Filosofía es encontrarse a sí mismo
—María Zambrano
La vida, nuestro ser, el entorno, los percibimos con la mente y las entrañas. Las vísceras: el corazón, los intestinos, el cerebro y los sentidos actúan al unísono y en armonía,sin nosotros ser conscientes de sus actos y decisiones. No controlamos quiénes somos y tampoco tenemos una idea cabal de qué somos, sentimos miedo, incertidumbre. Para relacionarnos con nosotros mismos, los demás y los otros no es su-ficiente pensar. ¿Qué hacer ante la violencia, la falta de cordura, la ignorancia, la adversidad, el sentir impotencia? María Zambrano quiso entregarnos además de respuestas, soluciones prácticas.
Llevó la filosofía a su origen: a la búsqueda de sabiduría para enfrentar los dilemas y retos cotidianos más dolorosos, como la muerte o el abandono, quiso desentrañar las contradicciones inherentes al proceso de conocer, brindar herramientas para disfrutar la vida sin importar nuestras circunstancias. Hizo de sentir y comprender una unidad, un estado de conciencia.
El amor, el dolor, el odio, el sacrificio, la entrega, la guerra, los enigmas del universo, no se pueden entender con el uso exclusivo de la razón lógica, de las matemáticas y la ciencia. Para Zambranoes imposible abarcar la realidad, menos abrazar la complejidad, mediante el mero razonamiento instrumental.
NACIÓ EN 1904, SU SALUD siempre fue frágil, murió a los 86 años, en 1991. Muy pequeña tuvo tifoidea, sufrió un colapso y la declararon muerta. En su juventud padeció tuberculosis y estuvo en cama seis meses, vivió en convivencia continua con la enfermedad. La familia, a pesar de tener padres intelectuales, la increpó por estudiar filosofía, una arena masculina. Al estallar la Guerra Civil Española participó en defensa de la República en mil tareas. En ese periodo el padre de su único hijo fue fusilado, su bebé falleció poco después; murió su padre, guía intelectual y pilar de la familia y, al triunfo de Franco, abandonó España con su madre y hermana porque sus vidas corrían peligro.
Su largo exilio duró de 1939 hasta 1984, volvió a España después de recibir el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Enferma, siempre padeció precariedad económica, tuvo una vida errante entre México, La Habana, Puerto Rico, Roma y Ginebra, sin lograr un empleo estable, pero no abandonó su escritura.
Su obra prolífica cruza filosofía y poe-sía, sin ceñirse a ninguna, vida y escritura se entrelazan. Sus conflictos perso-nales son materia prima para la reflexión filosófica, eleva lo íntimo a la creación de conceptos. Desde su primer libro Horizonte del liberalismo, tiene una postura crítica ante la modernidad, el imperio de la economía y las justificaciones ideológicas construidas gracias a la razón. Acusa al capitalismo de crear una lógica de escasez, donde el individuo es esclavo de sus necesidades, para ella trascender la necesidad permite comprender qué es la libertad.
HACIA UN SABER DEL ALMA, Los intelectuales en el drama de España y Filosofía y poesía, trabajos de juventud, son un magní-fico acceso inicial a su pensamiento. En ellos despliega una prosa poética, introduce los temas donde hará aportaciones: la búsqueda de conocimiento para asimilar una realidad compleja y cambiante; la invitación a vivir con plenitud, aún en la adversidad; la integración de la vida interior y las emociones, a través de la poesía, y vislumbrar desde ella lo divino. Para Zambrano rescatar la esperanza en medio de la fatalidad, no sucumbir, es construir una persona responsable, dueña de sí, con identidad. Se consideran como sus obras cruciales: El hombre y lo divino y Persona y democracia.
Para Zambrano rescatar la esperanza en medio de la fatalidad, no sucumbir, es construir una persona responsable, dueña de sí
Propuso una razón poética, como método para sumergirse en el sufrimiento inevitable en la vida. Al penetrar a fondo en él, sin miedo, y nombrar la realidad desde ahí, como expresión de la subjetividad más pura, logramos el autoconocimiento y la liberación. Sentir sin juicio, permite que emerja, como una revelación, desde nuestra vulnerabilidad, el vínculo entre el hombre y el cosmos. Cuando sentimos esa conexión, nace la metáfora, la razón trasciende la lógica y vislumbramos lo inefable.
María sublimó el sufrimiento para enseñarnos a pensar y sentir, como una única y misma acción: la razón poética. Al dejar de estar escindidos, desaparece la insatisfacción, aceptamos la complejidad, nos nutrimos de ella, podemos entregarnos a la vida, al sentir en plenitud estamos en contacto con lo divino. Este poema de Zambrano nos aproxima a esa revelación y nos invita a leerla:
Sólo podría hacer poesía, pues la poesía es todo y en ella uno no tiene que escindirse. El pensar escinde a la persona; mientras el poeta es siempre uno. De ahí la angustia indecible, y de ahí la fuerza y la legitimidad de la poesía.