Exiliado en Madrid desde 2021 por una nueva dictadura en su país, el escritor, periodista y
ex vicepresidente nicaragüense Sergio Ramírez, Premio Cervantes de Literatura 2017, recibió esta semana el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Guadalajara, patrocinadora de la Feria Internacional del Libro de este año, que ha tenido como invitada a España y al propio Ramírez como su comisario literario. Para el autor de Margarita está linda la mar, Castigo divino y Adiós muchachos, entre casi medio centenar de novelas, libros de cuentos y ensayos, este “Camino de ida y vuelta”, como España ha nombrado su participación puede “fijar una relación profunda y duradera con México”, como ha sido tradicionalmente el vínculo entre ambas naciones.
¿Qué significa esta FIL dedicada a España en momentos de alta tensión con México, que exige una disculpa al Estado español por los abusos de la Conquista hace cinco siglos? ¿Puede servir la Feria para limar asperezas?
No lo dudo, y más tratándose de una Feria del Libro donde impera lo cultural. En este caso, la delegación española es abrumadoramente grande, hay más de 400 personas entre escritores, artistas de performances, editoriales, agentes literarios, traductores, libreros. Esta presencia avasalladora, digamos, en términos culturales es muy importante para fijar una relación profunda, duradera que a su vez sirve para aliviar cualquier tipo de tensiones políticas que pueda haber. Creo que la presencia del ministro de Cultura español Ernest Urtasun a la cabeza de la delegación española y el hecho de que él se haya reunido en la Ciudad de México previo a la FIL con su par mexicana, Claudia Curiel de Icaza, habla muy bien de cómo por este “Camino de ida y vuelta” cultural se puede contribuir a restablecer esta situación que está en el interés de todos.
Diversa Cultural
¿Qué supone para ti, exiliado de nuevo de Nicaragua, antes en 1970 cuando tenías 30 años a causa de la dictadura de los Somoza y ahora, con 82, por la de Daniel Ortega, tu ex compañero de lucha, ser comisario literario de la delegación española?
Bueno, yo lo vería en dos sentidos. Uno en cuanto a la presencia que tenemos los escritores latinoamericanos hoy día en España, que también es muy grande y abrumadora. Hemos llegado a España en los últimos años escritores latinoamericanos de muy distintas procedencias, unos por causa del exilio, otros porque los vientos los han empujado hasta ese país. Yo diría que hemos encontrado una acogida generosa de parte de España, nos hemos integrado a la vida española, a la cultura, al mundo editorial y literario, al mundo artístico, participamos activamente de la vida cultural y no nos sentimos de ninguna manera marginados. Y en el otro sentido creo que también esta es una demostración de cómo España ha acogido a los exiliados nicaragüenses, sean o no escritores. España no sólo ha acogido a todos los nicaragüenses expatriados y desterrados incluso de su propia nacionalidad, sino también a sus cónyuges y familiares más cercanos en un acto de generosidad muy grande, y que se refleja también en la responsabilidad que he recibido de parte de España como comisario de esta Feria.
Durante estos tres años de exilio tu obra y trayectoria de vida están siendo reconocidas como nunca antes en Europa y América Latina. ¿Sirven al menos estos reconocimientos para aliviar las heridas?
Yo tengo que asumir este segundo exilio, como tú decías, como algo que no puedo evitar y como parte de mi propia vida, y sacarle el mejor partido posible. Participar de la vida cultural española para mí es una ventaja, un privilegio, tengo una vitrina muy grande que refleja hacia América Latina, pero también me refleja hacia la propia España, lo cual es una situación propicia para mi propia obra literaria. Obviamente tengo la voluntad siempre de que apenas se restablecieran las condiciones democráticas en Nicaragua sería el primero que me apuntaría a regresar.
¿Imaginas próximo ese regreso?
No me gusta hacer especulaciones, pero tengo
la esperanza firme de que la democracia se va a restablecer en Nicaragua en términos suficientes para que todos los que estamos exiliados podamos regresar. Hacerlo a una Nicaragua dictatorial, con un gobierno bicéfalo, familiar, dinástico, donde todas las libertades ciudadanas están suprimidas, no tiene ningún sentido.
¿Qué sientes al recibir en Guadalajara el Doctorado Honoris Causa y al representar a España en México, que en el pasado fue tu país de acogida?
Siempre sigue siendo México mi país de acogida. No tengo la nacionalidad mexicana, pero siempre me he sentido muy mexicano, muy cercano a este país al que yo he venido en forma recurrente durante muchos años, tengo muchos amigos aquí, me identifico mucho con México y en especial con Guadalajara. Desde la primera vez que vine a la FIL en 1991 supe cuál era el peso de la cultura en la modernización de la enseñanza superior y en la descentralización de las universidades. Y luego admiré la labor que hizo Raúl Padilla al frente de la Universidad de Guadalajara, del Festival de Cine y al crear la FIL que ahora es una institución tan notable; todo lo que él hizo por la cultura habla muy alto de esa Universidad y yo me siento muy honrado de recibir de su parte este reconocimiento.
Presentaste en la FIL tu nuevo libro, El caballo dorado, donde el humor es el sello. ¿El humor como condición anímica ante la vida misma y también como antídoto frente a los totalitarismos?
La verdad es que yo nunca pude entender mi escritura sin humor, cierta capacidad que uno debe tener de reírse de uno mismo para tener carta de legitimidad incluso para reírse de los demás. Y la literatura siempre la he visto a través de la pantalla del humor porque es una manera de tomar distancia de la obra, de los personajes, de las situaciones,
no comprometerse sentimentalmente, digamos con la propia escritura, sino guardar esta distancia. El humor es un buen distanciador.
Por último, en unos días tendremos a Donald Trump de regreso en la Casa Blanca. ¿Qué podemos esperar?
Estará por verse. Las señales no son las mejores, va a ser un problema para América Latina. De hecho, ya comenzó a serlo para México y lo será también para el mundo: En Europa occidental, en el camino para Medio Oriente, en el conflicto entre Rusia y Ucrania... Lo que haga o no haga Trump tendrá repercusiones mundiales y me parece que frente a la magnitud de esa repercusión seguir defendiendo la democracia, las bases de la verdadera democracia en el mundo, va a ser muy importante.