebro es, en parte, un elaborado convenio para el suministro de estas anteojeras. Si viéramos y entendiéramos el todo de todas las cosas, querríamos hacer demasiadas cosas. El cerebro no sólo nos permite recordar sino olvidar y pasar por alto, lo cual es igual de importante; es un órgano del olvido. Al olvidar la mayoría de las cosas que vemos y escuchamos, es posible concentrarnos únicamente en aquellas que importan para la acción; podemos dejar de ser artistas potenciales y volvernos eficientes, prácticos seres humanos: pero este sólo se da limitando nuestra visión, a través de una enorme renuncia en cuanto a lo que vemos y sentimos. El artista hace precisamente lo contrario. Renuncia a hacer con el fin de practicar la observación. Es por naturaleza lo que el profesor Berson llama “distrait”, distante, distraído, dedicado exclusiva o principalmente a la contemplación. Por eso es que los hombres comunes y corrientes piensan con frecuencia que el artista es un necio, o si no llegan tan lejos, se sienten vagamente incómodos con él, sin entenderlo realmente. La atención del artista, todo su sistema de valores, su mundo es un mundo de imágenes las cuales son sus realidades.

Jane Ellen Harrison, Arte y ritual antiguos, edición y trad. Antonio Saborit, Ediciones del Museo Nacional de Antropología, 2013.

EL ARTISTA ES UN “DISTRAÍDO” ı Foto: Freepik