Cómo escribir la biografía de un hombre que se dedicó a contar todo sobre su vida en libros y programas de televisión. Cómo contar la historia de un hombre que no tuvo empacho en desnudarse en la página o frente a una cámara de video. Más precisamente, cómo contar la agitada y glamurosa existencia de Anthony Bourdain.
Ese es el mayor reto de Charles Leerhsen en Perdido en el paraíso (Neo Person Cook, 2024), explicarle al lector que el hombre por público que se presuma aún resguarda un buen manojo de secretos. Si sale o no bien parado de su cometido, le tocará al lector decidirlo. Mientras tanto, esta biografía no autorizada del trotamundos más famoso del planeta es imprescindible para completar el retrato de Tony, el newyorquino que a golpe de talento y suerte construyó un mito. Y no en cualquier campo. En uno virgen hasta entonces, cuando no se trataba a los chefs como estrellas de rock.
Qué podría Leerhsen contar sobre Tony que él mismo chef no hubiera contado ya. Y lo más importante, ¿podría Leerhsen, o cualquier otro biógrafo, contar la historia de Tony mejor que él mismo? El mayor talento que tuvo Tony, más que sus dotes culinarias, fue su habilidad para crearse una mitología personal. Un proceso de construcción de identidad fascinante, puesto que se presentó de manera tardía. Tony llegó a los cuarenta siendo prácticamente un don nadie. Y de manera audaz rompió las leyes del significado del éxito al demostrar que nunca se es demasiado mayor para reinventarse.
Tony relató su niñez, su formación culinaria y su madurez frente a la pantalla. En lo que no ahondó fue en la preparación de su final. Y ese es uno de los puntos que Leerhsen se ocupa de desmenuzar. Por eso emprende un viaje a la existencia toda de Tony con el objetivo de desentrañar la personalidad contradictoria de un hombre que consiguió todo lo que anhelaba y sin embargo tomó la decisión de quitarse la vida.
El título en inglés de Perdido en el paraíso es Down & Out in Paradise. Inspirado en uno de los libros favoritos de Tony, Down & Out in Paris and London, de uno de sus héroes, George Orwell. Pero curiosamente, también recuerda a una canción escrita en 1923 por Jimmy Cox, “Nobody Knows You When You’re Down and Out”. Pieza con versiones, entre otras, de Eric Clapton. Tony fue una persona amada hasta lo indecible por millones de admiradores alrededor del planeta. Pero nadie, ni siquiera la gente que lo rodeaba, familia, amigos, los productores de sus programas, conocía su lado down & out, como afirmaba Cox en el blues.
De eso se preocupa Leerhsen, de contar el lado doloroso de la salida abrupta de Tony de este mundo. Toma la distancia prudente del biógrafo, pero no se regodea en lo morboso. Para ello hace hincapié en los defectos de un hombre que hizo de sus defectos sus mayores atributos. Poco importa que Leerhsen nos descubra que Bourdain no era el mejor de los chefs. O que no haya podido hacer una carrera en el mundo de la literatura. Tony se convirtió en un género en sí mismo. No importa cuántos programas sobre chefs haya, o estén por venir, difícilmente alguno despertará la sensibilidad de la audiencia como lo hicieron los protagonizados por Tony.
En Kitchen Confidential: Adventures in the Culinary Underbelly (2000), publicado en español como Confesiones de un chef, Tony relata, pero no detalla, como sí lo hace Leerhsen en su libro, el camino que tuvo que recorrer para volverse famoso. Su incursión en la heroína, sus múltiples intentos por darle vida a su labor como chef y sus fracasos. Pero por mucho que se desnudara Tony, se guardó información jugosa para el fan que puede ayudarnos a comprender, y de alguna manera a aceptar, el porqué renunció a todo lo que tenía, dejando huérfana a una hija.
Al tratarse de una biografía no autorizada, Perdido en el paraíso no está comprometida con nadie. Ni con Tony, ni con su legado, ni con sus seguidores. A diferencia de Roadrunner, el documental oficial sobre Tony, trata el tema del suicidio de la estrella. Y de las múltiples interpretaciones de éste. Se burla de la teoría ridícula de que al chef lo mandaron matar por mostrar apoyo a su entonces novia Asia Argento en el caso Weinstein durante el apogeo del #Metoo. Y evidencia como toda la gente que formaba parte del círculo de Tony se confabuló para guardar silencio a propósito de un hecho tan insoportable.
De eso se preocupa Leerhsen, de contar el lado doloroso de la salida abrupta de Tony de este mundo
Leerhsen entrevistó a distintos personajes que conocieron a Bourdain en distintas etapas de su vida.
Convertirse en el biógrafo de Tony debe ser uno de los peores trabajos del mundo. Sin embargo, Leerhsen sale bien librado. Para ello viajó a Francia, a la región de Alsacia, y se alojó en la habitación donde Tony se quitó la vida en el hotel Le Chambard. La elección del lugar es una pista que sugiere que Tony planeó su suicidio. A diferencia de Cobain, que intentó acabar con su vida de una sobredosis en Roma, Bourdain escogió un pueblito donde casi nadie sabía quién era. Sí, Tony podía ser reconocido en la India, en Sudamérica, en Japón, pero ahí, al sur de Francia, su partida no se convertiría en un círculo mediático.
Tony era una persona encantadora, pero también era duro consigo mismo y podía llegar a ser cruel con quien consideraba que lo merecía. Incluso si ese alguien se había suicidado, como ocurrió con un empleado de una de sus cocinas, a quien no tuvo consideración en criticar. Pero también era un soñador que creía que la vida armoniosa era posible junto a aquellos a los que amaba. Le propuso a su ex esposa y madre de su hija, Ottavia, y a Asia Argento que se mudaran a vivir los tres juntos. Oferta que ambas mujeres rechazaron.
¿Acaso el mito de Bourdain nos pertenece? ¿Acaso los mitos nos pertenecen a todos? Son preguntas que los fans de Tony nos hemos hecho en algún momento. Y querer leer sobre la caída de nuestro héroe no es faltarle el respeto a ese silencio sobre su suicidio promovido por la familia. Porque en el retrato que Tony esbozó sobre sí mismo hay algunos huecos que el libro de Leerhsen se propone llenar. El reto de resumir una vida como la de Bourdain en trescientas páginas no es una tarea menor. Y si alguien se pregunta si esta biografía era necesaria, la respuesta definitivamente es sí.
Tony fue drogadicto, chef, escritor, videógrafo, no había manera de encasillarlo. Su única patria fue la cocina. Sus viajes a Francia cuando era niño lo hicieron enamorarse de la comida. Y aunque muchas veces comentó que le encantaría morir en España o en el mismo hotel que John Belushi en Los Ángeles, al final se inclinó por hacerlo en el país que amaba su padre, cerrando así el círculo de un relato casi perfecto.