This heaven cerveza gives me migraine

EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

Gang of Four durante su presentación en el festival Hipnosis
Gang of Four durante su presentación en el festival Hipnosis Foto: Michelle Martínez Ayala

Algunas crónicas comienzan a escribirse en la cabeza. Y en ocasiones, como en este texto, terminan en ella. Todo por culpa de la cerveza Charro.

Con toda la inocencia del mundo, me entregué, como suele hacerse en estos casos, a la oferta alcohólica del festival Hipnosis. Opción uno: Charro clara. Opción dos: Charro oscura. Véngase pues con una campechana. Cualquier cosa que empede con tal de que no sea Tecate.

Dos mil veinticuatro ha sido generoso con nosotros los punks. Primero se posó sobre tierras aztecas The Damned. Y como regalo de navidad adelantado nos despacharon a Gang of Four. Los subieron de último minuto al cartel. Y fue una de las decisiones más sabias que ha tomado promotor alguno. El festival estaba reembarazado de bandas chingonas, pero si me preguntan qué fue para mí lo mejor de la noche, sin escatimar el showsazo azo azo azo que ofrendó Air, ya se la sabritones con valentina.

Qué mejor fecha que Día de Muertos para arrojarse
al frenesí. A las seis treinta de la tarde invadió el campo de beis del estadio Fray Nano un cuarteto reformado,no es la formación original, pero explosivo como los takis extra fuego. Ahí comencé a preguntarme cómo arrancaría esta croniquita. Es trabajo drogo, pero honesto. Pero por mucho seso que le invierta, no me alcanzan las palabras para describir la emoción que me produjeron los primeros acordes de “Return the Gift”. Todo aquel que haya sido embestido por Entertainment! me entenderá.

La bajista Gail Greenwood y el bataco Hugo Burnham salieron con el rostro pintado de calavera. Es que imagínate el viajezote que sea tu primera vez en México y coincida con el onomástico de los difuntos. Y fue precisamente lo que dijo Jon King. Y por qué tardaron tanto, se preguntaba uno. La gran novedad fue David Pajo, guitarro de Slint. Un punketo gringo en una banda punk inglesa. Que estrujó la guitarra sobre el pedestal del micrófono hasta hacernos aullar de felicidad.

En la pantalla principal apareció la frase: This heaven makes me migraine. Ájale, me dije, ya tengo título para la columna. Pero entonces no sospechaba el infierno que me depararía la cerveza Charro. Siempre que hablan de la muerte del rock me pregunto si los otros géneros sobrevivirán tanto tiempo y si sus protagonistas tendrán la misma energía que nuestros queridos dinosaurios despliegan en el escenario. Entertainment! es del 79, yo apenas tenía un añito. Puedo equivocarme, pero no me imagino artistas de otros géneros brincoteando a los 69 como Jon King. El tiempo lo decidirá.

Si Gang of Four y The Damned son una locomotora en su longevidad, imagínenlas a finales de los setentas. Más poético imposible: comenzaba a oscurecer y en un estadio de beis justo ahora que acababa de terminar la Serie Mundial. Qué artefacto más complejo es la nostalgia. Muchos de los que estábamos ahí no vivimos el tiempo en que Entertainment! fue lanzado, y sin embargo ansiábamos escuchar a Gang of Four en vivo. Es uno
de los súper poderes del rock. Te hace añorar algo que transcurrió en un tiempo que no fue el tuyo. Pero que te pertenece, gracias a la música.

Si Gang of Four y The Damned son una locomotora en su longevidad, imagínenlas a finales de los setentas

Siempre he admirado el capital simbólico que tiene
el punk para ejercer la crítica social. Y política y tecnológica. Por eso el discurso de IDLES tiene cansado a muchos punks. Porque existen muchas maneras creativas de demostrar el descontento. Por ejemplo, en el acto de destruir un microondas en el escenario. En un punto del show, uno de sus momentos más adrenalínicos, Jon King agarra a batazos un micro. Es un signo que contiene varios niveles de reproche. No es un mero gesto de vandalismo. Detrás existe inconformismo contra el consumismo, al cambio climático y etcétera.

Qué perro sonaba, concha’e tu madre. Se la rifaron
con el audio. No sólo con Gang of Four, con todas las bandas del festival.

Después de doce rolas, vino el cierre de fotografía. El himno “Damaged Gods”. Y que se arma choncha la fábrica de moretones. Y que me aviento un clavado, a darme de codazos contra el personel. A sacudirme la frustración por un día más sin ser Robert Paulson. Cuando acabó Gang of Four me pasó por la cabeza largarme. No por mamón o purista, porque quería quedarme con el buqué de lo que acababa de presenciar. Echarme en la cama a hacerle el amor a todas esas sensaciones que me habían estremecido. Pero qué bueno que no me fui. Porque me habría perdido a High on Fire, un pasón de stoner heavy nunca cae mal, menos con un power trío que le puso un toque distinto al festival.

En la bataca Dana, en la lira la Contadora del rock, en las voces Luis Padro y en el bajo yo mero. Nosotros estábamos dando nuestro propio concierto. Interpretamos pura cerveza Charro. Con ocasionales tragos a un mexcal que me metí entre los güevos. Como músicos invitados nos jalamos a Michelle (autora de la foto que acompaña este exhorto) y Misael. Después de Slowdive, que me aposentó en el diván de mi juventud, y de Air, quienes dieron una cátedra de regresiones pop con su escenario cajita, nos lanzamos a tacos La Chula. Para bajar avión y para no amanecer perjudicados al día siguiente. Empero, la costra gigante de pastor no consiguió impedir el crudón que me esperaba al día siguiente.

Desperté sintiéndome como La Sustancia justo antes de explotar. La cabeza me pulsaba dolorosamente. Qué cruda tan horrible da la cerveza Charro, maldije. Acepto el reto, proferí. Una resaca es la oportunidad excelente para poner en práctica un método. Pero esto era un enemigo distinto. Pocas como ésta. A un lado, que el doctor va a trabajar. Un té verde para empezar a expulsar el alcohol. Dos litros de agua mineral. Tres cervezas jabalí de ocho grados cada una. Unos tacos con un chingazo de salsa. Y un exedrín migraña. Veredicto: la chompa no me dejó de latir.

Cama, la cama nunca falla. Vamos, Carlos, me alenté, eres muy bueno remontando crudas. Tú puedes, champ. Fue inútil. Todo el día echado y no conseguí levantar el vuelo. Googlee la cerveza y para mi sorpresa vi que había ganado varios premios. Pero estoy seguro que si los jurados hubieran testeado la cruda que da la Charro, capaz que le retiran la condecoración. Uno de los poquísimos defectos que le veo al Hipnosis es que en sus últimas dos emisiones han vendido pura artesanal. Pero no hay para dónde hacerse. Cuando no es esto, en otros conciertos te venden la Tecate caliente a 190 varos. Pocos son los eventos donde hay modelo.

This cerveza makes me migraine, parafrasié a los Gang of Four. A las siete de la noche una gomita de THC vino en mi rescate, fue la única manera en que se me quitó el dolor de cabeza y bajar la pesada cortina de la resaca rompe hogares.