Breve estampa de Antonio Skármenta

En días pasados murió el escritor chileno Antonio Skármeta (1940-2024). De joven fundó un grupo de teatro de aficionados en Columbia que representaba obras de Edward Albee, William Saroyan y Eugène Ionesco. Ya en Chile, pasados algunos años, la dictadura militar lo obligó al exilio en Argentina y Alemania. De vuelta a su país, en 2014 recibió el Premio Nacional de Literatura. El éxito cinematográfico de su novela breve Ardiente paciencia, película titulada El cartero de Neruda, llevó a la editorial Sudamericana a adoptar ese título

Antonio Skármeta en el foro "Construyendo el alma de Chile". Foto: Eduardo Frei Ruiz Tagle / Creative Commons

En 1967 el escritor chileno Antonio Skármeta publicó su primer libro de cuentos, El entusiasmo al que le siguieron otros dos libros de relatos: Desnudo en el tejado (1969) y Tiro libre (1973) de muy buena factura, se sabe, pero difíciles de conseguir. Su reconocimiento literario comenzó con la novela Soñé que la nieve ardía (1975), escrita durante el gobierno socialista de Salvador Allende y continuada después del golpe militar de Pinochet. La novela se tradujo a quince idiomas y trata de un joven que desea convertirse en una estrella del futbol, mientras Chile pasa de un gobierno socialista a la mano dura del militarismo. El libro causó interés, por la frustración que se percibe en un mundo sometido por la garra de Pinochet, por su lenguaje, incluso por su humor. La conocida agente literaria española, Carmen Balcells (1930-2015) representó a Skármeta, entiendo yo, desde su lectura de esa novela, diferente, crucial y que selló con su impronta a muchos de nosotros, jóvenes lectores de aquellos años.

ANTONIO SKÁRMETA HABÍA ESTUDIADO filosofía y literatura en su país y luego en la Universidad de Columbia en Nueva York. Dio clases en la Universidad de Chile y en 1973, después del golpe militar, se exilió

en Argentina y Alemania. Era un apasionado del cine, tanto que escribió varios guiones y dirigió algunas películas. En 1983 escribió el guion cinematográfico de su novela aún inédita Ardiente paciencia y dirigió la película. Su fama mundial llegó con la nueva adaptación de esa misma novela hecha por el director inglés Michael Radford titulada Il Postino (después El cartero de Neruda) y con producción italiana. En la novela y en la película de Skármeta el poeta Pablo Neruda, en la década de los 70, se halla en su casa de Isla Negra en Chile donde transcurre la acción. En la versión italiana de Michael Radford, Neruda se encuentra en el exilio político en una isla italiana en los años cincuenta. Mario Jiménez en el texto novelístico, hijo de un pescador, Mario Ruoppolo obtiene un empleo temporal como cartero y a quien tiene que llevarle correspondencia es nada más y nada menos que el gran poeta chileno. Es así como ambos inician una amistad en la que las ideas políticas del escritor y su poesía dejan profunda huella en el cartero.

En 1983 escribió el guion cinematográfico de su novela aún inédita Ardiente paciencia y dirigió la película. Su fama mundial llegó con la nueva adaptación de esa misma novela

Por su parte, la joven Beatrice Russo, que trabaja en la cafetería del pueblo, despierta en Mario un amor apasionado. Con la ayuda de Neruda, sus consejos y su poesía logra conquistar a la muchacha. La pareja contrae matrimonio y, con todo y las dudas del cura, Neruda apadrina la boda. Poco después Neruda regresa a Chile, cuando se cancela su orden de aprensión. Mario le escribe una carta, pero la respuesta que obtiene es de su secretaria, tiempo después, solicitándole que envíe sus pertenencias al poeta.

Cinco años más tarde, Neruda visita la isla italiana y descubre que Mario y Beatrice decidieron tener un hijo al que llamarían Pablo en su honor, y que Mario fue asesinado antes de que su hijo naciera, cuando iba a recitar un poema de su autoría en una reunión comunista en Nápoles.

Cito aquí unas líneas de la novela original, Ardiente paciencia, publicada por la editorial Sudamericana en 1985:

Lo que no logró el océano Pacífico con su paciencia parecida a la eternidad, lo logró la escuela y dulce oficina de correos de San Antonio. Mario Jiménez no sólo se levantaba al alba, silbando y con una nariz fluida y atlética, sino que acometió con tal puntualidad su oficio, que el viejo funcionario Cosme le confió la llave del local...

Antonio Skármeta fue un escritor prolífico, regresó a Chile a finales de la década de los noventa, tuvo un programa de televisión El Show de los libros, donde entrevistaba escritores. Escribió mucho. En 2003 publicó una divertida novela El baile de la Victoria, que le valió el premio Planeta y una adaptación al cine de Fernando Trueba.

El baile de la Victoria recupera la picaresca. Dos tipos que salen de prisión, un joven inteligente y un ladrón, se unen para dar un gran golpe. En su camino conocen a Victoria, una bailarina cuyas desventuras los conmueven, y entre los tres forman un triángulo de amor y camaradería muy original:

Todo lo condenaba a ser un transeúnte. Un jinete fantasma viviendo de pequeños robos —“hurto famélico”, recordó— de mendrugos ocasionales, de limosnas y metido acaso en establos con olor a estiércol y tapándose con heno y sacos de harina para apurar la noche y el filudo viento de los Andes.

Reconocido y original escritor, Skármeta acaba de morir. Me conmovió el hecho de que padecía demencia senil, según declaró uno de sus hijos, afligido, a la prensa. Un escritor tan fértil, tan extraordinario, un hombre tan afable como era él, dejó el planeta acaso sin saber que había sido Antonio Skármeta.