Hace veinticinco años, el madrileño Juan Casamayor creó la editorial Páginas de Espuma. Desde entonces, junto con Encarnación Molina, se dedica a publicar a los principales escritores y escritoras contemporáneos del cuento. En el camino, el catálogo ha sumado a importantes cuentistas latinoamericanos, así como ensayos de crítica literaria, autobiografías, memorias y epistolarios. Reconocido, entre otros, con el Premio al Mérito Editorial 2017 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Casamayor imparte además masters en universidades y cursos de edición y escritura creativa, consciente de que la ficción nos da “eso que nos falta” y que, finalmente, la vida es sólo un cuento y los cuentos, cuentos son.
Seguimos escuchando que el cuento es un género “menor” y que “no vende” como una novela. Sin embargo, desde 1999 te empeñas en demostrar lo contrario...
Todas las afirmaciones que relacionan verticalmente a los distintos géneros literarios hace mucho que las he situado fuera de mi reflexión. De hecho, las obvio. Quien las mantenga sabe muy poco de edición, lectura y escritura. Un editor es ante todo un lector. El género del cuento nace como materia de edición, porque las formas breves siempre formaron parte del ADN del lector que soy.
¿Por qué, si Páginas de Espuma publica menos de veinte novedades al año, es ya referencia obligada en España y América?
Estoy convencido de que publicar poco es un acierto en el cuidado de todos los pasos que precisa la edición de un libro. La brevedad como concepto creativo ha ido ganando terreno en la industria del libro, porque su escritura aglutina desde hace unos años narrativas y estéticas novedosas, y ello va a acompañado de un crecimiento sostenible de lectura. Una combinación que podemos constatar en las diferentes latitudes del español.
Tu oferta se nutre con las nuevas voces del cuento hispanoamericano. ¿Qué nombres destacarías? ¿Rasgos, estilos, temas?
Los veinticinco años que cumple Páginas de Espuma me llevan a recordar la importancia literaria para la editorial y la importancia vital para mí que han tenido Clara Obligado, Andrés Neuman, Fernando Iwasaki, Eloy Tizón, Antonio Ortuño o Jorge Volpi. Y ese sentimiento ha continuado con voces tan necesarias como bellas: María Fernanda Ampuero,Nuria Barrios o Socorro Venegas. En la línea más reciente, la española Irene Reyes-Noguerol o la uruguaya Tamara Silva, nuestra primera escritora nacida en el siglo XXI. Sus obras transitan por el extrañamiento de los márgenes, de la otra vida; por la distorsión de la realidad creando un grado de lo fantástico o lo inusual; por la forma poética del lenguaje; por la militancia y la ideología. En fin, un caleidoscopio de narrativas y estéticas.
A esta altura, creo que no envidias a las grandes editoriales. ¿Te dio vértigo la aventura y cómo van las cuentas?
La coherencia es un sustantivo que no hemos olvidado en estos años. Somos coherentes en que nuestra labor se centra en el cuento, pero el tiempo nos ha enseñado a ampliar esa mirada: microrrelato, edición de clásicos, libros ilustrados son parte de esa misma semilla. En un principio —menos mal— no fuimos conscientes de lo que iba a ser Páginas de Espuma. Hoy, la editorial ha capacitado una estructura independiente que logra objetivos semejantes a empresas más grandes. Todo ello hace que si hubiera un contable por encima de mí estaría contento con la situación general de la editorial, aunque no con algunas decisiones en particular.
El premio hispanoamericano Ribera del Duero de Narrativa Breve que organizas recibió más de 800 manuscritos en 2024. ¿No ceden su espacio a los libros impresos, que “se abren y cierran como páginas de espuma”?
Este siglo XXI conlleva una explosión en las opciones de ocio de cualquier persona: dispositivos móviles, plataformas audiovisuales, diversidad de formatos, información al instante… y, sin embargo, el protagonismo del libro en papel es incuestionable. Es una opción que crece, incluso entre los más jóvenes, y desde un punto de vista del sector del libro, es el formato responsable de su salud económica. Muestra detodo ello es el gran éxito año tras año de la convocatoria del Premio Ribera del Duero.
¿Qué me dices de la Inteligencia Artificial?
Recuerdo a principios de este siglo cuando irrumpió el ebook. Era el fin de una época. Era el fin de cómo entendíamos la cultura de libro en su base más esencial: la lectura. Ahora sabemos que el libro digital vino para quedarse, pero que no ha podido sustituir al formato de papel que se sostiene sobre cinco siglos de vida. La IA nos dará una herramienta utilísima en labores tortuosas que impliquen el concepto de búsqueda en su sentido más amplio, así como en labores germinales que ayuden a arrancar un proyecto. No obstante, estamos muy lejos de que sea una herramienta indispensable en nuestras creaciones o decisiones. En definitiva, nos proporcionará más puntos de apoyo en procesos técnicos, pero no hallará su espacio en esa naturalidad que tiene la inteligencia a la hora de imaginar, inventar, pensar, concluir con una idea.
Si sobrevivimos al narcisismo de Donald Trumpy a Elon Musk, ¿cómo imaginas a Páginas de Espuma en 2050?
No imaginé en 1999 el ahora que vivo. No siento necesario proyectar mi imaginación en los próximos veinticinco años más. Espero que sepamos seguir aprendiendo del presente sin olvidar los aciertos y los errores del pasado; que sigamos adaptándonos a las aceleradas novedades del día a día que no serán pocas. Espero acumular experiencias y conocimientos para ilusionarme y apasionarme aún más con un manuscrito que habrá de convertirse en libro. Espero que los libros futuros ayuden a borrar el oscurantismo de los Trumps y Musks.
¿Qué historias te siguen atravesando las entrañas?
En el catálogo de Páginas de Espuma, las entrañas se mueven en esas verdades del dolor, de la memoria, del cuestionamiento, de la búsqueda, de la militancia. Suelen ser textosque empujan a la incomodidad, al extrañamiento, a la reflexión, a la comprensión, al entendimiento. Juan Gabriel Vásquez nos recuerda que leemos entre otros motivos porque, insatisfechos, incomprendidos y perdidos como vivimos, hallamos en las ficciones sentido a todo eso que nos falta, que buscamos, que tratamos de recordar o que nos duele. Siempre habrá alguien que quiera escribir una historia, alguien que quiera leerla. En medio, las entrañas de la edición.
¿Aún le temes a la oscuridad y duermes, como de niño, con la luz encendida?
Muy buena pregunta. Ahora hay muchos motivos para tener miedo a la oscuridad, que no viene de la noche, sino de una ideología de odio, de exclusión, de negación, de mentira, de ecpatía que impera y que anula la luz, la claridad. Es aquí donde el papel del editor adquiere más responsabilidad social y política, si cabe.
¿Y sí apagas la luz?
Sí, la apago, como preámbulo a volver a encenderla, volver a empezar.
