Las dos comalas

En estos días se estrenará una nueva versión cinematográfica de Pedro Páramo. Rulfo ha tenido mala suerte en el cine porque tal vez su obra es infilmable. Rodrigo Prieto, director en esta oportunidad, lo intentará de nuevo y el 6 de noviembre estrena su película en Netflix. Con ese pretexto periodístico, Héctor Iván González, con una mirada profunda e inteligente, nos entrega un ensayo sobre dos Comalas: “la húmeda” y “la baldía”

En la foto: Juan Rulfo
En la foto: Juan Rulfo Foto: Especial

A Eduardo Antonio Parra

LA COMALA HÚMEDA

Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo (Apulco, Jalisco, 1917- Ciudad de México, 1986) representa un México rural, agreste, donde el gobierno federal está ausente y los caciques locales se disputan los recursos de la manera más violenta. Proliferan actos coercitivos y demás triquiñuelas para captar tierras y recursos. Sin embargo, también es una obra donde aparecen rasgos de experimentación técnica resueltamente notables. Comala, más que una personificación, representa una vida y muerte trágicas. Es el poblado primigenio de donde pudo haber brotado la vida, pero que quedó abandonada por la huida de sus habitantes. Debido a su situación de cañada, tiene un clima de extremos. En la obra de Rulfo vemos que Comala no está detenida en el tiempo, sino que tiene una decadencia que se palpa y que es parte constitutiva de su estructura. La historia arranca con el trayecto de Juan Preciado que lo llevará a Comala, destino que lo obliga a descender, pues la voz narrativa sugiere que se estará en otro campo geográfico y a la vez en otro plano de la realidad. “—Voy para abajo, señor. —¿Conoce un lugar llamado Comala? —Para allá mismo voy.” 1 Respecto a la locación nos dice que el clima es extremadamente inhóspito:

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El trayecto lo terminará por arrojar a un lugar peor que el infierno, ya que su clima está estragado por la falta de viento, el calor y la tristeza en demasía, o atizado por las lluvias de tormenta. Juan Preciado lo menciona y Abundio le responde que son “los tiempos”. ¿Los tiempos corrientes son malos por antonomasia? ¿O los tiempos después de Pedro Páramo han sido catastróficos? No lo sabrá el lector, al menos en ese momento. Hay un contraste entre el punto de partida de Preciado, del que no sabemos mucho, y Comala, que mostrará en gran medida la esencia del aún ignoto Pedro Páramo. De esto nos podemos percatar al ver el contraste que reafirma la perspectiva de Preciado:

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En la obra de Rulfo vemos que Comala no está detenida en el tiempo, sino que tiene una decadencia que se palpa y que es parte de su estructura

A decir del profesor Ricardo Ancira, Pedro Páramo anuncia su característica primigenia, Pedro, cuya raíz petro es piedra y páramo la tierra estéril, por lo cual sería una “piedra en la tierra baldía”. De tal suerte que el momento en que Juan Preciado empieza a franquear las inmediaciones de Comala se encuentra con dos aspectos importantes: la aridez del lugar y la omnipresencia de las piedras. En la totalidad de la obra de Rulfo las temperaturas extremas y el cómo son recibidas por los cinco sentidos tienen un lugar preponderante en la narración. El calor y las piedras no sólo son usados en sus obras de manera negativa, si vemos el cuento “Talpa” de El Llano en llamas, rescataremos un lado positivo.4 En Comala el calor es terriblemente pernicioso para la vida, se trata del pueblo devastado por la pasión no correspondida de Pedro Páramo por Susana San Juan:

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Pero al rechazarlo, Pedro Páramo arguye que ha sido por Susana San Juan que ha dejado morir a ese poblado:

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Ella nunca lo pudo amar, pues él mató a su padre. Como represalia, Páramo decidió arruinar a Comala, por lo cual el lector se enfrenta al resultado final de la obra del cacique en el arranque de la obra y, en la

medida que avanza la historia, Comala regresa paulatinamente a ese estado donde el amor de Pedro Páramo estaba en su culmen y la naturaleza estaba viva: “Llanuras verdes. Ver subir y bajar el horizonte con el viento que mueve las espigas, el rizar de la tarde con una lluvia de tri-ples rizos. El color de la tierra, el olor de la alfalfa y del pan. Un pueblo que huele a miel derramada…” 7 Simultáneamente que Páramo se erige como patrón, el clima de Comala se enrarece. Con éste comienza la manipulación de los terrenos ejidales, la trata de personas, el lenocinio para que se le entreguen sexualmente a los Páramo, hay asesinatos impunes y hasta la autoridad sacerdotal es burlada. Por su parte, Dolores, la madre de Juan Preciado, es repudiada por Pedro Páramo, quien seguirá colmando de hijos a toda Comala.

LA COMALA BALDÍA

Juan Preciado menciona que su madre le había relatado que Comala era un lugar lleno de verdores, agradable, digno de vivirse, pero las cosas son diferentes cuando las conoce por sí mismo: “Y aunque no había niños jugando, ni palomas, ni tejados azules, sentí que el pueblo vivía. Y que si yo escuchaba solamente el silencio, era porque aún no estaba acostumbrado al silencio; tal vez porque mi cabeza venía llena de ruidos y de voces. […] Me mandaste al ‘¿dónde es esto y dónde es aquello?’ A un pueblo solitario. Buscando a alguien que no existe.” 8 A la vez, Comala es un pueblo donde se escuchan murmullos y cabalgatas de caballos que moran en pena por sus senderos vacíos. 9 El presente con el que se encuentra Juan Preciado es el resultado de un Apocalipsis, ya han pasado la Revolución Mexicana y la rebelión cristera, dos momentos cruciales y que se encuentran retratados en el último tercio de la obra, ya que los personajes que pueblan Pedro Páramo son sombras de hombres de carne y hueso, que se habían acostumbrado a obtener lo que quisieran por medio de la violencia, como dijo Juan Rulfo en su entrevista con Soler Serrano. Provenientes de la violencia, estos hombres se habían habituado al uso de las armas, por lo cual la imposición de su voluntad sería su objetivo. Rulfo habló de los seres que parecen profundamente pacíficos, que se puede hablar con ellos, pero que ocultan “un pasado muy grande” y que son asesinos —tal como sucede con Abundio, quien mata a Pedro Páramo. 10 Por esto es que se le ha relacionado a fortiori con William Faulkner, ya que en ambos casos las guerras civiles fungen como el origen de los personajes. En el caso de Rulfo, las antes dichas y en Faulkner, la Guerra de Secesión de E.U. (1861-1865). 11

Los días son largos como si el clima abrasador hiciera que no se pudiera pensar en otra cosa que en eludirlo junto con el hambre que asedia a los fantasmas

Se ha dicho que Rulfo no tenía bien planteada la estructura y que los capítulos están escanciados de manera aleatoria: “La novela parece no tener estructura, pero la estructura es la que la sostiene”, reviró Rulfo. 12 Esta estructura está planteada a partir de la descripción del clima, que permite mostrar una forma del tiempo, la lluvia de tormenta y los fríos aparecen en la noche, mientras que los días son largos como si el clima abrasador hiciera que no se pudiera pensar en otra cosa que en eludirlo junto con el hambre que asedia a los fantasmas.

También están presentes aspectos como las pasiones de los personajes, su forma de hablar, y, sobre todo, la manera en que se relacionan con el ambiente tienen un papel fundamental en la historia. “Lo único que hay de real en el personaje es la ubicación, ubicando al personaje ya le doy cierta realidad”, comentó Rulfo. Por lo cual vale la pena notar la manera en que Comala vive su propia vida y se nota la decadencia para volver al origen. Lo cual es muy similar a lo que mencionó Salvador Elizondo respecto al poema “Muerte sin fin”, de José Gorostiza. En Pedro Páramo y en “Muerte sin fin” se da una apocatástasis, 13 un regreso de todos los elementos al estado original.

A medida que se suceden los acontecimientos, el calor tiene un único contraste, la lluvia y el cielo nublado. Lo peculiar del clima de esta zona —y que puedo comentar como una situación experimentada personalmente— es que precisamente en la región de Los Bajos de Jalisco el clima es idéntico al descrito por Juan Rulfo. Se trata de un clima de bosque húmedo rodeado de montes donde el sol pega de lleno, lo cual provoca un rayo solar demasiado quemante, al que no se puede tolerar por mucho tiempo, y que sólo se interrumpe por los nubarrones que vuelven la atmósfera marcadamente húmeda.

Este clima lo pude conocer en Tapalpa, Jalisco, “pueblo mágico” situado a veinte minutos de San Gabriel, a donde la familia de Juan Rulfo fue llevada después de dejar Apulco. Esto será pieza clave en la creación de Comala. Pues el poblado es el que sufre dos decadencias simultáneas, la del agua y la de la población. Eduviges lo narra así después de que Juan Preciado descubre los hierbajos que brotan en la casa: “¿Cómo me dijo aquel fulano que se llamaba esta yerba? ‘La capitana, señor. Una plaga que nomás espera que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted.’” 14 Asimismo, Eduviges ilustra bastante sobre la emigración con una queja muy expresiva: “—Tiliches –me dijo ella–. Tengo la casa toda entilichada. La escogieron para guardar sus muebles los que se fueron, y nadie ha regresado por ellos.” 15

Pedro Paramo
Pedro Paramo

Sería ese clima intempestivo el que dote a Pedro Páramo y a varios de los cuentos de El Llano en llamas de un ambiente de misterio, sino es que un tanto gótico. El frío que se experimenta dentro de las sombrías cabañas de esa zona provoca la reminiscencia del ambiente rulfeano. Sin embargo, no se queda en un puro testimonio, pues el narrador agrega cómo se manifiesta esa eventual corriente de aire en la conciencia de los personajes:

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Los habitantes han huido por la imposición de Pedro Páramo, a la vez que uno nota cómo han sido enloquecidos los elementos del clima de Comala. Y si esto no es absolutamente real, al menos así lo interpretan los pobladores.

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El conocer la venganza de Pedro Páramo resulta fascinante porque vemos a un ser despiadado, voraz y ambicioso, padecer por la paradoja de no poder tener a Susana San Juan en vida, a pesar de ser dueño de todo Comala, un pueblo fantasma.

NOTAS

1 Juan Rulfo, Pedro Páramo, México, Plaza y Janés, 2000, p. 7.

2 Op. cit., p. 8.

3 Op. cit., p. 10.

4 Juan Rulfo, El Llano en llamas, México, Plaza y Janés, pp. 67-68.

5 Op. cit. pp. 95 y 97.

6 Op. cit., p. 134.

7 Op. cit., p. 22

8 Op. cit., p. 11.

9 Op. cit., p. p. 48.

10 Op. cit., p. 139.

11 Cfr. Héctor Iván González, “Recurrencias entre William Faulkner y Juan Rulfo”, Nexos, 1 de junio de 2015, última vista 19 de mayo 2018, https://bit.ly/2IuGYwN

12 https://bit.ly/1kDuO4t

13 Salvador Elizondo, “Espacio-Tiempo del poema”, Plural, 1973, núm. 19, pp. 40-41. Después retomado en Teoría del infierno, México, FCE, 2007.

14 Juan Rulfo, op. cit., p. 10.

15 Op. cit., p. 13.

16 Op. cit., pp. 98-99.

17 Op. cit., pp. 92-93.