En los primeros años de la década de 1770, Johan Joseph Zoffany, uno de los pintores más afamados del Reino Unido, realizó un cuadro para celebrar la creación de la Royal Academy of Art en Londres, un hito para la historia del arte británico. En ese momento se erigían academias por todo el orbe para institucionalizar la formación artística –previamente llevada a cabo en talleres o escuelas informales–, e imponer la visión imperante del buen gusto, es decir, el neoclasicismo.
SI NOS ATENEMOS al lienzo de Zoffany, creeríamos que este proceso fue encabezado exclusivamente por hombres. En un salón dedicado al dibujo de modelo en vivo, el pintor retrata a los principales protagonistas rodeados de caballetes y esculturas clásicas mientras observan a los modelos de carne y hueso, probablemente en preparación de una clase. Pero a pesar de retratar un entorno primordialmente masculino, hace un guiño a las dos únicas mujeres que participaron en la fundación de la academia británica colocando sus retratos en el muro al extremo derecho de la composición. Sus nombres eran Mary Moser y Angelica Kauffmann, y a pesar de haber contado con una significativa notoriedad en su tiempo, como hemos visto, han quedado marginadas incluso desde los años en los que se consolidaba la legitimidad de la institución que ellas mismas impulsaron. Es esta misma institución la que ahora, en el marco del mes dedicado a las mujeres, ha decidido presentar una exposición exhaustiva de Kauffmann y su papel en la formación de la estética del siglo XVIII europeo.
KAUFFMANN ERA ORIGINARIA de Suiza y llegó a Inglaterra tras haber pasado una temporada estudiando y trabajando en Italia. Este contacto con el arte de la antigua Roma y los grandes maestros del Renacimiento permearon su pincel en una época en la que se buscaba alejarse de los excesos del barroco y regresar a referentes clásicos. Es probable que esto explique la fama que adquirió, convirtiéndose en una socorrida retratista. También es cierto que el entorno familiar de Kauffmann le dio ventajas significativas, como sucede a menudo en la historia de las mujeres que nos abrieron camino, siendo hija de un pintor —aunque, en realidad, lo superó con creces.
DESCRITA EN SU MOMENTO como la mujer más culta de Europa, Kauffmann fue una gran representante de la pintura histórica y mitológica, géneros en los que no sólo pudo exponer su gran bagaje, sino que también le permitieron explorar los roles femeninos. Es ahí donde su trabajo y la reivindicación de éste cobran particular importancia. Tal y como ahora buscamos a figuras como Kauffmann para trazar el mapa de las mujeres que se enfrentaron a las brechas de género, ella misma arrojó luz sobre los personajes del pasado y de la mitología que pudieran servir de referente para sus contemporáneas. Kauffmann retrató así a mujeres que no fueron testigos pasivos de la historia o víctimas de sus circunstancias, sino que tomaron las riendas de su propia vida y ejercieron su poder aun frente al patriarcado. Eso hace más actual que nunca su mirada.