Aristóteles coloca una piedra fundacional al escribir el ensayo titulado “Sobre la memoria y la remembranza”, y anticipa el estudio contemporáneo de los trastornos de esta función neuropsicológica. Por ejemplo, menciona el problema clínico de los falsos recuerdos. El filósofo considera que el proceso de la memoria es corporal, y advierte que esto puede desencadenar estados afectivos de malestar cuando hay dificultades en la evocación. Esto es más grave en los sujetos melancólicos; así lo dice:
También la ira y el miedo, dice Aristóteles, pueden persistir en forma involuntaria a pesar de que los sujetos establecen “contramovimientos” para detener la emociones: esta “afección también se asemeja a los nombres, melodías y argumentos, cuando alguno de ellos ha estado mucho en nuestros labios; pues incluso cuando hemos parado y no queremos continuar, la canción o el argumento vuelven una vez más.” Aquí hay otra observación pionera de Aristóteles. En la actualidad se reconocen fenómenos como las alucinaciones o las obsesiones musicales que aparecen de manera espontánea y transitoria en personas sin problemas de salud, o en forma persistente en sujetos con problemas neurológicos o psiquiátricos. Consideren el caso que presento ahora. Tuve el privilegio de atenderlo junto a la doctora Alyson Argueta, quien se dedica a la psiquiatría y a interpretar piezas clásicas como violinista.
SE TRATA DEL SEÑOR O., DE 67 AÑOS. Durante seis meses, ha sufrido largos episodios en los cuales escucha canciones repetitivas “adentro de la cabeza”; son baladas románticas mexicanas de carácter popular. El paciente describe ciclos repetitivos de una sola estrofa de la canción; comienzan por la mañana y persisten durante todo el día, con un volumen alto, que le impide concentrarse en los sonidos y las conversaciones de su entorno. Hay datos importantes en su historia: trabajó como tecladista en una banda de música popular mexicana. Interpretó las canciones como tecladista, en muchas ocasiones, y solían gustarle. Pero su persistencia involuntaria las ha hecho detestables; interfieren con sus actividades cotidianas, y a pesar de haber probado todos los remedios recomendados por la familia, no ha reducido la intensidad o la frecuencia de las canciones. Desde hace tres años padece la enfermedad de Parkinson, y toma un medicamento antiparkinsónico que puede inducir alucinaciones: levodopa con carbidopa. Un año después de haber recibido el diagnóstico, tuvo un episodio de depresión caracterizado por tristeza profunda y constante, sin razón aparente, con insomnio global, anhedonia, sentimientos de minusvalía, fatiga constante y discapacitante, perdida del apetito, dificultad para los procesos intelectuales y para la toma de decisiones, falta de interés por las cosas a su alrededor, incluyendo sus seres queridos, así como aislamiento y fantasías de muerte. Su médico le dio un tratamiento antidepresivo, un medicamento que actúa sobre el sistema de serotonina en el sistema nervioso. El paciente sintió un claro alivio. Usó el medicamento durante seis meses, y luego lo suspendió de manera gradual.
No interpreta de manera delirante el fenómeno musical: si se le pregunta de dónde proviene la música, niega que venga de una fuente externa
LA ENTREVISTA REVELA QUE EL SEÑOR O. padece síntomas obsesivos desde hace meses: temores obsesivos a hacer algo vergonzoso, y a lastimar a los demás por actuar en forma descuidada; sufre obsesiones de contaminación, de orden y simetría, realiza listas en forma obsesiva, con rituales repetitivos; describe temores recurrentes a no decir lo justo, lo correcto, o a perder cosas, y supersticiones relacionadas con números y colores. También hay compulsiones ritualizadas de lavado de manos y de limpieza, y compulsiones de comprobación, como verificar cerraduras de manera interminable o comprobar que no ha cometido errores en la rutina cotidiana. Según la Escala Yale-Brown para Trastornos Obsesivo-Compulsivos, tiene un puntaje clínico significativo. Pero no hay síntomas de psicosis: su evaluación de la realidad está intacta. No hay alucinaciones visuales, como sucede a veces en la enfermedad de Parkinson, o como efecto adverso por el uso de levodopa. No interpreta de manera delirante el fenómeno musical: si se le pregunta de dónde proviene la música, niega que venga de una fuente externa. Es capaz de discernir que se genera adentro de sí mismo, aunque no puede explicar las razones, los motivos o los mecanismos por los cuáles aparece la música. Tan sólo menciona que le provoca un intenso malestar.
Al principio consideramos que las experiencias musicales involuntarias eran alucinatorias, causadas por la levodopa. Pero la exploración clínica y el análisis de los datos nos conduce a una hipótesis alternativa: el señor O. padece obsesiones musicales, en el contexto de un síndrome obsesivo-compulsivo que aparece —quizá— en relación con una desregulación del estado de ánimo, que ya lo condujo a un episodio depresivo. La investigación clínica nos muestra que la enfermedad de Parkinson se asocia con trastornos afectivos como la depresión. ¿Puedo compartir un pensamiento aristotélico? Las obsesiones musicales del señor O. aparecen porque tiene una memoria musical. Hay una inscripción profunda, cognitiva y afectiva de las experiencias como tecladista de una banda durante décadas enteras. Los recuerdos musicales aparecen si el paciente los evoca de manera voluntaria, al sentarse frente al piano para tocar una pieza de su elección. Pero la enfermedad de Parkinson ha creado un desajuste corporal, una sobrecarga afectiva y metabólica prolongada que conduce a la depresión. Este es el campo propicio para los recuerdos musicales involuntarios. Son obsesiones circulares o elípticas: crecen hasta abarcar la totalidad de la experiencia consciente. El señor O. contempla, asombrado y molesto, esta actividad mental involuntaria, indeseable. El tratamiento inicial del caso ha sido con terapia cognitivo-conductual, ya que hay evidencia favorable para esta forma de tratamiento en el manejo de las obsesiones. Pero no se ha observado mejoría, por lo cual usamos un medicamento para la depresión con propiedades terapéuticas en pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo. Esto resultó en una mejoría gradual y sostenida. Una vez que esto se consiguió, la terapia psicológica tuvo un mejor efecto. Algunos meses después, las obsesiones musicales han desaparecido. Si queremos entender el funcionamiento de la memoria y el cerebro, la música nos obsequia lecciones melódicas, llenas de ritmo y armonía. Pero a veces necesitamos bajar el volumen.
O pedir una pausa.