Hojeo la colección de Asterix que sobrevive en la casa de mi infancia. En el reverso de las tapas aún perduran ya sea el nombre escrito de mi papá o el exlibris de mi tío Vito. Mis padres, recién casados, compraron la mayoría de los álbumes durante su estancia en Suiza. Yo cursaba tercero o cuarto de primaria cuando los descubrí apilados entre montones del semanario Der Spiegel. Mi dominio del alemán no me daba para captar a detalle la trama o apreciar los ingeniosos juegos de palabras, las parodias culturales o la sátira social de René Goscinny. No importaba, la maestría del dibujo de Albert Uderzo, era más que suficiente para cautivar mi imaginación y sumergirme en sus páginas.
Fueron los primeros libros de caricaturas en formato de revista, de pasta dura, con papel de alta calidad y a todo color que tuve. A diferencia de mis historietas habituales, como Memín Pingüín, Condorito o VideoRisa (primera y única revista que me confiscó mi madre), el cómic franco-belga fue concebido para ser atesorado en las bibliotecas familiares y heredado generación tras generación.
A principios de los noventa me topé con la versión en castellano de las aventuras de los galos. Esporádicamente encontraba alguno que otro ejemplar en los estantes de la sección de revistas de Sanborns. Revisando las copias que conservo, me da la impresión que el mercado mexicano fue destino de los saldos editoriales de España. Mi colección está compuesta de ejemplares firmados por distintos grupos de la editorial Grijalbo, de dimensiones variables y con diseños de portada diversos. Asterix en los Juegos Olímpicos es el duodécimo álbum de la serie, el lomo de mi copia está enumerado como el quinto. Bien que mal, antes de que suprimieran los tres ceros de los viejos pesos, completé el acervo familiar hasta la vigésima octava entrega. Afortunadamente, Hachette Livre contempla una edición mexicana para todas sus publicaciones relacionadas con las aventuras de Asterix desde 2018. Es bien sabido que en España doblan hasta las películas y series latinoamericanas. Comparto ahora su sentimiento al leer por primera vez una traducción directa del francés al español neutro. En las páginas de la adaptación mexicana de Idefix y los irreductibles encontré hasta una alusión a un tema de Laura León, La Tesorito. ¡Enhorabuena!
Silvia Pinal se fue “en paz, tranquila y bella… como siempre fue ella”
EL MARCO HISTÓRICO EN EL QUE SE SITÚA esta precuela es Lutecia en el año 52 a.C. Por los anales de Los Comentarios sobre las guerras de las Galias, sabemos que el legado de Tito Labieno derrotó a los parisios en Lutecia, previo a la batalla de Alesia. La opinión de Goscinny sobre la obra de Cayo Julio César, era que “es un libro muy divertido, ése mentía e inventaba más que yo”.
Las fuerzas imperiales ocupan casi toda la ciudad. Idefix y un pequeño grupo de animales encabezan la resistencia. Gracias a sus empeños, naufragan todas las tentativas de los invasores de romanizar Lutecia. Los periplos de nuestro héroe, previo a su encuentro con Asterix y Obelix, son una bien lograda puerta de entrada al universo de Uderzo y Goscinny para las pequeñas y los pequeños lectores. Queda por verse, si finalmente se revelará qué lo motivó a marcharse de Lutecia. Quizá sea Idefix el accidente más feliz (Bob Ross dixit) que le haya ocurrido a la historieta. Según Uderzo, la idea de añadir un chucho en las viñetas que sentía incompletas en La Vuelta a la Galia, le llegó a la mente a partir de que Goscinny subrayó la palabra perro en el guión original. Esto explicaría por qué fue concebido tan pequeño. Como dato curioso, Uderzo decía que cada vez que lo dibujaba en la mano de Obelix, tenía que pensar en Lennie, el inolvidable personaje de John Steinbeck. La inexplicable presencia del diminuto can despertó tanta curiosidad entre los lectores de la revista Pilote, que la redacción los convocó a que enviaran sus propuestas para bautizarlo. A juicio de Albert René y Goscinny, Idefix fue el nombre que mejor representa su carácter determinante. Los fanáticos más avezados de Asterix saben que en la Galia imaginada, había dos clases de galos: “los que habían aceptado la dominación del invasor romano e imitaban la forma de actuar y hablar de los vencedores, y los amantes de la libertad que resistían todavía y siempre al ocupante”. ¿Qué tan presente estuvo la ocupación nazi en la génesis de la historieta? Así fue descrita en el guión la primera viñeta de la tira cómica: “Soldados romanos marchando en fila. Sólo podemos ver sus piernas, como en los documentales que muestran a los alemanes entrando en Francia.”
Para mí, el gran amor que nació entre escritor y dibujante, fue el secreto de la poción mágica que les permitió fundir su genio en sus personajes. Han pasado trece años desde que soltaron las amarras de su gran navío literario, cuyas velas son la amistad, el casco el humor, y la inteligencia y el timón la libertad.
Pacasso y el ilustrador Philippe Fenech presentan en la FIL el libro Idefix y los irreductibles el 5 de diciembre a las 18:00 hrs. en el Foro Rius, Salón del Cómic, Área Internacional, Expo Guadalajara.