Cristina Rascón es sin lugar a duda, una escritora minuciosa, preocupada por los detalles, el desarrollo de ideas inteligentes y originales e interesada en experimentar no sólo recursos lingüísticos, sino también, conceptuales.
En el primer relato de Dime tu nombre (Fondo Editorial del Estado de México), “La otra historia”, se hilan dos narrativas: la de una escritora en la actualidad y la otra, aparentemente la de la poeta Sei Shōnagon, conocida por ser la autora del diario Makura no Sōshi o El libro de la almohada. Sin embargo, se desteje más bien una historia paralela, la de su sirvienta, a la que le gusta componer poesía en su mente, contar las sílabas y leer los poemas de su ama, escondidos debajo de la almohada, aunque no siempre entiende todos los ideogramas chinos o kanjis, en los que están escritos; o conoce su significado, pero no cómo se pronuncia. Particularidades de la lengua japonesa. Se delata así, una diferencia de clases y, por lo tanto, de educación, como una grieta que no puede remontarse. Hay docenas de referencias al conocimiento profundo que Rascón tiene de la cultura japonesa y hay que gozarlas. La dama es aludida como Shōnagon sama, que implica un tratamiento de respeto, los colores y las capas del kimono, el uso de los tabi, de las jerarquías entre las damas y las sirvientas, que visten de un solo color; y por supuesto, la destreza que es necesario aprender para manejar la barra de sumi o tinta china al escribir sobre el papel de arroz, arte que se denomina shodo.
El ama se desespera de que su sirvienta no tenga cuidado, no sepa usar la tinta de manera apropiada, pero en el fondo le envidia la frescura de sus versos, a pesar de que la métrica no es perfecta, destreza que ella aprendió de su padre, el poeta Kiyohara no Motosuke. Esa métrica estricta que constriñe su libertad. Sei sufre porque se compara con Murasaki Shikibu, la autora de Genji Monogatari.
En Dime tu nombre se mezclan ambientes, épocas y géneros literarios. Los dos relatos relacionados con la economía, ya publicados en La desilusión óptima del amor son ejemplos claros de la habilidad de Rascón para imbricar las complejidades de las teorías y fórmulas económicas en la literatura, creando un maridaje por demás interesante.
Aunque a veces olvidamos que Cristina Rascón es originaria de Sonora porque es una escritora que se mueve en un ámbito internacional, sus historias relacionadas con la realidad que viven los moradores de los estados del norte son únicos y a veces, descarnados, por esa proximidad que tienen con el crimen organizado. Me conmueve en especial, “Puede que un sahuaro seas tú”, obligándome a consultar el significado de sahuaro: cactácea de nombre científico Carnegiea gigantea que crece en el desierto de Sonora y que se desarrolla del tamaño de una persona. La presencia irredente del desierto, tan ajena para los que vivimos en el centro del país. La proximidad de la frontera, de los cruces, de las posibilidades de pasar personas o cosas de un lado al otro. Los sahuaros son personas, caminan por donde nadie se atreve a caminar y responden lo que nadie se atreve a preguntar, contaba la abuela de la protagonista. “Pero hay cosas que no se dicen, que no se preguntan, que no se piensan. Escribe tu versión, dice mi tronco verde, lleno de espinas color pardo”, escribe la autora. El desierto detenta su magia y es testigo de la violencia, del peligro.
Dime tu nombre despliega erotismo, humor y desparpajo a lo largo de sus páginas. Nos demuestra que la mezcla de géneros, especialmente entre poesía y prosa, es válida y está vigente
El otro relato que nos hace vibrar, Cristina Rascón lo clasifica dentro de las minificciones que forman parte del libro. Corto y conciso, “Amber” desarrolla en unas cuántas líneas ese horror innombrable de la mujer que ha sido secuestrada, maniatada, abusada. Una joven que recuerda haber tenido un nombre, un cuerpo propio, vida y libertad, y se da cuenta de que después que la robaron ya no posee nada que la pueda identificar como un ser humano.
Dime tu nombre despliega erotismo, humor y desparpajo a lo largo de sus páginas. Nos demuestra que la mezcla de géneros, especialmente entre poesía y prosa, es válida y está vigente, y que un relato largo y detallado puede convivir página a página con una minificción de sólo una línea.