El pasado 22 de noviembre cumplió cinco décadas The White Album. Si Sgt Pepper’s Lonely Heart Club Band fue el disco en el que los Beatles domesticaron el LSD como parte de su proceso creativo, El Álbum Blanco es el resultado de la meditación trascendental. Quizá de ahí el concepto visual del disco (aunque con los Beatles nada es seguro, ni la muerte): la portada blanca con el nombre de la banda en el mismo color. Mayor maniobra anticomercial no podía existir, sin embargo, lo que proponía el cuarteto no sólo era innovar publicitariamente, sino invitar al escucha a atisbar lo que ellos descubrieron tras la iluminación (musical, claro está).
Y lo que se esconde tras ese estado es una eclosión sonora antes insospechada. Si bien es cierto que desde Rubber Soul (en particular los cuatro temas que cierran el lado b) la experimentación cobraría una importancia preponderante en la música del cuarteto, los Beatles no predicen de manera puntual su siguiente paso. Ahora por la perspectiva histórica es sencillo diagnosticarlo, pero en el 66 nadie podía asegurar con certeza que la siguiente estación era El Sargento Pimienta. Los Beatles fueron construyéndose sobre la marcha, sólo que a la velocidad de la luz. Esa hambre los condujo al disco doble.
El Álbum Blanco también hace referencia a un álbum de bodas, la paradoja es que con la eclosión vino la implosión. El escucha cree estar acudiendo a una ceremonia de enlazamiento, pero en realidad es una juerga de divorcio. Y qué ocurrió en este anuncio de desbandada, que cada uno de los miembros contó con la libertad para despedirse a su antojo (aunque se ayudaran uno a otros y la sombra de Yoko Ono planeara encima de sus cabezas).
La diversidad de estilos y géneros, que van desde la canción de cuna, el blues, el western, el protoheavymetal, etcétera, convirtieron a los Beatles en una banda inclasificable. Ya no eran los rocanroleros de “Love Me Do”, ya no eran los psicodélicos. Los Beach Boys se encasillaron, los Stones también (pese a la respuesta que idearon contra el cuarteto de Liverpool con Their Satanic Majesties Request), los Beatles ya preparaban su siguiente vuelta de tuerca con Abbey Road.
"No se trata de una nueva edición simplemente, tiene joyas inéditas, como una versión de Let It Be".
El Álbum Blanco contiene la mejor canción escrita por Paul McCartney: “Rocky Raccoon”. Un burlesque que narra la historia entre dos pistoleros. Despojándose de las modas impuestas en esos tiempos por el rock, MacCa cuenta una historia vaquera anclada en un pasado que no le tocó presenciar, pero que convoca con habilidad de médium psíquico.
“Yer Blues”, “Dear Prudence”, “Glass Onion”, “While My Guitar Gently Weeps”, “Hapiness Is A Warm Gun”, “I’m So Tired”, “Rocky Raccoon”, “Why Don’t We Do It In The Road?”, “Everybody’s Got Something To Hide Except Me And My Monkey” (el matrimonio entre el LSD y la meditación trascendental), “Sexy Sadie”, “Helter Skelter” y “Savoy Truffle” forman la parte hard del disco. Un reproche recurrente de los críticos de la época era que al disco que la faltaba una depuración. Charlie Parker decía que no había que tenerle miedo al sentimiento auténtico. Atendiendo a sus palabras, los Beatles publicaron “Ob-La-Di, Ob-La-Da”, “Martha My Dear”, “Piggies” o “Blackbird”, canciones sencillas pero que hacen profundamente feliz a mucha gente.
Para festejar los cincuenta años del Álbum Blanco se ha lanzado un espectacular box set que reúne las sesiones de grabación íntegras. Son seis discos, el álbum original, más los Esher demos, las versiones crudas de las canciones. Más otros tres discos compactos con tomas alternas. Pero la cereza del pastel es el disco original, por fin en formato de bluray audio. Algo que no traen las otras presentaciones y mucho menos la edición en vinyl. No se trata de una nueva edición simplemente, tiene joyas inéditas, como una versión de “Let It Be”, otra de “Junk” de MacCa y el germen de Abbey Road.
El box set es una enorme caja con el número de serie en la portada del lado derecho inferior, el nombre de la banda y por primera vez la foto de los cuatro miembros en blanco y negro. Trae un libro, el equivalente al nuevo testamento. La nueva versión está mezclada íntegra por Giles Martin, el hijo de George Martin. Y déjenme decirles que ya escuché el disco íntegro bajo los efectos del LSD (a falta de meditación trascendental) y suena superior que la remasterización que había sufrido cuando cumplió los treinta años.
El Álbum Blanco es un clásico, una obra maestra, casi cualquier definición puede apropiársela. Y todo esto se produjo porque un día decidieron adoptar la meditación como método compositivo.