Diversa Cultural

Diversa Cultural Fotos: Pinterest, sikeliakali / Creative Commons, Jakub Halun / Creative Commons y Wikimedia Commons

CHOPIN: UN FALSO SANTO

La escritora Aurore Dudevant (mejor conocida como George Sand), en una carta a su amigo el conde Grzymala, confidente de su relación con Chopin, le cuenta:

Hasta ahora me parecía especialmente hermoso que se mostrara tan reservado conmigo; ¿por respeto hacia mí, por timidez, tal vez por fidelidad a otra mujer? En todo caso vi en él a una víctima, que permitía pensar en una fuerza de carácter o una extraordinaria castidad. Me encantaba y me lo hacía más deseable. Pero ayer, cuando abandonamos su casa, él habló de “tentaciones a las que hay que resistirse”. Esta observación contradice mis puntos de vista sobre la cuestión. De repente me pareció un falso santo que parece despreciar lo más humano en nosotros, se avergüenza de los instintos más naturales o incluso teme ensuciar nuestro amor si lo deja fluir libremente. Semejante actitud ante la cuestión sexual siempre me ha molestado. Si lo sexual no es tan sagrado, puro e íntimo como todo lo demás en un amor, entonces la contención no es una virtud. El término “amor corporal” deshonra un concepto celestial y me disgusta profundamente como cualquier falta de piedad o cualquier idea falsa desde su esencia. ¿Acaso puede existir un amor puramente físico en una persona honesta? ¿Pero acaso ha existido jamás un auténtico amor sin un solo beso y un beso por amor sin deseo físico? […]

Kurt Pahlen, Cartas de amor de músicos. ‘Mi ángel, mi todo, mi yo…’ trad. Ruth Zauner, Turner Música, 2017.

LA MÁSCARA DE LAS COSAS

¿Quién me acompaña a esta hora en París sin conducirme y a quién, por otra parte, yo tampoco conduzco? No recuerdo haber experimentado en mi vida mayor desfallecimiento. Me pierdo casi de vista, me parece que soy llevado a mi vez como los comparsas de una primera escena. La conversación que, mientras mi demasiado bella interlocutora ha permanecido delante de mí, se deslizaba sin obstáculos de un tema a otro, sólo roza ahora la máscara de las cosas. Presa de pasmo, me siento conducirla a naufragar a pesar mío en lo superficial. Me veo reducido a detenerme de vez en cuando para inmovilizar delante de mí el rostro que ya no puedo soportar más tiempo ver ofrecerse de perfil, mas este recurso infantil sólo me proporciona, en verdad, una muy breve seguridad. Me resultaría tal vez bruscamente imposible dar un paso sin la ayuda de un brazo que acaba de unirse al mío y me llama a la vida real iluminando deliciosamente con su presión el contorno de un seno.

André Breton, El amor loco, trad. directa de Agustí Bartra, Joaquín Mortiz, 1967.t

André Breton

LOS ANIMALES DE JUEGO DE TRONOS

En 1987, pocos años antes de que George R. R. Martin comenzara a escribir y Canción de hielo fuego, Lois Denny, más conocido como Lois Schwartz, creó en California una nueva raza de perros: el American Alsacian, concebido para asemejar en apariencia, tamaño y estructura ósea al “lobo gigante” o Canis dirus, supuestamente extinto desde el Pleistoceno.

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El viejo bramido de los cérvidos es uno de los sonidos más característicos de las Grandes Llanuras. Cuando la nieve empieza a fundirse, las hembras se sienten atraídas hacia el macho que emite estos bramidos con más frecuencia y más alto.

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La palabra dragón se deriva del vocablo latino dracon (serpiente), que proviene a su vez del griego spakov (serpiente), del verbo aorista griego spakelv, que significa literalmente “ver con claridad, mirar más allá”.

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El león es uno de los únicos cuatro animales capaces de rugir en este mundo. Puede hacerlo gracias a su hioides, hueso extraño, impar, plano, simétrico, flotante, separado del esqueleto y situado en la parte anterior del cuello.

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Todo parece indicar que el mito del centauro surge de la reacción de pánico de una cultura que no conocía la equitación —como el mundo egeo minoico— ante la llegada de los nómadas de las estepas del sur de Asia Central, que montaban a caballo desde hacía siglos.

VV.AA, Juego de tronos. Un libro afilado como el acervo valyrio, Errata naturae, 2012.

Dragon on the Dragon Bridge, Ljubljana

LA SICILIA DE SCIASCIA

Sicilia era para Leonardo Sciascia lo que el condado de Yoknapatawpha para William Faulkner. Pero su mundo no precisa de un condado literario ni de un Macondo metafórico: la propia Sicilia es la metáfora del mundo, puesto que “Sicilia ofrece una síntesis, una representación de tantos problemas, de tantas contradicciones, no sólo italianas sino también europeas, que muy bien pueden constituir la metáfora del mundo moderno”.

La sicilianidad, pues, es uno de sus temas fundamentales, esa condición de lo siciliano que le ha permitido hablar de “sicilitudine” como quien amplifica el vocablo italiano “solitudine” (soledad), esa idea de la propia soledad o insularidad que también se procrea en el fondo de todo corazón humano, el aislamiento de esa isla que es Sicilia y asimismo la isla interior que en lo más íntimo cultivan hombres y mujeres por separado.

Federico Campbell, La memoria de Sciascia, FCE, 1989.

LA SICILIA DE SCIASCIA

EL ON JAPONÉS

[…] La palabra para “obligaciones” que abarca la deuda de una persona, desde la mayor hasta la menor, es on. Su sentido se traduce en inglés mediante una larga serie de palabras que van desde “obligations” (obligaciones) y “loyalty” (lealtad) hasta “kindness” (bondad) y “love” (amor), pero estas palabras desfiguran su significado. […] Un on hacia alguien es un asunto muy serio, y como dice el refrán japonés: “Nunca se devuelve ni la diezmilésima parte de un on”. Es una carga pesada, pero se considera que “el poder del on” debe estar siempre por encima de las meras preferencias personales. […] El amor, la bondad, la generosidad, que nosotros valoramos exactamente en la proporción en que son dados sin exigir nada a cambio, en el Japón implican obligaciones por parte de quien los recibe. Y cada ocasión en que se ofrecen le convierte a uno en deudor. Como dice un refrán popular: “Se requiere (un grado inverosímil de) generosidad innata para recibir un on”.

[…] El on es una deuda y debe ser pagada, pero en el Japón toda devolución cae en una categoría totalmente aparte. Los japoneses encuentran nuestra moral -en cuya ética y en cuyos vocablos ambiguos, como obligación y deber, se confunden las dos categorías- tan extraña como nos parecerían a nosotros los acuerdos financieros de una tribu cuyo idioma no hiciera distinción entre “deudor” y “acreedor” en transacciones monetarias. […] Estar en deuda (on) no es una virtud, pero sí lo es el hecho de pagarla. La virtud comienza cuando el individuo se dedica a la tarea de expresar de modo activo su agradecimiento (ko-on.— On recibido del emperador. / oya on.— On recibido de los padres. / nushi on.— On recibido del amo de uno. / shi no on.— On recibido del profesor de uno. / on recibido en todas las relaciones entabladas en el curso de la vida de cada cual).

Ruth Benedict, El crisantemo y la espada. Patrones de la cultura japonesa, trad. Javier Alfaya, Alianza, 2022.

El on japones