Vive en mí
una gema que,
sin el preciosismo
de las comisuras
sensoriales
y soñadas
—suelo fértil
de las divagaciones—,
luce pueril
pero sombría
en la mano que ofrece,
al visitante,
la vanidad absuelta
de un crucifijo
insobornable,
cadalso y arcoíris
de la sobria virtud
que es pisar tierra,
ensayo que es,
a tientas,
humo donde yacen,
sin sosiego,
actos que son recuerdos
y pensamientos
que son olvido;
fundo al interior
mapas increíbles
que gozan, como perros,
la carne de fuego
que, flaca,
florida,
me consume,
y en el cerrojo
que deja contemplar
el paraíso interior
en miniatura,
mi ojo de animal
finge su instinto
y ante el deseo,
meditante,
queda redimido
de ser la cosa
amada,
y la penumbra
se hace hielo
y vuelve desamparo;
que no toca la rima
de las arpas al sol
que, indómito,
arde absoluto
en el silencio,
paraíso que me mira
sin conflicto
y yo, que no bebo,
hago de las piedras
mi loción de navajas,
aguardiente salvaje
que me trago,
y gradúo sus laberintos
con cordura
para ver,
aquí no pasa nada:
ver
mar profundo
que no toca
el naufragio
pero muere
solitario
en el misterio
casto
de las llamas.
JOSÉ FILADELFO (Ciudad de México, 1982) es autor del libro de poesía Lisonjas (2000); coautor en las antologías Cantos y enfermedades (2002), Años épicos (2010) y Pereza (2020). Su poesía y ensayos han sido publicados en diversos periódicos y revistas.