El pasado es un lugar feroz. El martes 22 de abril de 1941, se consumó la trama trágica que palpitaba desde hacía días en los periódicos. Los titulares se concentraban en la violencia global desatada por los nazis. Ese día fue el tercero en que alemanes e ingleses peleaban a muerte en el desfiladero de las Termópilas. Los fascistas italianos volaron un puente en Bardia, Libia, quemaron las tiendas cercanas e incautaron los almacenes. El Eje dio cuenta del desembarco inglés ahí mismo y de la captura de todos los soldados aliados.
Aún así, los diarios tenían lugar para las pequeñas tragedias personales. “A los hombres les gustan las chicas llenas de alegría”, había leído con ansiedad Carmen Jaramillo, de 11 años, en la sección de Anuncios de Ocasión. Su padre la celaba a ella y a sus hijas como un perro. No permitía que leyeran los diarios. Sin embargo, esa tarde, el doctor Jaramillo, dueño de una farmacia homeopática, había salido al cine con una señorita y, concentrado en lo que le depararía esa tarde, dejó tirado junto al sillón de su estudio el diario que había estado leyendo por la mañana.
CARMEN SE ESCABULLÓ una vez que el doctor Jaramillo hubo salido, anunciando que regresaría por la noche y hojeó las páginas del Excélsior. Su mirada repasó frenéticamente los titulares que le parecían cada uno más extraño que el anterior. EL ROBA-MELONES FUE APREHENDIDO. POR UN TOSTÓN SE PROVOCA LA RIÑA. AMOROSO ASALTANTE HIRIÓ A UNA JOVEN. Finalmente llegó a una nota que capturó toda su atención y que leyó con el corazón saliéndosele del pecho.
“Si usted está llena de alegría y es divertida, los hombres la invitarán a bailes y fiestas. Pero si usted es indolente y triste, no le interesará a los hombres. A estos no le gustan las muchachas demasiado “tranquilas”. Cuando van de fiesta quieren muchachas llenas de animación. Por esto, en caso de que usted necesite un buen sedante uterino, recuerde que durante tres generaciones una mujer ha dicho a otras cómo puede “ pasarla sonriendo”, con el Nuevo Compuesto Vegetal de Lydia E. Pinkerton. Úsese por prescripción médica”.
Carmen dejó el diario donde lo encontró y salió a hurtadillas por la puerta de atrás de su casa en la calle de Naranjo número 32. Su padre, a oscuras en una sala de cine, le tocaba la rodilla a una mujer más joven que él, apenas unos años mayor que la más grande de sus hijas. Al volver
a su casa, un grito partió por la mitad el silencio de la noche.
EN UNA ESQUINA DEL DIARIO, al día siguiente, el doctor Jaramillo encontró su nombre envuelto en la tragedia. La nota, redactada también de noche decía lo siguiente. MURIÓ OTRA DE LAS 4 JÓVENES MISTERIOSAMENTE INTOXICADAS. La Policía Nada ha Podido Aclarar ni se Sabe de qué Tóxico se Trata. “Ayer murió Carmen Jaramillo López, la hija del doctor homeópata Leonardo Jaramillo Morales, a consecuencia de una misteriosa enfermedad que hace suponer que se trata de una intoxicación, y todavía siguen en trance de muerte Carolina, de 19 años y Petra, de 16.” No siguió leyendo. Tiró el diario en el mismo lugar de siempre
y cerró los ojos para contener las lágrimas.