“No existen otras realidades más reales”

La crónica rescata el testimonio de muchas vidas, configura y articula los hechos que están fragmentados o dispuestos de forma caótica. Le da sentido y unidad a la historia, las microhistorias y las temporalidades disgregadas para comprender la realidad. El escritor y periodista mexicano Jaime Garba reflexiona a través de diferentes relatos y miradas que aparecen en el libro Crónica Núm. 6 (editado por la UNAM), seleccionados y prologados por Antonio Ortuño.

Portada del libro "Crónica, Núm. 6, 2024"
Portada del libro "Crónica, Núm. 6, 2024" Foto: Imagen: Especial

Para la escritora y periodista argentina Leila Guerriero, la crónica es un género que se ocupa de las periferias. Tienes que estar atento al ritmo de tu tiempoya que el mundo va cambiando y la gente se mueve cada vez con otras reglas. Por ello, la crónica es quizá de los géneros más atractivos, porque se renueva a cada segundo conforme las historias acontecen, con los cambios propios de las sociedades, encontrando en cualquier espacio una historia que narrar. Si bien existen los temas hegemónicos y motivados por el auge de la actualidad, de forma paralela se escribe una crónica que persigue, en palabras del escritor mexicano Antonio Ortuño, algo simple, pero al mismo tiempo fundamental: “narrar la realidad de la forma más fiel y sugestiva posible”. Porque los grandes sucesos de la historia oficial son a su vez parte de lo que denominó el historiador Luis González y González: microhistoria. El relato verdadero, concreto y cualitativo del pretérito dela vida diaria, del hombre común, de la familia y del terruño. La microhis-toria se distingue de la macrohistoria en el tratamiento de cuatro elementos: espacio, tiempo, sociedad y vicisitudes (Patricia Arias, Desacatos, núm. 21, CDMX, may/ago, 2006). Es decir, toda gran historia tiene sus elementos minúsculos que la conforman y son algunos cronistas los dedicados a elegir estos temas y explorarlos a detalle.

De ello está conformado el libro Crónica Núm. 6 (2024) editado por la Dirección de Publicaciones de la UNAM. Una serie de historias que, desde la perspectiva de Ortuño, quien ha sido el encargado de seleccionarlas, “son búsquedas lúdicas, juguetonas; otras más bien reflexivas.” Agregaría también que son lupa a asuntos que interesan tanto desde el morbo como desde las dinámicas sociales y culturales. Por ejemplo, en la crónica “Sólo fans”, el escritor mexicano Jonathan Lomelí cuenta la historia de un consumidor de plataforma de contenido erótico y una pareja que subsiste a partir de la producción de material para Only Fans. Es interesante conocer lo que hay detrás de un tema que provoca prejuicios y estigma.

¿Por qué haces esto? Es una opción laboral para pagar mi renta, comer, apoyar a mi mamá, a mi comunidad, a tener tiempo. ¿Te consideras trabajadora sexual? Totalmente. Es un término político y es importante nombrar las cosas por lo que son.

En el texto “Curándome la maricada”, el escritor colombiano John Templanza, cuenta sobre las polémicas −incluso en algunos lugares ya ilegales− terapias de conversión. Desde la primera persona, lo que concede al lector un asiento privilegiado no sólo en el espacio sino también en la mente de quien sortea esas dinámicas perversas:

Deiman, al igual que todos los pastores evangélicos, argumentaba que la homosexualidad era un demonio, una maldición heredada por culpa de algún antepasado que hubiera hecho un pacto con demonios que podrían tener la forma del santoral católico.

PERO NO TODO ES POLÉMICA o tabú, se ha dicho que en este volumen se narra la realidad y como tal, sus ramificaciones son infinitas, así que dentro de las veintiún crónicas encontramos textos simples, experiencias de sus autores que van desde detenciones de algunas horas por consumo de alcohol,

El separo estaba saturado, a reventar. Nos hicieron esperar en un camión de prisioneros. Una vez mi turno, un juez me entrevistó. Le dije la verdad y me sentenció a veinte horas tras los barrotes. (“El Torito: preso en sus redes sin poema” de Nicolás Cuéllar).

amores perrunos:

Al día siguiente en la academia encontraron un vómito largo y multicolor que se parecía a las alfombras que llevan al Mictlán. Juní yacía muerto al pie de la ofrenda, junto a una veladoraaún encendida, enseñando los tres dientes de su sonrisa prognata. (“Juní” de Mariana H.)

La crónica es quizá de los géneros más atractivos, porque se renueva a cada segundo conforme las historias acontecen con los cambios propios de las sociedades

o el regocijo documental de ciudades cumbia:

El gran misterio de La Laguna es: ¿por qué la cumbia de Colombia anidó en este rincón del desierto de Coahuila y de Durango? No hay respuesta unánime. En La Laguna llevamos la cumbia en el corazón, aquí exportamos la cumbia al mundo, afirma Pedro Ortiz. (“Una noche en ciudad cumbia” de Nazul Aramayo).

Cada uno de los textos aquí reunidos cumple un fin fundamental: convertirse en memoria de lo existente, en un registro de las voces de aquello que no es abarcado por los grandes medios. Se trata de la relevancia que tiene cada acción, cada individuo en el orden del mundo. Porque como también dice Ortuño: “los temas cardinales de la crónica hegemónica no agotan, ni mucho menos, las posibilidades del género. No existen otras realidades ‘más reales’ que otras.” Si hoy en día la crónica tiene una importante difusión, al menos en México, en temas como la violencia, vale la pena que al mismo tiempo se escriba sobre lo otro y los otros, no sé si a manera de contrapeso, como una forma de decirnos a nosotros mismos que la vida actual es más que tiempos aciagos; o para reír un rato, descubrir nuevos espacios y voces. El lector tendrá la última palabra respecto a estas historias que forman parte de una realidad a veces poco explorada que, ante el ojo audaz, de pronto aparecen.

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